Politică

Trap, rap y reguetón: así es la banda sonora de VOX

Rap cristiano y nacionalista avalado por el Opus Dei y trap con letras violentamente antifeministas; la banda sonora de la ultraderecha española cambia de género pero no de objetivos.
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Montaje por VICE. Bandera de España vía Davit Ruiz/VICE, boombox vía Pixabay, helicópteros vía Pixabay, rayos vía Public Domain Pictures, crucifijo vía Pixfuel

Hace tiempo que la banda sonora de la extrema derecha dejó de sonar a las fanfarrias de Wagner o las estrofas del "Cara al Sol". Atrás quedaron los locales lúgubres y ruidosos donde la ultraderecha más radical desgarraba sus gargantas en conciertos de Estirpe Imperial. Las filas de la nueva ultraderecha siguen plagadas de nostálgicos y furibundos, pero ya no llevan la voz cantante. Durante los últimos años, se han vertido ríos de tinta sobre las grotescas batallas culturales de la extrema derecha, pero hablamos muy poco de su reconversión musical. Desde pop nacionalista en la India de Modi, al trap antifeminista en Brasil, cada variante de la extrema derecha ha acabado desarrollando su propia metamorfosis musical.

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Durante los últimos años, en todo el mundo, la relación entre los nuevos nacionalismos “ultra”, las redes sociales y la música ha sido muy turbulenta. En Francia e Italia, por ejemplo, la evolución ha tendido al techno como pendiente y los mashups como forma. La cosa se remonta a temas de electro-pop lepenista como “Carton Rouge” pero ha alcanzado su máximo exponente en Italia, donde el inesperado auge de Fratelli D’Italia (el auténtico referente de VOX) ha hecho de un remix-parodia de su lideresa su nueva banda sonora.

Aún así, todo nimiedades en comparación a fuera de Europa. En Brasil dió lugar a una provocadora escena de “trap antifeminista” que se volcó con toda la campaña Bolsonaro, y en la India engendró todo un género músical. Lo bautizaron “patriotic pop”, y sus baterías electrónicas, sus solos de sitar y sus voces a rebosar de autotune han conseguido dar audiencias multimillonarias a docenas de sus canciones.



¿Unos Chikos del Maíz para la derecha?

La relación entre el rap y la derecha española no parece muy fluida. Realmente, si evoluciona, es sólo porque el nivel ha estado siempre muy bajo. Las posibilidades de que haya una suerte de Chikos del Maíz de la derechas son completamente nulas. Lo más parecido que hay a raperos militantemente antifeministas, desgarradoramente antiseparatistas y defensores de la derecha son Santaflow y Grillex; y la verdad, compararlos sería un insulto para los primeros. En el caso de Santaflow hablamos de un freestyler reconvertido en un proyecto de agitador. Sus greatest hits incluyen temas que dan ganas de llorar como “Facha”, donde cuenta lo “absolutamente terrible” que es que te señalen por “no apoyar al femimarxismo nazi” y estar en contra de “subvencionar” lo “LGTB”. Son temas que ahonda más en “Feminazis”, una colabo con la rapera anti-feminista Norykko. Ambos nos invitan a replantearnos la “ideología de género” reflexionando sobre cómo los hombres “pagan el doble en la disco por haber nacido con trompa” o “fuimos cazadores” por tener una “fuerza superior”, en fin.

Durante esta crisis del COVID19 se han juntado de nuevo. Esta vez, para hacer una grimosa versión del himno constitucional con un videoclip inigualable en el que aparecen otakus con la bandera de los Tercios de Flandes, youtubers disfrazados e influencers de Vox.

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El otro candidato a “rapero estrella” de la derecha es Grilex. La erupción volcánica de TikTok ha causado muchísimo interés en nuestro país durante los últimos meses el auge de Vox ha sido uno de los primeros fenómenos políticos en reflejarse allí. Siendo TikTok una red social radicalmente musicalizada, el caso del voxismo tictoquer es particularmente útil para entender hacia dónde va su banda sonora digital.

Uno de los tiktoks más virales en favor de Vox consistía en hacer playback de un rap con un tema a cargo de Grilex cuya letra dice así: “Soy Español, por eso llevo mi bandera. ¿Y ya por eso soy franquista, un extremista y él de izquierdas, no? Nini paleto dejame darte algún consejo. Si escupes a mi patria, es normal que llores luego”. En sus letras arremete contra las mismas dianas que otros raperos voxistas como el anteriormente mencionado Santaflow (feministas, catalanes, izquierdistas) pero hace un énfasis especial en la “falta de fe”.

Pocas de sus canciones pasan de las cien mil reproducciones, pero gracias al apoyo del poder del clero nunca le faltan bolos en campamentos de verano y jornadas religiosas. De hecho, el Opus Dei recomienda su música a la juventud para “avanzar y madurar en la fe y en la vida. Pasito a pasito y con flow”. Sin embargo, no parece que vaya a poder llegar mucho más lejos. El trap y el rap cristiano ha alcanzado un éxito brutal en países como Puerto Rico, pero en España no parece tener mucha proyección.

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¿Puede el perreo cambiar de bando?

Durante los años 2000 el reggaeton se convirtió en un género profundamente incómodo. Mientras la izquierda lo criticaba por ser “machista”, la derecha lo aborrecía por falta de decoro y sus orígenes latinos. Es curioso, pero como explica Víctor Lenore, durante aquellos años “algo tan inocente y natural como la música” se convirtió para muchos en una suerte de pantalla donde proyectar sentimientos tan distintos: del clasismo a la represión sexual pasando por la arrogancia eurocéntrica, el esnobismo o la xenofobia. Pero nada es para siempre.

Con el tiempo, las trompetas de “Ella me levantó” derribaron los muros de Jericó. El reggaetón se volvió uno de los géneros más escuchados por la juventud española. Sin embargo, las reacciones de izquierda y derecha fueron muy diferentes. Con remordimiento, la respuesta de un parte de la izquierda fue la de “deconstruir” su odio al reggaetón hasta convertirlo un extraño fetiche, como si el perreo fuera algo inherentemente “subversivo” y “emancipador” La de la derecha política, en cambio, fue la de hacer como que no pasaba nada mientras su base joven de apoyos, gracias al “reggaeton” light y fifí de las estrellas de Miami, iba poco a poco asumiéndolo como algo normal.

Tres meses después del desfile de “efectos TUSA” por los feeds de nuestras redes sociales ya sabemos que ese proceso se ha completado. De hecho, una enorme parte de los perfiles que compartían la grimosa canción de Grilex tenían sus perfiles plagados de coreografías y dubs de reggaeton. Pero, ¿puede por ello llegar a convertirse en parte de la artillería cultural de nuestra derecha?

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Hace años, en pleno tirón mediático del grupo neonazi Hogar Social Madrid (que se paseó por las cámaras de de los principales canales de televisión durante meses), una pandilla de cabezas rapadas decidió empapelar las paredes de Tetuán con carteles que decían: “En Madrid se baila Chotis, no Reggaetón”. Hoy las cosas han cambiado, y los nuevos cabecillas de la derecha nacional-populista se mofan en su cara compartiendo memes posirónicos que reivindican a Bad Gyal junto a Primo de Rivera o mezclando vídeos de la guerra civil con temas de malianteo. Pero esto es algo más anecdótico. Los roces entre VOX y el reggaetón más reseñables están fuera de ahí, en la reacción más “espontanea” de sus seguidores, desgraciadamente, el reggaetón pro-Vox existe desde hace tiempo, ¡hasta hay más de una decena de versiones reggaetoneras en apoyo a Abascal!

Muchas más canciones funambulizan entre el humor y la propaganda, guardando una distancia de seguridad. Es el caso de algunos temas de Los Meconios o la versión de “Te Boté” del youtuber Axalorv, que nos regala frases como “la izquierda es pasado y el pasado nunca vira (…) lo que veo es mucho perro sucio en la placita”.

No obstante, también hay algunos fuera de la parodia: la ciberactivista voxista Raquelt Cor. Ort. ha grabado varios de ellos, como “Democracia”, que hace narra las hazañas de Abascal en las pasadas elecciones con el “Malamente” de Rosalía, pero también “Comunista”, una versión del “Despacito” de Luis Fonsi que arremete contra Iglesias por “ser amigo de okupas e independentistas y subvencionar denuncias falsas”. En América Latina casi todos los partidos de la derecha usan reggaetones para sus campaña; pero a pesar de todo aquí, en ese espacio político, tiene pocas perspectivas de futuro.

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El trap “patriota”, el antifeminismo y VOX

El trap es, sin duda, el género de música urbana que mejores se ha entrelazado con la agitación digital de ultraderecha, sobre todo en Brasil. De hecho, durante sus últimas elecciones presidenciales, el autodenominado “trap patriota” se volcó tanto con Jair Bolsonaro que uno de los cinco videos más compartidos de toda la campaña fue el videoclip de “O mito Chegou” de O Veneko. De este género lo más reseñable son las letras, que no conocen líneas rojas. Algunas, como la de “Capitao Levantate”, hablan de él como un Mesías que vendrá a salvar al pueblo brasileño mientras otras, como las de MC João, piden una “ración de cárcel” para las feministas y se dedican a insultarlas de forma obscena.

La posibilidad de que surja un de trap de este estilo en España está en el aire desde hace un tiempo. En 2018 el trapero canario Hillkin consiguió superar las cien mil visitas en su canción “Feminazis”, donde comparte con sus seguidores su pavor a que el feminismo imponga una especie de “dictadura hembrista” liderada por mujeres que “tienen como profesión comer tampones”. Dos años después, las cosas han cambiado radicalmente: Vox tiene 52 diputados, una amplísima cobertura mediática y una burbuja de docenas de youtubers a su favor agitando en esa plataforma. Quizás por eso Hillkin ha acabado decantándose por seguir el ejemplo bolsonarista y lanzar sus propio agitprop.

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La carga ideológica de esta canciones es tan directa como violenta, pero más que hacerle daño al autor, como sería de esperar, le garantiza una mayor de difusión. Lo más sorprendente para cualquier audiencia progresista, será comprobar cómo, efectivamente, son miles de internautas españoles los que comparten y jalean sus discursos. Ideas como las que expone en su tema “El violador no eres tu”, donde tilda de “paranoia” el discurso del contra la violencia de género, a la vez que dice que “la culpa no es tuya pero eres una imprudente, por según que sitios te encuentras según qué gente” (…) y encima to destapá ¿qué te piensas que va a pasar?”. Poco más que añadir.

Quizás animado por este "éxito", el programa de Javier Negre ha intentado avanzar en la misma dirección sacando su propio trap. El caso es surrealista; la canción intenta imitar descaradamente el estilo de Dellafuente, pero las imágenes presentan a periodistas y youtubers de derechas con esparadrapo en la boca imitando a Eduardo Inda.

El futuro de esta “banda sonora” es incierto, y está claro que es algo ridículo, obsceno y vergonzante, tanto musical como (sobre todo) ideológicamente. Sin embargo, eso no quitará que en la práctica la derecha más radical vaya a acabar teniendo su propia playlist así como tiene su propio lenguaje memético y sus propias identidades virtuales. No es nada determinante que vaya a decidir sus resultados electorales, pero sí que será un elemento importante en cómo tomará forma su manera de actuar en las redes sociales y lidiar con una política cada vez más mediada por lo digital y sus lógicas. Vapor-waves con discursos de sus eurodiputados, agro-traps en apoyo a las tractoradas del sector agrario. En el horizonte de la extrema derecha española tiene pinta de haber algo más que “El novio de la muerte” y los pasodobles de Manolo Escobar.

@iagomorenoalv