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Cuanto peor, mejor: hablamos con independentistas a favor del 155

'El pueblo solo se movilizó cuando se sintieron agredidos, durante el asalto a las instituciones catalanas, porque nadie creía que esto llegaría tan lejos'.
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Fotografía por Alícia Fàbregas/VICE

El 1-O marcó un antes y un después en el movimiento independentista. Algo que en principio fue creado de forma pacífica recibió un golpe literal que movilizó a miles de ciudadanos y les animó a unirse a la causa. Aquellas brutales imágenes de la policía apaleando ancianas que, con las manos levantadas, enseñaban un sobre ensangrentado que contenía un voto dieron la vuelta al mundo y despertaron simpatías hacia el movimiento.

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Después de las protestas delante de la Consejería de Economía y de las manifestaciones en contra del encarcelamiento de los líderes políticos independentistas la causa se ha ido enfriando. Ahora en las calles ya no se habla tanto del independentismo y por eso algunos creen que algo malo y gordo debería pasar para que la gente vuelva a salir en masa a las calles y el suflé vuelva a subir.

Aina no era independentista antes del 1-O. De hecho se sentía catalana y española. Ahora tiene un lazo amarillo en todas sus imágenes de perfil y lanza tuits a favor del independentismo sin parar. “Después de ver cómo nos han mentido y manipulado no quiero formar parte de un estado que nos ha maltratado, insultado, mentido y denigrado”, me dice. “Ya lo hicieron en su día en el País Vasco. Ahora veo que al independentismo le hace falta una chispa, ya sea el 155 o cualquier otro revulsivo”, explica.


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Está convencida que una represión acusada por parte de España ayudaría a calentar los ánimos y dice que para concluir las sentencias desproporcionadas y condenatorias debería estallar esta situación. “No soy politóloga, pero este es mi punto de vista. Cualquier acto que empodere al pueblo le vendría bien a la causa”, me dice.

Más duro aún es Marc, que en sus redes se hace llamar “Despertaferro”. Me dice que sinceramente cree que solo un hecho trágico puede hacer reaccionar a la gente. “El pueblo solo se movilizó cuando se sintieron agredidos, durante el asalto a las instituciones catalanas, porque nadie creía que esto llegaría tan lejos”.

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Cuando le pregunto qué sería exactamente este “hecho trágico” del que habla y si se refiere a una muerte me dice que “quizás sí”, y añade “un hecho trágico sería algo sobrecogedor que tuviera trascendencia internacionalmente fruto de la violencia de los unionistas. Porque los independentistas nunca llegaríamos tan lejos”, asegura.

Menos radical pero igual de contundente es el pensamiento de esta otra chica de 28 años. Júlia es simpatizante de partido político independentista y explica que mucha gente dentro del movimiento opina igual que ella, pero que, según dice, está mal visto exponer esta teoría en público. “Un 155 sería una buena forma de despertar a la gente de la misma forma que cuanto más extremista es un Gobierno central ,más beneficioso resulta para la estrategia política del independentismo”. Eso es la teoría. “En la práctica, y a pie de calle, otro 155 interesa cero”, explica.

Júlia reconoce que cuanto peor, mejor para todos. “La gente está atontada y hasta que no la líen gorda nadie saldrá a la calle a protestar por lo que es nuestro”, dice. Está convencida de que si la gente se hubiese plantado después del 1 de octubre, la causa independentista habría salido ganadora. “Ferms i tossuts, ho haguéssim guanyat tot”, [Firmes y tercos habríamos vencido], exclama.

El caso de Pol es un poco distinto. Él sostiene su propia teoría de por qué el 155 beneficiaría a Cataluña a largo plazo. Dice que así los vascos se sentirían amenazados. “Son los siguientes de la lista, explica. Entonces ellos podrían mover su ficha”. Además, asegura que de esta forma la gente de “bien” del resto de pueblos de España (intelectuales, gente de izquierdas y comprometida con la sociedad), vería la lucha independentista con buenos ojos.

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“La gente está atontada y hasta que no la líen gorda nadie saldrá a la calle a protestar por lo que es nuestro”

No me ha costado demasiado encontrar a gente que piense de esta manera, lo que sí cuesta es que quieran exponer su nombre con apellidos por escrito junto a estas declaraciones. Según me cuentan, no quieren ser señalados por las repercusiones que eso les pueda traer en sus círculos más cercanos.

Si bien es verdad que cuando expongo la pregunta públicamente hay personas que me contestan que los que piensan esto son cuatro y están muy locos, también hay personas que se cuestionan si esta gente son independentistas “de verdad”. En su cabeza no les cabe que haya personas que piensen distinto y no entienden cómo algo que es tan contrario a la independencia como el 155 pueda llegar a ser deseado por los mismos independentistas.

Y es que dentro del movimiento hay una pluralidad de opiniones y visiones. Todos luchan por una causa, pero cada uno a su manera. Hay quienes lo hacen desde una perspectiva más radical, otros simplemente reenviando virales en grupos masivos de WhatsApp.

Ariel Sribman Mittelman, doctor en Ciencias Políticas, profesor de la Universidad de Girona y especialista en movimientos sociales, cree que habría una explicación lógica que justificaría este tipo de comportamiento.

Según nos explica Ariel, el independentismo tiene dos fuentes de legitimidad o de fuerza: una es la política y la otra es la calle. “La política tiene tres problemas muy fuertes: las divisiones internas que hay entre los distintos partidos, el enfrentamiento con el estado y el tercero es la falta de apoyos internacionales. Por el lado de la política y de los líderes políticos no tienen esa fuerza que sí pueden tener en la calle”, explica Ariel.

En este sentido, asegura que si la gente se siente agraviada va a salir a la calle: “El 155 o cualquier sentencia en contra de los presos políticos animaría a los partidarios de la independencia a ocupar de nuevo las calles”; es decir: si algo malo sucede uniría a todas las voces hacia una misma dirección.

No querer dar la cara públicamente con estas afirmaciones también sería fácilmente explicable, según nos cuenta el experto: “En cualquier circunstancia, decir 'Nosotros buscamos el conflicto porque nos favorece' daña la imagen pacifista y de búsqueda de soluciones de una persona”, por lo que cualquier indicio de que esto suceda perjudicaría también su causa.

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