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Cultură

Fui a cazar ovnis en Montserrat

La montaña de Montserrat, en Barcelona, es uno de esos sitios de los que se cuentan millones de historias sobrenaturales. También se dice que hay avistamientos de ovnis el día 11 de cada mes en una conocida explanada de la montaña.

La montaña de Montserrat, en Barcelona, es uno de esos sitios de los que se cuentan millones de historias sobrenaturales, como que se apareció la virgen, o que Himmler la visitó en busca del Santo Grial en 1940. También se dice que hay avistamientos de ovnis el día 11 de cada mes en una conocida explanada de la montaña, y que allí se congregan ufólogos, ocultistas, “contactados” y algún que otro borracho, convocados por un tal Luis José Grifols.

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Como no podemos hablar con el monje que recibió al oficial alemán en su visita, (murió en el 2002) y las vírgenes de momento no nos interesan, decidimos ir en persona. La zona está a una media hora en coche de Martorell. Hay que tomar la carretera hacia el monasterio, dejar atrás un montón de curvas, pasar el hotel Bruc (que guarda un siniestro parecido con el motel Bates) y encontrar el cúmulo de coches aparcados en el arcén con las luces de emergencia encendidas. Cuando llegamos apenas hay siete personas. Al parecer hace un año los coches se arremolinaban sobre la explanada e iluminaban con los faros a Luís Grifols, el organizador de estas reuniones. Ahora han colocado unas piedras para evitar el paso, así que la única fuente de luz allí arriba es la luna (esa noche el cielo está nublado), la contaminación lumínica de la ciudad y las linternas que traen los visitantes. La explanada es lo suficientemente grande como para que se pose en algún momento uno de esos platillos volantes rollo Ed Wood, y como casi todo lo que hay alrededor es barranco, hay pocas posibilidades de escapar en caso de ser abducidos.

Se supone que nuestro hombre tiene que aparecer a las 23.11, pero a esa hora lo único que nos recibe es una ráfaga de viento y un frío . A las once y media la hilera de coches es ya tan larga que se pierde detrás de la curva. Entre los congregados encontramos: una maestra de Martorell y su novio (escépticos); un colombiano que vino en verano y no soporta a la gente reírse del tema, junto a un iniciado que viene a la explanada por primera vez; un grupo de unas viente personas que se alojan en el hotel Bruc; tres mujeres de la zona (“nosotras somos mujeres de mundo”); seis tíos con embudos recubiertos de papel de plata sobre la cabeza y una nevera portátil llena de cerveza; un tipo con un casco de minero que te deslumbra con la linterna que lleva sobre la frente (no podemos verle la cara) y que nos regala un libro titulado Hercólubus o el planeta rojo, donde se explica que el mundo se acabará en el 2012. Cuando sacamos la cámara para hacerle una foto más detallada dice rápidamente: “No, nada de fotos”.

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El ufólogo aparece a media noche. Se hace un hueco entre la multitud y se pone a hablar del terremoto de Japón (“Sí, sí, yo he recibido hoy un mail de avistamientos de Ovnis”, dice un espontáneo), del conflicto de Oriente Próximo (“¿Vosotros creéis que aquello está sucediendo sin más? ¡No, hombre, no!”), del club Bilderberg, de las partituras intachables de Mozart y los cuadros perfectos de Velázquez (“en las partituras no había ningún tachón, ni correcciones en los cuadros”), de la banda sonora de Encuentros en la tercera fase, de tecnología superior, de que la Tierra es un protectorado de Ellos, todo esto mientras intenta que los tíos de los embudos se callen de una vez y dejen de enfocarnos a todos a los ojos con sus putas linternitas.

La reunión dura hasta las dos de la madrugada y porque se pone a llover, porque la gente no deja de hacerle preguntas a Grifols, y a esa hora aún quedan tres colgados con una manta que se han pasado la noche fumando porros poniendo a prueba al ufólogo (“¡Que la luna no es de metal, joder, que perdona que te diga que yo soy geólogo y se compone de siderófilos!”), una tía que huele muy mal y un músico empeñado en que le desvele el secreto para enviar su propio mensaje en forma de canción a través de ondas de radio al espacio para contactar con Ellos.

Después de tres horas y de no ver ni una sola luz sospechosa en el cielo, ni una nave, en resumen: nada, conseguimos entrevistar a Luís Grifols:

VICE: La gente dice que es usted un “contactado”. ¿Cómo fue su primera vez?
Luis José Grifols: En el verano del 77 estaba viendo la televisión cuando noté una sensación de desazón muy angustiosa, tanto que me asusté porque pensaba que me iba a dar un ataque. Era como si ardiera todo el tiempo, como si habiéndote duchado no te hubieras quitado el jabón, pero a nivel sanguíneo. Salí angustiado a la terraza. De repente miré al cielo y vi un ovni, que en un segundo fue desde mi cabeza hasta el horizonte del mar. Al cabo de un momento volvió a encenderse y se desplazó otra vez paralelo al horizonte.
La semana siguiente me ocurrió otra vez, así que lo asimilé, y entonces le dije a mi mujer: “¿quieres ver un ovni? Mira por allá, que lo verás salir hacia la derecha”. A partir de ahí fui teniendo avivamientos frecuentes, sueños premonitorios, sensaciones de viajes astrales… una cosa complejísima. ¿Por qué cree que le contactaron a usted?
No lo sé, a veces tienes alguna condición que sirve para el propósito de servicio por el que estoy aquí estas horas, después de 33 años de subidas. ¿Qué se supone que hace un ufólogo?
Es un investigador de las relaciones entre ellos y nosotros. Recopila casuística ovni, da su opinión, la de otros colegas suyos del oficio. ¿Existe alguna institución oficial del Estado encargada de investigar las relaciones interplanetarias?
No, no la hay. Hay documentos que prueban que Himmler, el oficial alemán, estuvo aquí buscando el Santo Grial.
Si, y estaba en lo cierto, porque el Santo Grial está en Montserrat. Eso lo aireé yo, que localicé al padre Ripol, el monje que le recibió. Por manifestaciones de Los de Arriba puedo afirmar que el castillo del Graal es la propia montaña. Por encima del Montserrat visible existe el invisible o el del espíritu, que es el que han visto, ven y verán los auténticos iniciados. Esto está confirmado por quienes gobiernan los ovnis. ¿Quién es iniciado y quién no?
Pues el que tiene grandes conocimientos de lo oculto. Pero ¿cualquiera puede ser iniciado, entonces?
Sí, pero la calificación la da un superior.

¿Dónde empieza la cadena?
Por lógica por nuestros inmediatos superiores, que son los ángeles. Los ángeles de los libros sagrados en general, y los dioses de la antigüedad, y las divinidades de muchas culturas a lo largo de los tiempos. Este libro me lo ha dado un tío que ronda sus reuniones. ¿Le conoce?
No tenemos nada que ver. Ese señor vino hace años, a mí también me dio uno y prefiero no pronunciarme. Es una de estas historias tremebundas que a muchos excitan, pero que yo creo que no tiene consistencia ni fundamento. ¿Cómo es un ovni?
Son de una tecnología superior, incomprensibles para nosotros. Se ingravitan y aceleran de cero a velocidades paralumínicas en cuestión de segundos. Yo lo he visto aquí mismo muchas veces. También se materializan y se desmaterializan.

¿Cómo son Ellos?
Tienen nuestra apariencia cuando cobran aspecto físico, porque también se desmaterializan. Los puedes tener al lado y no saberlo. ¿Quiere decir que podrían estar aquí al lado?
Sí, aquí al lado. Están en todas partes.