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Cantar ópera es similar a dirigir un restaurante

Nunca tuve la intención de cambiar mi profesión, pero resulta que mi vida se divide en ser cantante de ópera y dueña de un restaurante.

Hay momentos en la vida en los que se siente un gran impulso de empezar algo nuevo. Para mí ocurrió en 2009. Tuve una increíble visión de que celebraría mi cumpleaños 40 en mi propio restaurante. Nunca antes había tenido la intención de cambiar mi profesión como cantante de ópera.

Antes de Kochu Karu, tenía mucho más tiempo. Estudié por seis años en la Academia de Música y Teatro en Berlín y en Múnich e inmediatamente después de graduarme pasé seis años como soprano solista en un grupo de teatro. Mi vida entera giraba alrededor del canto, las lecciones de voz, la música, los escenarios y el teatro.

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Estaba en un coro de iglesia cuando la directora –una monja– descubrió mi voz. Obtenía muchas partes de solista en los cantos y eventualmente fui a una escuela de música. Asistí a la universidad y estudié canto de ópera. Quería ir al Conservatorio de Música de San Francisco, pero no podía pagar las colegiaturas. Entonces obtuve una beca, después de aprobar mi examen de aptitud, en la Hochschule für Musik "Hanns Eisler" en Berlín.

Durante mis estudios obtuve mi primer papel en un festival de música. Y luego me conseguí un agente para que me representara, lo que me llevó a mi primer trabajo formal en el teatro. Fue entonces cuando me convertí en una cantante de ópera. No es que haya sido descubierta en un restaurante, o siendo mesera-cantante, o cantando en la calle como músico callejero.

La vida como miembro del reparto permanente en un teatro de ópera requiere de mucha disciplina. La mayoría del tiempo estaba concentrada en el entrenamiento vocal y en mantenerme físicamente en forma para aguantar nuestros innumerables e interminables ensayos, ejercicios y presentaciones.

Ya seas cantante o dueño de un restaurante, debes apropiarte de lo tuyo —no importa si es una presentación o un menú — y presentarlo con autenticidad y completa convicción hacia el público. Los asistentes —oyentes o comensales— no están interesados en tu ánimo.

Aún canto y especialmente me gusta involucrarme en proyectos de teatro musical, porque me brindan una nueva experiencia —musical o actoralmente. Por supuesto, debo organizar muy bien mi tiempo con el restaurante. Fui capaz de preparar la inauguración del restaurante mientras aún actuaba en el teatro, así que la transición a la vida con Kochu Karu fue muy fluida y emocionante. Gracias a Dios que tengo un gran socio, ¡mi José!

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Kochu Karu es mi primer restaurante. Una vez trabajé como mesera, cuando estudiaba —como lo hacen miles de estudiantes—, pero no me percaté de mi deseo por abrir mi propio restaurante hasta más tarde. Mi proceso de pensamiento y razonamiento sucedió así: 1) Conocí a un gran amigo que cocina increíblemente bien; 2) Mis amigos se ofrecieron a ayudarme con todo lo relacionado a la inauguración; 3) José y yo teníamos el mismo concepto de cocina fusión; y 4) Pensé que sería divertido expandir los horizontes de mi vida. Así que, ¿por qué no?

Mi vida como artista y como dueña de un restaurante se han superpuesto considerablemente, y los dos roles son increíblemente similares. La gente va al teatro o al restaurante para entretenerse. Ya seas cantante o dueño de un restaurante, debes apropiarte de lo tuyo —no importa si es una presentación o un menú — y presentarlo con autenticidad y completa convicción hacia el público. Los asistentes —oyentes o comensales— no están interesados en tu estado mental o en tu ánimo. A mis clientes les gusta que la dueña del restaurante sea divertida y optimista, así que tomo ese rol de buena gana.

Cuando era pequeña cocinaba con mi madre. Iba con ella a comprar los ingredientes y la ayudaba en la cocina. Así que automáticamente aprendí mucho sobre cómo elegir buenos ingredientes y cómo usarlos de la mejor forma. Pero mi madre no tenía recetas escritas, ella me enseñó que los platillos siempre tienen un poco de experimento y me mostró cómo cocinar guiada por el gusto y no por las medidas.

El menú de Kochu Karu está, por supuesto, influenciado por mi niñez en Corea, el huerto de vegetales de mis padres y el cajón de especias de mi mamá. Mis recetas del barbecue, del kimchi y de un par de salsas, están basadas en las recetas de mi madre. Mi madre es la mejor cocinera del mundo para mí. Estaba un poco escéptica cuando le dije que cocino comida coreana con un chef español y dudaba sobre esa mezcla de cocina coreana con española. Luego en 2013, nos visitó y probó cada plato cocinado por José. Ahora es su fan número uno y hasta cocina algunas de las recetas de José en su casa, allá en Corea.

Aún soy cantante y siempre lo seré. Pero ahora también tengo un espacio milagroso que me da la oportunidad de hacer feliz a la gente.

Como fue contado a Abby Carney