Un colombiano nos cuenta el lado malo de "dejarlo todo para viajar por el mundo"
Fotos cortesía de Christian Byfeld.

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Un colombiano nos cuenta el lado malo de "dejarlo todo para viajar por el mundo"

Christian Byfield viajó por 39 países en 754 días. Hablamos con él acerca de lo que sus 20 mil seguidores en Instagram no saben.

Esta historia es típica y repetitiva: un man odia el trabajo, renuncia a él, y se va a viajar por el mundo. El colombiano Christian Byfield, que hasta hace poco era un ingeniero industrial que solía trabajar en la banca de inversión. Decidió dejarlo todo y, en 25 meses, se recorrió 39 países. Sus fotos le dejaron 20.000 seguidores en Instagram.

Las fotos, todas lindas, él muy sonriente, solo muestran una parte de la historia. Como ya hemos leído sobre la experiencia sagrada de "dejarlo todo para vivir a gusto", decidí preguntarle por lo malo. Lo malo de este sueño de oficinistas.

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VICE: ¿Estás de acuerdo con que Instagram no muestra el viaje como realmente fue?
Christian Byfield: Si ves mi Instagram, te das cuenta de que el 99% de mis fotos son de naturaleza, colores espectaculares… Se pierde el cómo se llegó al lugar. El recorrido, la verdad, fue duro. Que a uno lo jodan en una inmigración, que lo manden al cuartico, que el bus se retrase cinco horas. Cuando llegué a Kuala Lumpur, por ejemplo, no me dejaron entrar por ser colombiano. Tuve que dormir en el aeropuerto 17 horas en el piso y finalmente nunca me dejaron entrar.

Una persona que ve mi Instagram puede decir que [mi viaje] fue lo más fácil del mundo. Yo empecé subiendo sólo las fotos bonitas, y una amiga me dijo que contara la historia con lo bueno y lo malo. Obviamente no iba a poner una foto mía cuando estaba triste.

Te pongo este ejemplo: en un ferry tuve que dormir en el piso, muy incómodo, pero terminé conociendo a una francesa con la que después me quedé en París. Existe la foto durmiendo en el ferry, pero no te cuento que dormí en el piso con chinches.

A diferencia de mi amiga, un amigo que se dedica a escribir sobre viajes me dijo que yo escribía muy lindo, pero que yo era muy sincero. Me dijo que el travel writing tenía que ser casi nada negativo, 'porque usted lo que quiere es motivar a la gente a que vaya a ese sitio: omita la parte donde lo escupieron o lo miraron mal, porque eso no da'.

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¿Alguna vez tuviste que dormir en la calle o en un parque?
En una ciudad grande nunca me pasó. Aunque la mayoría de mi tiempo en Australia dormí en el piso, en carpas, mirando las estrellas. Yo no necesito colchón, pero lo más importante para mí es la almohada.

En Honduras llegué a una selva, a un sitio donde los indígenas nunca habían tenido contacto con blancos. Me mostraron dónde íbamos a dormir, eran unas tablas en el piso. ¿Quién dijo que "cama" significaba "colchón"?

En dos años de viaje tuviste que haber corrido ciertos riesgos. ¿Me puedes contar sobre alguno?
Creo que uno de los más grandes fue en Irán, de mis países favoritos del mundo. Una amiga fotógrafa me había puesto en contacto con un par de fotógrafas iraníes. Irán se rige por la ley Sharia, que es la ley musulmana. Las mujeres tienen que estar cubiertas, no puedes cantar, no puedes fumar, no puedes tomar trago o son 70 latigazos, no puedes bailar, etc.

Las dos fotógrafas decidieron que iban a mostrarme otra cara del país y me invitaron a una fiesta clandestina ultra ilegal. Era en una casa donde las paredes estaban bien adecuadas para el sonido. Uno entraba al lugar y lo primero que hacía era poner el celular en una caja, porque después de la media noche la Policía chuza llamadas telefónicas buscando música en el fondo. Me estaba arriesgando a 70 latigazos, multa y cárcel. En esas fiestas las mujeres se sueltan el pelo y se quitan las capas. Empieza la música y a bailar. Como el trago es ilegal, es hecho por ellos mismos. Compran 300 kilos de uvas y cada cual hace su vino. El trago con ese miedo por dentro entra muy bien, pero fue un riesgo grande.

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¿Y alguna vez te sentiste realmente en peligro?
Sí. Yo llegué a Egipto cuando la situación estaba muy complicada. Dos días antes de que llegara, unos terroristas habían mandado un tweet diciendo que iban a poner una bomba. Había habido bastantes bombas en el Cairo. Llegué al metro y había un caos estúpido. Quería capturar ese caos, entonces saqué el iPod y me puse a grabar. Un tipo empezó a gritar "terrorist, terrorist" y a preguntarme por qué estaba grabando. Yo empecé a sudar y lo único que pensé fue: "Aquí fue, me van a linchar". Me raparon el iPod. Cuando lo revisaron encontraron sólo selfies mías. Se dieron cuenta de que yo no era terrorista. Me borraron los videos, pero me devolvieron todo. Quedé en pánico.

¿Te enfermaste?
Me dio una infección de oídos dos veces por bucear tanto. De resto diarrea. Mucha diarrea.

¿Tuviste algún momento en el que quisiste devolverte antes de tiempo?
Definitivamente ha sido el viaje que menos emocionado he estado de empezar. Tuve dos depresiones. La primera fue apenas me fui. Los primeros 15 días de mi viaje fueron los peores de mi vida. Yo sólo me repetía que la estaba cagando, que cómo había renunciado a mi trabajo para hacer algo tan loco, que me iba a devolver, pero lentamente todo fue mejorando. La segunda depresión fue después de decidir que mi viaje no iba a durar un año sino dos. Mis papás fueron a visitarme a Australia, donde también vive mi hermana. Estar con toda la familia junta me dio muy duro y no entendía por qué iba a quedarme. Nunca tuve vuelo de regreso a Bogotá, sino que llegué en carro con mi papá.

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Hablemos de la plata que uno tiene que gastarse para cumplir un sueño de estos. ¿Cuánto te costó el viaje?
Empecé a ahorrar un buen tiempo antes: de mi salario, me apunté a vender pasajes, tours, seguros y lo que pudiera. Recaudé el equivalente a 38.000 dólares de ese momento. Cuando llevaba 8 meses de viaje, me di cuenta de que no me había gastado lo que pensaba y por eso decidí alargarlo un año. Me sobró un poquito, pero no lo suficiente para empezar otro viaje largo.

Viajar es una actividad extenuante y más cuando se tiene un morral en la espalda…
Sí. Después de Turquía yo ya estaba cansado, entonces tuve lo que yo llamo "las vacaciones de mis vacaciones". Viajar es increíble, pero es intenso. Me fui para Grecia, hice couch surfing en Atenas y después me fui para Santorni diez días y estuve descansando.

Mi día normal era: levantarse temprano, caminar, montar en bicicleta, conocer, ir hablar con la gente. En "las vacaciones de mis vacaciones" me metía en mi libro, escribía (porque yo tenía un blog), veía el amanecer y el atardecer, me tomaba una cerveza y me iba a dormir.

Tuve cinco "vacaciones". En Grecia, Singapur, Australia, Hong Kong y México.

Para terminar, y que esto no sea solo sobre lo malo, cuéntame una de tus anécdotas preferidas del viaje.
Una de las que más me marcó y que representan la razón por la cual hice este viaje pasó en México. Estaba echando dedo en la carretera porque iba hacia una laguna que quedaba a 300 kilómetros. Paró una familia, y aunque ya había cinco personas en el carro, me montaron. Hablamos un poco y me dijeron que iban a la misma laguna que yo, pero que llegaban en cinco días. Me ofrecieron viajar con ellos los cinco días hasta llegar allá. Estuve durmiendo, desayunando, almorzando y comiendo con ellos. Todo porque eran buenas personas. Son ese tipo de experiencias las que hicieron que todo esto valiera la pena.

¿Te faltó ir algún lugar?
Me faltaron Antártica; Namibia porque sacar la visa como colombiano es jodido; Vanuatu que son las islas al lado de Fiji (en algunas de ellas no existe la plata); Islandia, y Corea del Norte, que me parecería muy interesante.

Christian planea escribir un libro sobre su viaje. Mientras tanto, puedes seguir su cuenta de Instagram y su página de Facebook para ver más de su viaje.