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Así controla lo que comemos el poderoso lobby español de la carne

Desde el 2008 el consumo de carne no deja de bajar y eso ha hecho que el lobby cárnico haya pasado a la ofensiva.
cerdo enjaulado
Imagen cortesía de Igualdad Animal

Este artículo se ha hecho en colaboración con Igualdad Animal.

La industria cárnica española es, sin lugar a dudas, una de las más poderosas de nuestro país. Un negocio que genera 24 000 millones de euros al año y es el cuarto sector industrial de nuestro país. A pesar de ello, desde hace más de una década vive con preocupación el constante descenso del consumo de carne en España. Los señores de la carne pensaron que el descenso se debía a la crisis del 2008, pero tras más de una década de tendencia a la baja, ha quedado claro que existen otros factores, como la mayor preocupación por el bienestar animal, la salud y el medioambiente, o la creciente percepción, sobre todo en las nuevas generaciones, del consumo de carne como algo negativo que hay que reducir o eliminar de la dieta.

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Ante este escenario, el lobby cárnico lleva tiempo desplegando todas sus armas para salvaguardar los intereses económicos de tan suculento negocio. Hay dos momentos clave en los que hemos podido comprobar su poder y sus estrategias para manipular a la opinión pública.


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Uno de ellos fue la publicación del informe de la OMS el 26 de octubre de 2015 en el que indicaba la relación entre el consumo de carne procesada y el cáncer colorrectal. Esta publicación y el impacto internacional que generó, supuso todo un terremoto en la industria cárnica. Para contrarrestar este informe, la industria cárnica española (en concreto las interprofesionales INTERPORC, INTEROVIC, ASICI Y PROVACUNO) contrató a una empresa llamada Sprim que elaboró un plan estratégico de crisis que incluyó varias fases.

La primera fase contó con varios “expertos científicos” que hablaron en los medios de comunicación defendiendo los intereses del sector cárnico sin que se les relacionara con él. Gracias a Fíltrala pudimos conocer esta información que en otros países europeos hubiera sido un escándalo nacional y generado dimisiones en cadena. Este documento demuestra cómo el lobby de la carne en España manipuló a la opinión pública, sin importarle la salud de los consumidores cuando esta entra en conflicto con sus intereses económicos. Está forma de actuar es muy similar a la que empleó el lobby del tabaco en los años 50 en Estados Unidos o la empleada hoy en día también por el lobby del azúcar.

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Más recientemente pudimos comprobar las buenas relaciones que mantiene el lobby de la carne español con el poder político. El 31 de enero de este año, 4 días antes de la emisión del Salvados “Stranger Pigs” dedicado a la industria cárnica, la patronal del cerdo (que rechazó intervenir en el programa) envió una carta a la ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación y Medioambiente por aquel entonces, Isabel García Tejerina. En la misiva le pedían que desde su ministerio se mostrase apoyo público, algo que “sería de gran ayuda para evitar que los ciudadanos se lleven una imagen totalmente equivocada de nuestro sector”.

La llamada de auxilio surtió efecto y justo dos días después de la emisión del programa de Salvados, el martes 6 de febrero, la ministra intervino en los Desayunos de TVE defendiendo las bondades del sector porcino español y reconociendo que ni siquiera había visto el programa. Fue vergonzoso y un auténtico escándalo que ante uno de los mayores casos de maltrato animal en granjas y posible delito de salud pública en la historia reciente de España, la ministra apareciera en TVE para defender los intereses del sector porcino sin siquiera haber visto el programa y sin anunciar ninguna medida para depurar responsabilidades.

Cuando vi esto entendí por qué la patronal del sector rechazó intervenir en el programa de Jordi Évole: ya tenían a la Ministra para que les hiciera de portavoz. Algo que el propio Évole denunció en una carta abierta en la que indicaba que Tejerina “prefería ser la ministra del lobby antes que la ministra de todos”. En esa misma carta Jordi Évole también hablaba de los publireportajes del sector porcino que aparecieron a toda página en los principales periódicos del país ese martes 6 de febrero.

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Estos son solo un par de ejemplos claros que muestran el poder del lobby cárnico en España. Pero no acaba aquí.

En el plan trazado para contrarrestar el informe de la OMS, la industria hablaba de una estrategia de “evangelización” en la segunda fase, que básicamente consistía en generar noticias en los medios que alabaran el consumo de carne y construyeran una percepción social positiva del mismo. Y una manera muy eficaz para conseguirlo era que esas noticias fueran generadas por entidades sanitarias. Como bien reflejaba Mario Yanes en este artículo en El Caballo de Nietzsche, en esta fase pudimos ver la nota de prensa que emitió la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap) recomendando el consumo de carne en los niños o el documento La carne y la salud en niños y adolescentes publicado por La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.

Paralelamente a estas estrategias de evangelización, estos lobbies desarrollan estrategias de demonización, que consisten en construir y difundir una imagen negativa de los defensores de los animales, veganos, ONG animalistas… en definitiva de aquellos que el lobby de la explotación animal identifica como “el enemigo”. Un pionero en esto fue Ron Arnold, Vicepresidente de El Centro para la Defensa de la Libre Empresa, una entidad de relaciones públicas de las industrias de explotación animal, que en 1982 acuñó el término "ecoterrorismo". La intención era clara: criminalizar a los activistas ecologistas y animalistas que ponían en jaque los intereses de estas industrias. En una entrevista concedida al New York Times en 1981, Ron no dejaba lugar a dudas: "Hemos creado un sector de opinión donde antes no existía. Nadie pensaba que el ecologista fuese un problema hasta que llegamos nosotros. Nuestro objetivo es destruir y erradicar el movimiento. Vamos muy en serio".

Y aquí en España ya pudimos comprobar en nuestras propias carnes la aplicación de estas narrativas, cuando mis compañeros y compañeras activistas y yo mismo abrimos telediarios el 22 de junio de 2011 como “cúpula ecoterrorista detenida”. Después de llevar varios años investigando y denunciando los abusos de las granjas peleteras, se orquestó una operación policial, judicial y mediática para criminalizarnos y frenar nuestro trabajo, en la que el uso del término "ecoterrorismo" tuvo un papel protagonista. Al final todo cayó por su propio peso y el caso fue archivado e incluso en el auto la jueza daba legitimidad a nuestro trabajo de investigación.

Siguiendo la misma línea, los lobbys de la industria ganadera tienen una agenda para demonizar al movimiento animalista, en la que a través de noticias y reportajes sensacionalistas presentan a los defensores de los animales como “frikis”, violentos, fundamentalistas… En un contexto de “fake news” desatadas, me temo que ya estamos asistiendo a una ofensiva de narrativas de este tipo con el único objetivo de criminalizar, dañar e intentar frenar el avance del movimiento animalista, algo a lo que el poderoso lobby de la carne español parece tenerle mucho miedo. ¿Por qué será?

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