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Los Houston Rockets y el caso de las victorias desaparecidas

Tras iniciar con récord de 4-7, los Houston Rockets están en el hoyo. ¿Qué tanto su coach está en peligro de perder su trabajo?
Kelley L Cox-USA TODAY Sports

Corte informativo: los entrenadores de la NBA son contratados para ser despedidos. Los corren cuando sus equipos pierden. Los corren cuando ganan. Incluso los despiden —como aprendió George Karl en 2013— después de ser nombrados Entrenador del Año. Solo tres entrenadores —Gregg Popovich, Erick Spoelstra, y Rick Carlisle —han mantenido sus actuales posiciones por más de cinco años.

Cuando los Houston Rockets arrancaron 4-7 este año, no todo fue una sorpresa cuando la franquicia despidió a Kevin McHale. La pregunta es, ¿destituir a McHale realmente hace una diferencia?

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Los Rockets han cerrado con un récord ganador todas las temporadas desde 2006-07. Ningún otro equipo fuera del estado de Texas tiene una racha más larga de temporadas ganadoras. Sin embargo, dentro de Texas la historia es diferente. Los Dallas Mavericks están en medio de una racha de 15 temporadas, y los San Antonio Spurs han tenido una marca ganadora desde 1997-98.

Mientras que los Mavericks y los Spurs han ganado títulos de la NBA desde que arrancaron sus respectivas rachas, los Rockets solo han llegado dos veces a la primera ronda de playoffs desde 2006, y aún les falta avanzar hasta las finales. Considerando la calidad de los equipos de Houston, esto no debería sorprendernos.

La calidad de los equipos es más clara viendo el diferencial en la eficiencia, o la diferencia entre los puntos anotados por un equipo y los puntos que regala por cada 100 posesiones. En 2006-07, los Rockets lograron una cifra récord de 5.2, el cual va de la mano con un equipo que ganaría cerca de 54 juegos de temporada regular. 37 equipos de la NBA han mejorado dicha marca, cuatro la temporada pasada. En resumen, Houston ha sido un buen equipo por años, pero no tan bueno.

"Ok, iré en busca de victorias por este lado." Foto por Kelley L Cox-USA TODAY Sports

La temporada pasada no fue una excepción en la tendencia. Sí, los Rockets ganaron 56 partidos, pero las cifras de eficiencia del equipo de 3.4 es consistente con las 50 victorias. Una vez más, bueno pero no genial. Sin embargo, cuando McHale fue despedido, el rendimiento de los Rockets fue de -7.5. Algo consistente con un equipo que ganaría 22 juegos en toda una temporada. ¿Entonces qué les pasó a todas las victorias que vimos el año pasado?

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Para descifrarlo, podemos ver otras estadísticas para determinar qué jugadores son los principales responsables de la diferencia del lugar en que los Rockets esperaban estar este año y en el que estaban cuando McHale fue despedido.

Cuando nos movemos de la eficiencia a las Victorias Producidas, vemos que las victorias de los Rockets en 2014-15 fueron en su mayoría por el juego de James Harden, quien terminó la temporada con calibre de MVP de 19.6 triunfos. El resto del plantel solo produjo 30.4 victorias. Y al igual que Harden fue la llave para el éxito de Houston la temporada pasada, resulta que también es la llave para entender los problemas actuales de Houston.

El año pasado, Harden produjo 0.316 triunfos por 48 minutos disputados —más de tres veces mejor que un jugador promedio en 2014-15. (Ya que un equipo promedio produce 0.500 victorias por 48 minutos de juego, un jugador promedio genera 0.100). Después de 11 partidos este año, sus Victorias Producidas (WP48) fue de solo 0.050. No solo Harden ya no era una estrella; ni siquiera era un jugador promedio de la NBA. El declive de Harden redujo la marca proyectada de los Rockets a 16 triunfos.

Harden no es el único jugador cuya productividad ha disminuido. Corey Brewer no fue una gran parte del éxito de la pasada temporada —solo logro un WP48 de 0.052—. Después de 11 juegos este año, empezó ayudando muy poco y terminó afectando al equipo. Su WP48 cuando McHale fue despedido era de -0.163. Exacto, está por debajo de cero. Esto le costó otras 8 victorias dentro del récord final proyectado.

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Por último, está Ty Lawson. Lawson pasó toda su carrera con los Denver Nuggets antes de llegar a Houston en 2015. En Denver, siempre estuvo por encima del promedio, produciendo 48.1 victorias en seis temporadas (con un 0.178 WP48). Sin embargo, con los Rockets, Lawson ha estado en la calle. Después de 11 juegos, su WP48 era de -0.001, costándole a los Rockets otras doce victorias.

Si Harden, Brewer, y Lawson no hubieran bajado su rendimiento, la marca final proyectada de los Rockets sería de 47 triunfos, y no 22, y MacHale probablemente seguiría en Houston.

La impresión que tienes cuando haces las cuentas. Foto por Thomas B. Shea-USA TODAY Sports

La razón principal del bajón en su productividad es la eficiencia en los lanzamientos. Para cuando McHale fue despedido, el porcentaje de puntos efectivos de este trio era de 0.394. Un jugador de la NBA promedio es casi un 50 por ciento efectivo en su porcentaje de puntaje. Harden, Brewer, y Lawson tiraron, literalmente, por la borda a McHale.

Tal vez McHale tiene algo de culpa en esto; tal vez un entrenador diferente habría arreglado esta situación. Es obvio que los equipos corren a sus entrenadores porque creen que ellos importan, pero un estudio que publiqué —junto con Michael Leeds, Eva Marikova Leeds, y Michael Mondello— muestra lo contrario.

Hace unos años, vimos cómo el rendimiento de los jugadores cambió con la introducción de un nuevo entrenador. En un estudio de 62 entrenadores de la NBA, solo 14 resultaron tener un impacto significativo en el rendimiento de los jugadores. Esto no quiere decir que dirigir no importe; significa que la mayoría de los entrenadores no son muy diferentes los unos de los otros.

En Houston, Harden, Brewer y Lawson empezaron el año sin tino en sus tiros. Todos asumimos que los tres quieren que sus tiros entren, pero cuando no sucede, bueno, el entrenador no será capaz de hacer mucho al respecto para arreglarlo.

¿Entonces un nuevo coach ayudará a los Rockets? Si los tiros bajan, ciertamente considerarán esta opción, pero al menos que el nuevo entrenador tenga palabras mágicas para hacerlo una realidad, cualquier cambio en el rendimiento de Houston será una cuestión de suerte en lugar de cambio personal. En otras palabras, es muy probable que no haya habido una buena razón para poner de patitas en la calle a McHale.