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Que se acabe de una vez el rollo de las placas franquistas

La Fundación Franco reclama que no se toque 'su' memoria, mientras algunos Ayuntamientos se ponen manos a la obra a limpiar las calles de plaquitas.

Vía

¿Es lo mismo reclamar la salida del callejero de un poeta por sus inclinaciones políticas que hacerlo de un General que participó en un golpe de Estado? ¿Tenemos que aguantar que la estatua ecuestre de un dictador presida una plaza pública? ¿Por qué no acabamos de una vez con el debate de las plaquitas? Y, por ejemplo, se van todas a la mierda y construimos unas ciudades en los que no haya calles en honor de los caídos de un bando (División Azul), que, además, dan como consecuencia nombres muy largos y que mucha gente ya ni entiende.

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En Madrid tenemos una placas en forma de rombo, muy entrañables, que recuerdan donde tuvieron sus casas Buñuel, Onetti o Blas de Otero, pero también Agustín de Foxa, un literato e intelectual justo del otro polo ideológico. Esa es una buena forma de mantener la memoria cultural de una ciudad, de las gentes que la habitaron en algún momento y de recordar cómo ésta les sirvió de hogar e, incluso, de inspiración.

Con la aprobación de la (muy necesaria) Ley de Memoria Histórica llegó el baile de calles, esas grandes avenidas dedicadas a generales pasaron a llamarse simplemente eso Gran Vía y comenzaron a borrarse restos de la dictadura franquista, de los que la padecieron y de la posterior represión. Hubo alcaldes muy reticentes. En Salamanca, aun queda bien fijado a la estructura de su preciosa Plaza Mayor un medallón del Generalísimo que parece que no va a mover de allí ni un terremoto. Y que resiste estoico los sistemáticos ataques con pintura que recibe en su redondeado rostro por parte 'artistas' nocturnos.

Ahora, en Madrid, Manuela Carmena ha anunciado que va a analizar si se está cumpliendo la Ley de Memoria Histórica, que entró en vigor hace ya siete años. El Ayuntamiento calcula que hay 150 plazas y calles que hacen alusión al franquismo y a los 40 años de dictadura: batallas, generales y patriotas afines al Caudillo. Ni Botella, ni Ruiz-Gallardón movieron ficha, algo por lo que fueron denunciados, pero el juez no vio indicio de delito. Ahora parece que por fin se van a tomar cartas en el asunto y se van a limpiar las calles de 'fantasmas' del pasado que, se mire por dónde se mire, no aportan nada.

Pero en medio de la operación, incluso antes de que ésta se inicie, ha aparecido en escena la Fundación Nacional Francisco Franco, que, por lo visto, tiene como gran misión social preservar la memoria del militar nacido en Ferrol y todos sus grandes logros. Están dispuestos a demandar a los alcaldes y concejales que osen aprobar la retirada de "monumentos, vidrieras, escudos y estelas por daños al patrimonio histórico artístico del pueblo español". La amenaza va dirigida a los Ayuntamientos que ellos consideran díscolos, es decir, donde ha triunfado (oh, maldición) la iniciativa popular ciudadana. Madrid, Barcelona, Coruña, Valencia… ya se sabe. Pero también al PP, por no haber tenido lo que hay que tener y haberse cargado (de un plumazo) la satánica Ley sacada adelante por el no menos satánico Zapatero.

La entrada en juego de esta fundación da más pereza que otra cosa y anima aun más a que los alcaldes y concejales acaben de una vez por todas con los rastros del franquismo. Es una obviedad, ¿pero existe en Berlín la calle Hitler? Es cierto que por el otro lado, se pueden también encontrar borrones grandes en cuanto a homenajes a personajes que no contribuyeron precisamente a fomentar la paz y que entraron con beligerancia en el guerra. Pues fuera con ellas también, por supuesto. Aquí no se libra ni Dios, como dejó escrito el poeta.

La memoria debe estar en los libros, en la tradición oral (de abuelos a nietos), en las investigaciones de los historiadores, en los documentos audiovisuales, en las grabaciones de la época… Mientras se conserve allí, será viva, compleja, tendrá más objetividad y las calles volverán a ser propiedad de aquellos que las transitan. ¿No es lo que nos han prometido los nuevos políticos? Qué van a devolver las calles a los ciudadanos. Pues ésta es una buena manera de comenzar a hacerlo.