A los ingleses les gustó la costumbre mexicana de tomar agua en bolsa

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A los ingleses les gustó la costumbre mexicana de tomar agua en bolsa

Después de descubrir las aguas frescas en un mercado de Oaxaca, Emma Woodward decidió llevarlas en bolsas de plástico a Inglaterra.

Hace siete años, Emma Woodward viajó a México. Dentro del crisol de culturas que es la Ciudad de México, descubrió las aguas frescas –agua mezclada con fruta fresca y azúcar— que se venden tanto en heladerías como en puestos callejeros en todo el país. Al regresar al Reino Unido cinco meses después, Woodward se sorprendió al darse cuenta de que ningún restaurante mexicano ofrecía la bebida tradicional. Lo único que le dieron fue tequila barato y sal de mesa.

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Emma Woodward es la fundadora de Chinampas. Todas las fotos son de Charlotte Heather-Cray.

Equipada con una licuadora y recetas para bebidas garabateadas en servilletas y boletos de autobús, Woodward comenzó la misión de llevar aguas frescas a Gran Bretaña y eliminar el estereotipo extranjero sobre la Corona tibia como la "mejor bebida mexicana".

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La primera vez que Woodward probó agua fresca, fue en un mercado en la ciudad de Oaxaca en México. Sedienta, y haciendo caso omiso a las advertencias de sus compañeros de viaje sobre los riesgos de la intoxicación por alimentos, eligió una bebida de color brillante de uno de los recipientes en forma de iglú (mejor conocidas como vitroleras).

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Como a todo extranjero que viaja por primera vez a México, "todo el mundo" le decía: "'¿Estás loca? Tomando agua de la calle te vas a enfermar'", recuerda, pero obviamente esto no sucedió, pues no se trata de agua sucia —en la mayoría de los casos—. Woodward eligió la de jamaica, que es probablemente la más famosa y la describió como una mezcla entre "la Ribena y el arándano", con un sabor parecido al arándano pero mucho menos dulce.

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El agua de jamaica es una de las aguas frescas que Woodward vende actualmente en su puesto en Sheffield llamado Chinampas, que también viaja a Londres, Manchester y Nottingham. Al ser a base de agua, las aguas frescas pueden ser una alternativa saludable a los refrescos azucarados. Están preparadas con fruta fresca, granos, y un poco de jarabe de agave o miel. Eso es todo. "Pensé que era una locura que existieran todas estas bebidas y sabores increíbles", dice Woodward. "Nadie las preparaba". Debido a que solo encontró recursos limitados en Internet, regresó a México para pedirle las recetas a los vendedores ambulantes.

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"En cuanto encontraba un nuevo sabor o una variación realmente increíble de una bebida, perseguía a la pobre señora que la hizo y le pedía que me diera algunos consejos", explica. Aunque algunos se quedaban perplejos cuando escuchaban que las bebidas se venderían en Inglaterra ("no entienden por qué queremos consumir una de sus bebidas cotidianas"), la gente estaba feliz de darle las recetas. Uno de los lugares, en Puerto Escondido, Oaxaca, tuvo un impacto particularmente fuerte en Woodward.

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"Hay una señora que hace una horchata increíble", dice. "No sé de dónde viene, de pronto aparece en la calle con un gran recipiente. En cuanto la veo digo: '¡Ésa es verdadera horchata!'" La horchata es un agua fresca tradicionalmente hecha con arroz, leche y canela, pero Woodward no podía descifrar qué era lo que hacía que fuera tan especial. Para evitar presionar a la tímida anciana decidió pedirle un ingrediente nuevo cada día. "Le preguntaba: '¿Tiene almendras?' Y me decía: 'No'. '¿Tiene eso?' 'No'. '¿Tiene eso otro?' 'Sí'. Ah, ahora sí vamos avanzando", explica Woodward. "Finalmente, un día, ¡me escribió toda la receta!".

Woodward elabora una amplia variedad de aguas frescas, incluyendo una de horchata con coco, una de tamarindo dulce, y, por supuesto, la de flor de jamaica. Otros ingredientes que utiliza son las semillas de chía, las nueces, el pepino y el melón.

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Algunos creen que las aguas frescas son de origen árabe y que llegaron a México por los españoles, otros datan la bebida al tiempo de los aztecas. Cuenta la leyenda que con el fin de mantenerse hidratados mientras cuidaban las granjas de las islas flotantes que rodeaban sus templos —chinampas—, los aztecas mezclaban las frutas caídas con el agua del lago, creando así las aguas frescas. De ahí el nombre del negocio de Woodward.

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En Chinampas las bebidas se hacen desde cero. Sin contar los extraños sabores ingleses estacionales (el ruibarbo es uno de los favoritos del verano) y una menor cantidad de edulcorante, Woodward se ha apegado a las recetas originales mexicanas y a la manera de servir las bebidas. Esto significa que las sirve en bolsas de plástico con un popote. "Para ellos [los mexicanos], es una forma barata y eficaz para transportar la bebida. Además, frecuentemente, en zonas remotas, los botes de basura son escasos y lejanos unos de otros, así que cuando se terminan la bebida, pueden doblar la bolsa y guardarla en el bolsillo hasta encontrar un bote", explica. "Se me hizo un poco obvio hacer lo mismo en el Reino Unido ya que las bolsas, al igual que los vasos de plástico, pueden reciclarse y así se generan menos residuos".

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Aunque Woodward tiene planes de construir un carrito móvil de margaritas, desea mantener sus aguas frescas apegadas a las recetas tradicionales sin alcohol. "Todos me piden alcohol", dice. "Bueno, si la gente lo quiere, entonces hay que dárselo. Con una de mis bebidas, la de coco, puedes hacer una piña colada increíble. Solo se mezcla con un poco de piña y ron y queda deliciosa".

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Lo que es aún más impresionante es el hecho de que las aguas frescas hayan tardado tanto en llegar al Reino Unido. Puede que éste sea el verano en el que los bebedores británicos finalmente cambien la sal de mesa y los limones secos por algo verdaderamente hidratante.