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Cultură

Las madres de Can Vies

Sin miedo pero con prudencia, afirman haber tomado conciencia de que todo el valor de la democracia está en entredicho y de que la impunidad policial es un hecho.

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Hace un año, el barrio de Sants de Barcelona se levantó para impedir el desalojo del emblemático centro social okupado (CSOA) que durante 17 años había contribuido al desarrollo cultural y social del vecindario. CAN VIES NO ES TOCA, bajo este lema las manifestaciones desembocaron en duros enfrentamientos con los Mossos d'Esquadra que se saldaron con 87 detenidos.

Aún hoy me pregunto en qué momento ejecutar la sentencia de desalojo le pareció a la administración una buena idea. En este contexto de frustración y malestar general, ¿de verdad la mejor elección era meter el dedo en la llaga? "Barcelona es bona si la bossa sona", supongo que el desalojo sistemático de todas las CSOAs de la ciudad forma parte de ese plan magistral de convertir Barcelona en Disney World. Una ciudad vendida al turismo, cada día más maquillada por fuera y más hueca por dentro.

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De los 87 jóvenes que fueron detenidos en los disturbios del caso Can Vies, tres eran los hijos de Rosa, Delvina y Nuria. Ellas son tres de las 20 madres que forman la "Xarxa anti-repressió de familiars de detingudes" una organización apolítica creada para dar soporte a los familiares de personas detenidas por disidencia.

Se conocieron en el mismo estado de estupor y rabia. Una fuerza hostil acababa de impactar en sus vidas y, de un golpe seco, había roto su cúpula de seguridad. Los valores en los que creían y en los que habían educado a sus hijos, eran una utopía. La democracia por la que habían luchado hace años, se había quitado la máscara y les escupía en la cara una realidad muy distinta. Aceptarlo fue un proceso duro.

Antes del llamado "efecto Can Víes" Delvina no iba a manifestaciones ni participaba en ningún tipo de organización. La noche del 28 de mayo de 2014 su hijo no volvió a casa. "Lo primero que pensé era que había ligado, pero cuando vi que al día siguiente no había vuelto y que no contestaba mis llamadas me preocupé y empecé buscarlo", nos cuenta.Lo detuvieron cuando volvía a casa, había estado en la manifestación. Era sospechoso porque llevaba una mochila y vestía camiseta negra. En la mochila llevaba material escolar, libros y una bata blanca para las prácticas en el taller de relojería. Una vecina que presenció la detención, atestiguó en el juicio que el joven no opuso resistencia alguna y que los agentes se abalanzaron sobre él de forma agresiva. Lo acusaron de un delito de desorden público y resistencia a los agentes de la autoridad. En total, dos años y nueve meses de cárcel.

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Fue un juicio rápido, el 27 de enero de 2015 el joven fue juzgado y condenado a 8 meses de cárcel por resistencia a la autoridad, lo absolvieron de los dos años y un mes restantes porque los agentes que lo habían detenido declararon que no lo habían visto en los disturbios.

Algo que hace que inevitablemente surjan todo tipo de preguntas… Si desde un principio no era sospechoso de haber participado en los disturbios… ¿Por qué lo detuvieron? ¿Por qué fue acusado de ese delito? ¿Tan fácilmente se puede detener a una persona que camina por la calle y acusarla de un delito que no ha cometido?

El hijo de Nuria estuvo en las manifestaciones, pero fue dos meses después cuando lo detuvieron de camino al trabajo. El 11 de julio de 2014 dos policías vestidos de paisano lo esperaban en la esquina de su calle, lo identificaron, lo metieron en un coche y se lo llevaron. Cuando la policía llamó a Nuria, creyó que era una broma. "Aun no sabemos qué criterios se han seguido para proceder a su detención", nos contó.A día de hoy están esperando la fecha del juicio.

El hijo de Rosa fue detenido el 28 de mayo de 2014 junto con tres amigos. Los vecinos que presenciaron la escena, dieron testimonio de las agresiones que sufrieron tres de los cuatro detenidos por parte de los agentes, a consecuencia de ello tuvieron que ser trasladados al Hospital Clínico de Barcelona para ser atendidos.

Es difícil medir las consecuencias a nivel psicológico de todo este proceso. Los tres jóvenes sufren el llamado "síndrome de persecución". Al principio incluso tenían miedo de salir solos a la calle y actualmente aún se sobresaltan si se les acerca un desconocido. Cuando te sientes defraudado por un sistema en el que creías, cuando piensas que tus hijos están siendo criminalizados por expresar su opinión; puedes hundirte o convertir toda esa rabia en un punto de apoyo para luchar. "Fue tal la impotencia que sentí por la injusticia que mi hijo había sufrido que supe que si no hacía nada, este sentimiento me comería", nos dice Rosa.

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Ellas decidieron crear la "Xarxa anti-repressió de familiars de detingudes". La organización nació para dar apoyo a los detenidos del caso Can Vies, no querían dejarlos solos. Respaldarlos fue el punto de partida de este grupo de madres que poco a poco fue tomando forma y se convirtió en una voz que hoy pide un cambio de rumbo. Se sienten orgullosas de sus hijos y de los principios que decidieron defender. Una fuerza que se suma para pedir la transformación de los procedimientos actuales y una ruptura de los esquemas establecidos.

En los últimos meses, se han desecho de muchos prejuicios, Delvina asegura que cuando conoció a los demás chicos que estaban en la misma situación que su hijo, esperaba encontrar jóvenes radicales producto de un entorno desestructurado. Ese perfil que los medios han dibujado en el imaginario colectivo, un antisistema que pertenece a una banda terrorista sin definir, cuyo único objetivo vital es destrozar mobiliario urbano, estar muy organizados y quemar cosas. "Me di cuenta de que eran jóvenes estudiantes, chicos como mi hijo que habían salido a protestar porque no están de acuerdo con los recortes, la corrupción y la falta de oportunidades".

Aseguran que la experiencia del último año les ha cambiado por completo, que ha sido como quitarse una venda de los ojos"¿Si nosotras no defendemos los derechos de nuestros hijos, quién lo hará? A los jóvenes no les dejan salir a la calle, la impunidad policial, la represión, el endurecimiento de las penas, la cárcel… Es un mensaje para que no se manifiesten, para que tengan miedo", nos dijo Delvina.

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Se han marcado un objetivo, que lo que han sufrido ellas no le suceda a nadie más. No tienen prisa, han comenzado a mover sus fichas en el gran tablero burocrático y lo hacen con paciencia, con la sabiduría y la calma estratégica que solo se adquiere con los años. La "Xarxa" es un proyecto joven, pero en sus pocos meses de vida ya cuenta con una larga lista de acciones, entre las que destacan:

-La presencia y acompañamiento en los juicios del caso Can Vies.

-La participación en el debate "4F, montaje policial y violencia de Estado".

-Reunión de varios colectivos con Podemos.

-Reunión con los grupos parlamentarios CUP, ERC, ICV-EUIA, PSC y CIU para solicitar la comparecencia de la "Xarxa" en la comisión de interior, dentro de la legislatura actual.

Una fuerza inesperada que toma impulso convocando ruedas de prensa, difundiendo información a través de los medios y redes sociales; que crea sinergias con otros colectivos afines como "Madres contra la represión" de Vallecas. Un movimiento lento, maduro, tenaz. Una red que se extiende poco a poco y lanza un mensaje muy claro: el trabajo de una madre nunca termina. Les han tocado lo más sagrado y ahora piden justicia a un sistema coercitivo que niega a sus ciudadanos la opción a réplica.

Aseguran que no tienen miedo, que nos encontramos en una situación muy grave y que ha llegado el momento de despertar. Sin miedo pero con prudencia, afirman haber tomado conciencia de que todo el valor de la democracia está en entredicho y de que la impunidad policial es un hecho.

"¿En qué momento la voz del pueblo, la libertad de expresión, se convierte en algo ilegal? Para nosotras es crucial aportar nuestro grano de arena, conseguir un cambio positivo, estamos seguras de que será un proceso lento pero dará frutos. Ocupamos una situación privilegiada para lograr que las cosas mejoren, hay que tomar conciencia y trabajar colectivamente. No pretendemos hacer una guerra, todo lo contrario, queremos utilizar toda la fuerza que nos ha dado esta experiencia para lograr un futuro mejor. Después de lo que le ha pasado a mi hijo, mi forma de ver las cosas ha cambiado, no se cuanto tiempo viviré, pero lo que me queda quiero mantener mi dignidad, quiero tener la conciencia tranquila. No tenemos prisa y no vamos a parar hasta conseguir un cambio real", nos dijo Rosa.

Después de un año, supongo que no soy la única que se pregunta si la decisión de desalojar Can Vies fue acertada. No solo no se consiguió el objetivo, sino que ha servido de revulsivo para que nazcan organizaciones como la "Xarxa". Ellas son las madres de Can Vies, la prueba de que el malestar se extiende a todos los estratos de la sociedad. La emblemática CSOA no murió a golpe de excavadora, al contrario, fue como agitar un estambre lleno de polen; una diáspora que germinó en muchas conciencias dormidas y que un año después comienza a dar sus frutos.