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Identidad

Incluso en las relaciones queer proliferan los obsoletos roles de género

Un nuevo estudio ha descubierto que las aburridas normas de género siguen influyendo en las ideas de los norteamericanos sobre quién debería hacer qué tareas y cuidar de los hijos en las relaciones.
Photo by Alexey Kuzma via Stocksy

Todas las personas que conozco son andróginos totales inmersos en relaciones asexuales. Yo pensaba que ya no había comportamientos o normas de género, pero una nueva investigación ha descubierto que los estereotipos de género están muy arraigados en la actitud de los norteamericanos con respecto a las relaciones, especialmente en lo relativo a la asignación de cosas tan aburridas como las responsabilidades del hogar, incluyendo cocinar y limpiar.

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Para el estudio, llevado a cabo en la Universidad de Indiana y titulado "¿Ganar dinero, representar papeles de género o ser esencialista? Características de las parejas y actitud de los norteamericanos con respecto a las labores del hogar", se entrevistó a 1.025 sujetos preguntándoles cómo creían que las personas que mantienen una relación debían compartir las responsabilidades del cuidado de los hijos y las tareas del hogar. Los resultados revelaron que muchos de ellos parecían haberse quedado atascados en la década de 1950.

Los investigadores diseñaron ocho viñetas —u ocho conjuntos de información— sobre parejas casadas ficticias que eran heterosexuales, gais y lesbianas. Igual que en el interminable curso sobre teoría queer que es la vida de un miembro de la Generación Y, el género y el sexo fueron factores de distinción en el estudio y las viñetas así lo reflejaban. Para caracterizar la masculinidad y la feminidad sin identificar explícitamente a ninguno de los miembros de las parejas como masculino o femenino, los investigadores les asignaron hobbies e intereses estereotipadamente de género. Por ejemplo, un miembro masculino de una pareja estaba más interesado en jugar al baloncesto los fines de semana mientras que su marido prefería ir de compras.

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El estudio tenía como finalidad medir cómo influían el sexo y el género, además de los ingresos monetarios, en el modo en que los encuestados asignaban a cada miembro de las parejas las siguientes obligaciones domésticas: "cocinar, fregar los platos, limpiar, hacer la compra, hacer la colada, tareas en el exterior, hacer reparaciones en el coche y gestionar las finanzas del hogar". También medía la percepción sobre qué miembro de la pareja debía ocuparse del cuidado físico, el cuidado emocional y la disciplina de los hijos, así como qué miembro de la pareja debía abandonar su carrera profesional para convertirse en esclavo de los mismos.

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Los resultados revelaron que nuestra perspectiva del hogar sigue estando conformada por obsoletas actitudes en torno a los roles de sexo y género. Incluso en el caso de las parejas gais, los encuestados asignaban deberes tradicionalmente femeninos como limpiar a los miembros de la pareja más femeninos con un significativo margen. Económicamente hablando, la gente tendía a asignar el cuidado físico de los niños y las tareas como limpiar y cocinar al miembro de la pareja que ganaba menos dinero.

Todas las mujeres que conozco están demasiado ocupadas comiendo patatas gratinadas con queso como para ponerse a limpiar

El factor del sexo —es decir, si alguien es hombre o mujer— fue un factor más decisivo incluso que el género o los ingresos en el estudio, lo que significa que el reparto de deberes entre las parejas heterosexuales se distinguía ampliamente por su sexo. "El sexo fue un abrumador factor de predicción de las responsabilidades del hogar y el cuidado de los hijos", explicó a Broadly Natasha Quadlin, autora principal del estudio. "Incluso después de conocer la masculinidad/feminidad de los miembros de la pareja y sus ingresos relativos, las tareas del hogar y el cuidado de los hijos estaban fuertemente marcados por el sexo. Por ejemplo, en torno a tres cuartos de nuestros participantes creían que las mujeres heterosexuales debían cocinar, limpiar la casa, hacer la colada y hacer la compra, y casi el 90 % de los encuestados pensaba que los hombres heterosexuales debían realizar el mantenimiento del coche y de los espacios exteriores".

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Los intereses propios de determinado género fueron la característica más influyente en el caso de las parejas gais y lesbianas, es decir, que se asignaba a los miembros de las parejas no heterosexuales que veían comedias románticas las tareas femeninas y a sus compañeros o compañeras más machorros no. El género fue más influyente entre las parejas lesbianas y gais de lo que lo fue en el caso de las parejas heterosexuales, que solo recibían el reparto de tareas en relación a su sexo, independientemente de qué miembro poseyera cualidades más masculinas o femeninas. "En el caso de las parejas heterosexuales, los encuestados se basaron en características biológicas para determinar quién debía hacer qué tareas", afirmó Quadlin, "pero en el caso de las parejas del mismo sexo se hacía más hincapié en las categorías sociales que determinan qué es masculino y femenino".

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Para mí, los resultados de este estudio resultan bastante cabreantes. Los hombres y la masculinidad están obviamente anticuados. Estamos en 2016 y el género se divide en infinitas categorías, pero una buena muestra de la sociedad norteamericana asigna las tareas más estúpidas a las personas más "femeninas". Sin embargo, Quadlin opina de otro modo. Ella cree que el resultado de este estudio nos demuestra que "los hombres heterosexuales no son inmunes a los estereotipos en lo referente a las tareas del hogar, porque se espera abrumadoramente que los hombres realicen tareas estereotipadamente masculinas, como realizar el mantenimiento del coche o las tareas en el exterior de la casa".

Quadlin también señala que los comportamientos propios de determinado género y los ingresos obtenidos no eran de mucha importancia en el caso de los tíos hetero, sugiriendo que solo las mujeres son castigadas por tener preferencias estereotipadamente de género como pasar el sábado en el centro comercial y disfrutar de películas tontas protagonizadas por actores buenorros. "Incluso cuando los hombres son más femeninos y ganan menos que sus parejas, no se espera de ellos que hagan más tareas en el hogar o que cuiden más de los hijos de lo que se esperaría de otro modo", indicó Quadlin. "Aunque a veces pensamos en la masculinidad como algo 'frágil' o 'precario', descubrimos que los hombres no eran necesariamente penalizados por su falta de masculinidad".

Todas las mujeres que conozco están demasiado ocupadas comiendo patatas gratinadas con queso como para ponerse a limpiar. "La actitud de los norteamericanos con respecto a las tareas del hogar y el cuidado de los hijos parece no estar a la altura de los tiempos que corren", dijo Quadlin. "Las mujeres heterosexuales a menudo se sitúan al borde de una navaja de doble filo: se espera de ellas que hagan las tareas del hogar y cuiden de los hijos, pero esas expectativas no desaparecen cuando ganan más que sus maridos".

"Aunque contamos con políticas dirigidas a igualar los ingresos entre hombres y mujeres", continuó, "dichas políticas no serán efectivas para promover la igualdad de género si nuestra actitud hacia los géneros no está a la altura".