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Sentimientos

Pase lo que pase, oculta todos tus sentimientos

Si los comunicas sin ningún tipo de filtro estarás devaluando tus propios sentimientos.
Foto del usuario de Flickr Forest RunnerCC BY 2.0

Al contrario de lo que mucha gente puede llegar a pensar, muchos problemas surgen de expresar, precisamente, esos sentimientos y dudas que se supone que si nos guardamos en el interior de nuestro corazón toda nuestra vida se convertirá en un horror. Intentar expresar todo el infierno que se desarrolla en el incongruente y complejo interior de una persona no solo es absolutamente imposible si no que totalmente perjudicial.

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Esa situación en la que vas por la calle comiendo unos Pelotazos y de repente, al final de la calle, ves a un hombre con unas bolsas del Caprabo reventadas a su lado, con el zumo de mango esparcido por el suelo y los MiniBollycaos por ahí aplastados. Te vas acercando y ves como el tipo se arrodilla y se acerca las manos a la cara. Cuando estás a cinco metros de distancia te das cuenta de que está llorando, pero llorando de verdad, con la cara roja y mocos líquidos y babas colgando por todas partes, como si fueran lianas. El tío está balbuceando cosas raras sobre un "despido que llega en el peor momento" y algo de "la custodia de Laurita". Al pasar por su lado se abalanza sobre ti y te abraza, buscando apoyo moral o Dios sabe qué.


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En contraposición a esta escena tenemos a una mujer que está comiendo sola en un restaurante y de repente la llaman por teléfono. Al poco rato cuelga, se termina el helado, pide la cuenta y se va con un “muy buenas tardes” que el camarero responde con una sonrisa y un “adiós Raquel”. En esa llamada la han informado de que su marido ha perdido los dos brazos en la fábrica, "un accidente terrible y visualmente muy incómodo", ha dicho el interlocutor. Esta noche llorará sola ante la inerte mirada de su almohada. Ni una sola lágrima derramada en público.

Si bien existe un abismo de grises entre estas dos situaciones, sí que nos sirven para ilustrar de forma extremadamente sencilla dos actitudes que podemos reconocer fácilmente. Es difícil decidir cuál de las dos conductas resulta socialmente menos aceptada, pero me atrevería a decir que es la supuesta frialdad (el segundo exemplum) la que se llevaría la peor parte. Si eres de este tipo de individuos, no te preocupes, estoy contigo; te comprendo.

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Acomódate y adentrémonos juntos en el apasionante arte de no expresar los sentimientos, algo que siempre viene bien cuando odias tu trabajo o detestas a tu pareja, sobre todo cuando los domingos propone eso de “hacer pizzas caseras” cuando tú, evidentemente, prefieres, simplemente, comprarlas en el Telepizza.

A quienes no comunican sus sentimientos se les tilda de seres infrahumanos por el solo hecho de no compartir su contenido emocional, como si la comunicación de sentimientos fuera la única característica de todo "lo humano"

Es algo totalmente injusto que estas personas, digamos, sentimentalmente responsables (luego volveremos a este término), acostumbren a recibir críticas de todo tipo. Se les tilda de seres infrahumanos por el solo hecho de no compartir su contenido emocional, como si la comunicación de sentimientos fuera la única característica de todo "lo humano".

Muchas veces el acto comunicativo de los sentimientos se sustenta sobre una farsa, un teatro que no guarda proporción con la realidad, y es por esto que hay personas a las que simplemente no les sale, y no les gusta intentar fingir externamente lo que sienten por dentro.

Es más, no se trata de fingir el dolor, el odio o la felicidad, eso existe, sin ningún tipo de duda —no ver una carcajada no significa que no exista, en el cerebro de esa persona, una risotada descomunal—, pero es la comunicación de este dolor lo que estas personas sienten como actuado o impostado.

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Esto no significa que no sientan, simplemente les parece ridículo manifestar algo tan complejo, pues todas las muestras de sentimientos que han cruzado el umbral que separa el interior de la mente humana y el mundo exterior les han resultado lamentables, incluso las perciben como falsas, hipócritas e impostadas. Vivimos en un mundo en el que el drama sufre de hipertrofia y cuando algo o alguien no comunica sensaciones exacerbadas se percibe como un problema, una carencia, algo digno de un ser frío incapaz de empatizar con nada ni nadie.

Hay que expresar sentimientos, pero en el momento justo, con precisión y coherencia, pues lo que se hace no debe tratarse en balde. Golpear un armario no puede resumir el visceral odio que se perpetua en tus entrañas. Desnudarse delante de los demás, y hacerlo bien, es algo tremendamente importante, y si se hace mal, los sentimientos quedarán debilitados.

Piensa que los sentimientos que comunicas son una gran mentira

Para empezar, estaría bien entender que concretar un sentimiento resulta complejo y muchas veces se termina perdiendo parte —o la totalidad— del mensaje. Es como querer concretar el rostro del diablo o intentar representar el amor absoluto en un lienzo. Expresar es concretar y concretar es limitar, por lo que mostrar una versión desangelada de lo que arde dentro de ti (ese cosmos selvático repleto de sendas y atajos) es una imprudencia. Es como creer que el iceberg es solo esa punta que se alza por encima de la superficie del mar y que ves y señalas con despotismo. Los sentimientos son algo tan bello y puro que sacarlos de la caja con imprudencia es la mejor forma de denostarlos.

Es entonces cuando aquí la realidad se invierte. Ser afín a notificar constantemente los sentimientos supone la aceptación de que se está transmitiendo algo que no se respeta del todo, pues supone contentarse con un sucedáneo del referente, todo por culpa de una urgencia comunicativa. Y contentarse con un bootleg de baja calidad es menospreciarse a uno mismo, significa devaluar los propios sentimientos.

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Expresando nuestros sentimientos solo podemos compartir una ínfima parte del iceberg problemático tenemos dentro

Si uno sabe que solo podrá compartir —mediante el limitado uso de la palabra, la escritura o cualquier medio que esté sujeto a las limitaciones de la percepción humana— una ínfima parte del iceberg problemático que se tiene dentro, estará, realmente, comunicando una parte amputada de sí mismo, estará ofreciendo una mentira, una especie de humo que no reflejará su realidad interior.

A eso me refería con lo de “sentimentalmente responsables”, pues no es muy responsable verter tantos residuos de mala calidad al mundo que nos rodea que, a la par, suponen un desprestigio hacia uno mismo.

Piensa en la gente que comunica en exceso sus sentimientos

Tranquilo, estás en el bando de los buenos. Reconoce a tus enemigos y sabrás de qué lado debes estar. Piensa en esas personas que lloran cuando ven programas de televisión en los que madres se reencuentran con sus hijas. O cuando la gente llora de felicidad y emoción al ver el Shake It Out de Amaia. O pensad en el tipo del Caprabo del segundo párrafo.

Incluso, gente que, a pesar de la ausencia de ese sentimiento, lo expresan, se lo inventan porque socialmente sienten que les aportará algo expresar esa sensibilidad. Una pantomima del vacío.

Este festín de jolgorio o tragedia es una postal que se olvida con facilidad, es la caricaturización de los sentimientos. ¿Quieres ser como ellos? ¿Hace falta que alguien responda a esta pregunta?

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La consideración de arte

Convivir con personas e interactuar con ellos sin mostrar ni un ápice de alegría es, indiscutiblemente, un arte. Por ejemplo, la gente necesita una moneda de cambio con los seres humanos con los que están comprometidos mediante un contrato social basado en los sentimientos amorosos, la ausencia de demostraciones de afecto u odio en este caso pueden resultar tremendamente desesperantes, incluso pueden desembocar en una ruptura.

En este caso, curiosamente, solo una muestra de afecto descafeinada es lo que el amante desea. La imposibilidad de expresar el amor absoluto hacia una persona no es bien recibida ni interpretada correctamente en los idilios, cuando precisamente es la naturaleza inabarcable del sentimiento lo que lo engrandece.

Si te dicen "te quiero" será probablemente porque no les importas una mierda. Ahora intenta compartir esa estaca de luz que sientes en el pecho cada vez que te acercas a esa persona que amas, las palabras se quedan ofensivamente cortas si las comparamos con las sensaciones que experimentas en tu interior.

Que la gente siga respetándote y queriendo estar contigo bajo estas circunstancias es un gran mérito, sin duda. Además, comunicar toda esta mierda que digo en este artículo y que sea aceptado, sin que te manden a la mierda, requiere de una maestría dialéctica y de una sensibilidad discursiva extrema, se trata, entonces, de arte.

§

La gente llorará delante de ti, insistiendo en que te muestres, en que te reveles al mundo. Te dirán eso de que no te conocen como suponiendo que “conocer a alguien” significa verlo llorar o sonreír. Conocer a alguien es conocer cada detalle de todo lo que hace cuando cocina unos espaguetis a la carbonara; saber cómo cogerá el bolígrafo a la hora de apuntar un teléfono en una hoja de papel medio rota o saber qué comentario dirá cuando vea por primera vez la escena de la oreja cortada en Reservoir Dogs (concretamente ese momento en el que Michael Madsen sale del almacén), se trata de lo sutil.

Esto es conocer a una persona, los pequeños detalles, las pequeñas píldoras cuyo significado y valor crecen poco a poco, no las grandes explosiones de sentimientos impostados, los fuegos artificiales que buscan llamar la atención, las nocheviejas en París o las cenas en el Tickets Bar de Barcelona. No queremos pomposas orquídeas cuyas floración dura 4 días y es bella pero superficial, queremos esas semillas que crecen poco a poco, lejos de la espectacularidad, pero que aguantan toda una vida.