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Guardia Civil

¿Por qué se suicidan tantos guardias civiles en España?

Cuando el entorno laboral es más peligroso que el terrorismo, la tasa de suicidios entre miembros de la Benemérita supera con creces a la del resto de la población.

El lunes 20 de febrero se suicidaba el tercer guardia civil en una semana en lo que constituye todo un macabro récord (sin contar que en Seseña otro agente se suicidó el 11 de febrero después de asesinar a su pareja). La semana negra comenzaba el jueves 16 de febrero cuando se suicidaba una guardia en el interior de su vehículo (Ponferrada, León). Dos días más tarde, el pasado sábado 18 de febrero, se encontraba sin vida a otro agente, esta vez en su domicilio en Laredo (Cantabria), y el lunes 20 de febrero se suicidaba el sargento Ángel Luis F. S. en la Comandancia de Toledo.  Más allá de la lúgubre estadística, que nos habla del suicidio de más de 50 guardias en los últimos cinco años y más de 450 desde 1982, el último caso arrastra una tétrica coincidencia. El sargento Ángel Luis se suicidó en el mismo sitio, el sótano de la Comandancia de Toledo, en el que hace menos de un año (16 de mayo de 2016) lo hiciera Néstor G.C., el entonces capitán psicólogo. Aquella muerte causó entonces gran revuelo por el enfrentamiento entre el entonces delegado del Gobierno, José Julián Gregorio, y la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). Gregorio se mostró indignado por la nota de empresa enviada por AUGC "con el cuerpo presente todavía en el tanatorio", ya que consideraba que ello constituía "una falta de respeto a su familia y a sus compañeros". A resultas de esta muerte se abrió una investigación al respecto sin que se concluyera nada al respecto. Seguramente, el delegado del Gobierno no repetiría las mismas palabras un año después, con todos los cadáveres fríos que han perecido bajo esta lacra tan terrible desde aquel día, especialmente, porque él es uno de los máximos responsables de evitar estas desgracias.

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En el caso de Ángel Luis, el sargento se quitó la vida pocos minutos después de serle comunicado que sería apartado del cargo y se procedería a la apertura de un expediente disciplinario por una denuncia realizada por el desempeño de sus funciones (denuncia sobre la que no se conoce nada más). Acto seguido, el sargento bajó a los sótanos y se suicidó con su arma reglamentaria. Dejando a un lado esta trágica semana, lo cierto es que resulta demasiado frecuente leer noticias en los medios de comunicación sobre suicidios o intentos de suicidios de los guardias civiles sin que las medidas que se han implementado hasta ahora hayan conseguido detener la tendencia. Un informe de AUGC no solo demostraba la ineficacia de estas medidas, sino que revelaba un dato sorprendente: "En más de 30 años han fallecido por suicidio más del doble de personas que por atentados de ETA, la organización terrorista más activa en la historia de nuestro país".  En el año 2014, la tasa de suicidios dentro de la Benemérita se reveló superior a la del resto de la sociedad (11,2 suicidios por 100.000 guardias civiles por el 8,42 por 100.000 habitantes) y un informe de Daniel López Vela (¿Todo por la patria? Cultura, clima laboral y conducta suicida en la Guardia Civil) basaba sus conclusiones sobre esta epidemia en la militarización, la cultura jerárquica dominante, la ausencia de un régimen laboral saludable, las bajas retribuciones, la ausencia de medidas de conciliación familiar o el acoso laboral como los elementos detonantes de la mayoría de las trágicas muertes. "Por ejemplo, la turnicidad laboral sin políticas de conciliación podría repercutir negativamente en la vida familiar, con conflictividad y rupturas afectivas y aumentando los casos de violencia doméstica". El informe de Daniel López comenzó a gestarse con el trabajo del exguardia civil Juan Antonio Delgado (1996 a 2015), ahora diputado en el Congreso con Unidos Podemos. Precisamente, Juan Antonio comenta sobre aquellos primeros pasos que sabían "que algo sucedía, pero nadie quería afrontar el asunto. Al comenzar a estudiarlo nos dimos cuenta de la magnitud del problema y comenzamos a elaborar un estudio riguroso con Daniel López".  Por desgracia, hasta ese momento "los suicidios en la Benemérita siempre han sido tabú y se han ocultado, lo que se debe a la simiente franquista que anida en ella: mecanismos represores, ausencia de derechos y libertades". Este caldo de cultivo es el que ha terminado desembocando en las tasas de suicidios tan desorbitadas el cuerpo armado, ya que "hay un suicidio cada 26 días y una tentativa cada 10 días".

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Según cuenta Juan Antonio Delgado, la tasa de suicidios no es igual en todas las escalas ni en todos los empleos, ya que casi nunca se suicidan coroneles o generales. La eslabón más débil es siempre el más bajo, en este caso la escala de guardias. "A medida que se aumenta en el rango disminuye la tasa. Lo que lógicamente se debe a las condiciones sociolaborales de los guardias".  Lo que es innegable es que algo sucede en la Guardia Civil que no acontece en otros cuerpos policiales donde la tasa ha llegado a ser "cinco veces inferior" y este año amenaza con marcar un registro tan histórico como penoso (en dos meses se han producido 5 muertes, mientras que en todo el año 2016 fueron 12). Y, en esencia, la diferencia entre la Guardia Civil y el resto de cuerpos policiales se puede resumir en una sola característica: su carácter militar. A más militar, más franquismo, más represión, menos derechos, menos libertades y más suicidios.

Juan Fernández, portavoz de AUGC, la asociación mayoritaria del cuerpo, considera que los suicidios son multicausales y no entiende por qué la cúpula militar rechaza sistemáticamente sus propuestas. Han solicitado la instalación de armerías que permitan a los guardias depositar sus armas cuando no estén de servicio. Aun siendo evidente que esta medida no será suficiente para evitar la elevada tasa de suicidios, parece razonable pensar que podría llegar a evitar más de una muerte. Y con una sola, ya debería considerarse este dinero más que bien invertido.

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Otra de las medidas propuestas por AUGC y denegada por la cúpula militar ha sido la externalización de los psicólogos que atienden a los guardias, los cuales actualmente están más al servicio del mando que de su código deontológico. "La jerarquía y la disciplina" son los elementos apuntados por Juan Fernández como mayores obstáculos para el desempeño de las funciones de los psicólogos militares. Sorprende que la Guardia Civil no acepte esta petición, al igual que la anterior, ya que deberían encontrarse abiertos a cualquier cambio teniendo en cuenta que la situación actual. Al menos, deberían ser capaces de introducir programas pilotos en algunas comandancias, lo cual permitiría estadísticamente demostrar si la externalización de los psicólogos militares reduce las tasas de suicidios. Tristemente, a tenor de lo comprobado, el inmovilismo y la falta de cooperación de los mandos está siendo sin duda uno de los mayores obstáculos con los que se están encontrando los guardias comprometidos para salvar las vidas de sus compañeros.  Dado que las causas y los efectos ya han sido documentados en el excelente y riguroso estudio de Daniel López, ahora solo queda que la Guardia Civil haga honor a su nombre y se civilice. Después de más de 150 años de carácter militar, un cambio no estaría de más, sobre todo, si se tiene en cuenta que los cuerpos policiales civiles se han demostrado en España tan profesionales y exitosos como la Benemérita. Como mínimo, conseguiríamos que se suicidaran menos guardias, razón más que sobrada para emprender el necesario viaje al siglo XXI de este cuerpo policial todavía militarizado.

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