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Cibercondría: por qué no puedo parar de autodiagnosticarme mirando internet

Encima nunca nada es un grano ni una gastritis: todo es siempre cáncer.
cibercondria

Hace un par de años tuve un sangrado entre regla y regla. Estaba en el curro y no paré de ir al baño en toda la mañana para mirarme las bragas. Sangré muy poco pero me asusté mucho, como cada vez que mi cuerpo no funciona con normalidad. Y, como tantas otras veces antes y tantas después, antes de contárselo a nadie o de pedir cita con el Doctor Gavilán, que es mi médico de cabecera aunque tenga nombre o bien de protagonista de telenovela o bien de monigote de serie infantil en la que los animales hablan, me fui a Google.

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"Sangrado entre reglas", escribí en la barra de búsqueda. Google me recomendó Medline Plus, una vieja conocida en la que ya había encontrado la respuesta a por qué me dolían las lumbares y a por qué me molestaban las muelas del juicio. Descubrí que se llamaban "sangrados intermenstruales" en la página web de Saber Vivir, que era otra de las que me devolvía el buscador, así que mi búsqueda inmediatamente posterior fue "sangrado intermenstrual".


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A partir de ahí y poniéndome por supuesto en lo peor, que es lo que solemos hacer los que recurrimos a Internet cada vez que tenemos un achaque, me convencí de que aquello era o bien un sangrado de implementación, lo cual significaba que estaba embarazada aunque usaba el anillo anticonceptivo desde hacía tres años, o bien un cáncer de endometrio. Porque para los que buscamos en Google compulsivamente todo es siempre cáncer. Nada es nunca un grano, ni una gastritis, ni un dolor de cabeza normal.

Salí de la redacción a que me diera el aire y empezó a latirme muy rápido el corazón pensando en el chiquillo que tendría que alimentar a partir de entonces si era un embarazo o en qué hostias iba a hacer durante mi larga estancia en el hospital y en que menuda putada si era un cáncer. Noté que sudaba, algo que en cualquier otra ocasión me habría parecido completamente normal porque era agosto y era el centro de Madrid, pero mi primera reacción fue pensar que me estaba dando un ataque de ansiedad y volver, claro, a Google. "Síntomas de ataque de ansiedad", "sudoración y taquicardia".

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Como casi todas las historias similares a la mía aquella tuvo un final feliz. Ni era cáncer ni estaba preñada. Cuando fui a su consulta, el Doctor Gavilán me mandó a casa sin más prescripción que una palmadita en la espalda y una invitación a dejar de ser tan parda.

Soy psicóloga y neurótica

"Estar enfermo no es agradable para nadie, es normal que cuando padecemos alguna enfermedad nuestro estado de ánimo se vea afectado y nos asalten pensamientos negativos movidos por el miedo y por el malestar físico. Además, solemos pasar también más tiempo en casa, por lo que tenemos también más tiempo para alimentar aquellos pensamientos ansiógenos que nos surjan", explica la psicoterapeuta Paula Rueda, que trabaja en el equipo de MediQuo, una aplicación para chatear con médicos de todas las especialidades y exponerles dudas como las que tuve yo al sangrar entre periodo y periodo durante 24 horas al día y 7 días a la semana.

Guillem Serra, médico, CEO y fundador de la aplicación, comenta que la gran mayoría de la gente que recurre a ellos "busca confirmar con nosotros lo que han leído antes por internet. Además, según el doctor Google todos tienen cáncer, sobre todo cuando preguntan a medicina general y pediatría. En nutricionistas y psicólogos no es tan pronunciado".

"Incluso aunque estemos sanos", añade su compañera Paula, "el simple hecho de pensar que podemos tener alguna enfermedad hace que nos fijemos más en cualquier cambio en nuestro cuerpo, asustándonos de forma desproporcionada a lo que está pasando en realidad".

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"La última enfermedad con la que me preocupé fue cáncer radioinducido por pruebas radiológicas. Ocurrió porque me hicieron un TAC abdominal en el que recibí en 20 minutos la cantidad de radiación equivalente a la que emite la central de Fukushima en dos horas ,esto también lo busqué en Internet, claro"

Según la Fundéu, a la preocupación obsesiva por la salud que lleva a consultar internet continuamente para confirmar enfermedades que se cree padecer, por lo general graves, o en busca de síntomas, efectos o posibles tratamientos se le denomina cibercondría.

A Enrique, de 30 años, le ocurre con frecuencia caer en ella, aunque gracias a acudir a terapia está consiguiendo dejar de recurrir a Google en busca de respuestas. "A mí me pasa, además, que no es que mire Internet cuando tengo síntomas de algo, que también lo hago, es que además, si de pronto me topo en algún medio con alguna noticia relativa a una enfermedad eso se queda en mi cerebro y, tiempo después empiezo a buscar información online como un poseso que refute mis teorías de que voy a morir inminentemente", explica.

"Una de las cosas que ocurren cuando demandas información es que la quieres tener toda, de ahí que por ejemplo los deportes en la televisión pasen de durar 5 minutos a tener más espacio que el propio telediario, como en el caso de Deportes Cuatro", continúa Enrique. "La última enfermedad con la que me preocupé fue cáncer radioinducido por pruebas radiológicas. Ocurrió porque me hicieron un TAC abdominal en el que recibí en 20 minutos la cantidad de radiación equivalente a la que emite la central de Fukushima en dos horas —esto también lo busqué en Internet, claro—. La red se ha convertido en nuestra nueva enciclopedia y en el caso del TAC creo que la información que nos ofrecen los buscadores se ha controlado a simplemente la oficial, cancer.gov y páginas así. Lo cual por una parte me acojona pero por la otra me hace darme cuenta de que nos leemos cualquier mierda y de que, de no ser así, me habría leído cualquier texto en un foro de un gilipollas que me podría haber dicho que me voy a morir en cuatro meses".

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A Jose, de 25 años, le ocurrió algo curioso gracias a/por culpa de la cibercondría. "Yo solía buscar en Google, y de hecho lo sigo haciendo, qué me pasaba cuando notaba que tenía algún problema de salud. Hasta que un día mi compañero de piso tuvo hepatitis y yo empecé a rallarme muchísimo con eso, con que yo también la tenía y buscaba cosas todo el rato relacionado con ello. Me veía hasta amarillo y todo, hasta que me dije a mí mismo que bastaba ya, que no podía estar metiéndome todo el rato en artículos de mierda. Conseguí olvidarme de ello hasta que, una semana después, estando en la oficina, me encontraba fatal y fui al médico: tenía hepatitis. Supongo que en ese caso concreto acerté con el autodiagnóstico, pero en muchos otros no lo he hecho", termina.

"Para los doctores, muchas veces ya no se trata de informar y asesorar a los pacientes sino que primero se debe hacer un trabajo de corrección de informaciones y conclusiones incorrectas. El paciente tiene a su acceso mucha información pero no sabe seleccionar la que es adecuada a su caso. Síntomas leves o variantes de la normalidad se interpretan como predicciones de gravedad sin un motivo científicamente justificable", comenta el Doctor Guillem Serra.

Pero, ¿a quién puede afectar la cibercondría? ¿Es una patología? "Pueda afectar a cualquier persona, aunque sí que es más probable que afecte a personas que son más sensibles a la mayoría, o con alta necesidad de control sobre su salud", responde Paula Rueda. "Aunque a priori no tiene por qué ser un problema que nosotros mismos busquemos soluciones e información, ya que son conductas hacia la salud que son positivas y es parte de nuestra esencia como seres humanos, la búsqueda de conocimiento y sabiduría, podemos fácilmente caer en una espiral de búsquedas insaciables y obsesivas de las que es difícil salir".

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"Pueda afectar a cualquier persona, aunque sí que es más probable que afecte a personas que son más sensibles a la mayoría, o con alta necesidad de control sobre su salud"

Según la psicoterapeuta, la cibercondría se convierte en algo verdaderamente preocupante cuando notamos que pasamos la mayor parte del tiempo que dedicamos a Internet buscando información referente a síntomas, tratamientos y enfermedades que consideramos que podemos padecer. "Si, además, es un tema recurrente en conversaciones y en nuestro día a día en diferentes ámbitos de nuestra vida como son el trabajo, la vida social o en casa podemos considerar que estamos entrando en un círculo obsesivo de intranquilidad que nos impedirá ser nosotros mismos y poder hacer una vida normal".

En ese caso, como en el de cualquier problema de salud física o mental, lo mejor es cerrar las veinte pestañas de páginas que nos dan remedios caseros, soluciones mágicas y diagnósticos rápidos y acudir a un especialista. "Si notamos en algún momento algún síntoma o cambio en nuestro estado de salud, lo ideal es siempre que busquemos respuestas en los especialistas sanitarios, ya que ellos saben realizar un diagnóstico diferencial sobre el cuadro clínico del paciente. Debemos evitar las búsquedas en Internet como primera opción", recomienda la psicoterapeuta. "Por otro lado debemos intentar evitar las búsquedas por internet como primera opción".

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Aunque no siempre sea fácil. Porque para Google no hay que pedir cita. Porque no tiene cara y le podemos contar nuestros achaques de salud sin que nos haga preguntas necesarias pero incómodas como ¿tomas drogas? o ¿has tenido relaciones sexuales con otras personas además de con tu pareja?

Y porque, en los casos más graves de cibercondría e hipocondría, según Paula Rueda, "es muy recurrente que el paciente desconfíe de la valoración del médico si la respuesta no coincide con lo que uno mismo cree, incluso se puede llegar a pensar que el médico se equivoca. El efecto negativo de esta situación lo que provoca es que sigan en el círculo vicioso, incrementándose las búsquedas por internet, o visitando diferentes médicos buscando una respuesta que les satisfaga".

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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