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Una amiga de Charles le pidió que la acompañara a una fiesta para cuidarla porque uno de los chicos que vivían en la casa de la fiesta la había estado acosando. Aunque Charles no tenía ganas de ir, accedió. Había decidido no tomar esa noche, pero cuando su amiga le ofreció un trago, dijo: "A la mierda, sólo una". Al final resultó que el chico que acosaba a su amiga había puesto algo en la bebida que terminó en las manos de Charles. A la mitad de la bebida, Charles empezó a sentirse mareado y poco después, todo se volvió negro. Otras personas que estaban en la fiesta le dijeron a Charles que cuando comenzó a actuar de manera extraña llamó la atención de una niña a la que todo el mundo le decía el Güey. Charles me dijo que le decían Güey por sus rasgos varoniles; la ridiculizaban diciendo que físicamente era repulsiva. "Lo más grotesco era que tenía un panza que sobresalía mucho más allá de sus pechos", me dijo Charles, haciéndome estremecer. De acuerdo con quienes presenciaron las cosas, el Güey se enamoró de Charles, y como él no estaba del todo consciente, comenzó a acariciarlo. Después, lo llevó a una habitación, desnudó a ambos, y tuvo relaciones sexuales con él sin su conocimiento o consentimiento. Charles me dijo que no está seguro si hubo penetración —o incluso de si podía excitarse en ese estado— pero el Güey insistía en que tuvieron relaciones sexuales y que quería desayunar con él. Charles entró en pánico, le dijo que lo habían drogado y salió corriendo de la casa a la clínica de enfermedades de transmisión sexual más cercana. Dijo que lo más perturbador de todo fue que le examinaran el meato urinario, algo que no le desearía ni a su peor enemigo. Para cuando terminó de contarme esto, Charles me hizo una petición: "Por favor, no le cuentes a nadie".
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Para nuestro proyecto final, Charles y yo habíamos acordado hacer un comercial de unos tenis. Mi casa estaba cerca del campus y todos los amigos con los que vivía utilizaban tenis negros, así que nos reunimos ahí para grabar el anuncio. Charles se llevaba bien con mis amigos. Pasó la prueba final cuando dijo que se apuntaba para fumar mota. Nos tomamos un descanso de la filmación, nos fumamos un porro y nos sentamos alrededor de la mesa de la sala. Mientras nos pasábamos el porro, el tema de las fraternidades que utilizaban drogas para abusar de las chicas salió a colación porque había ocurrido otro incidente. Durante la plática, mi amigo Paulito dijo: "Sí, amigo, nadie está a salvo. Carajo, este niño se sabe la historia de un chico al que drogaron y lo violó una chica".Pude sentir como toda mi cara se puso como tomate cuando Charles me volteó a ver con la boca abierta. Nadie más se había dado cuenta hasta que Charles exclamó: "¡Le dijiste a todos sus amigos!" En ese momento, pensé que a pesar de haber abierto la boca, Charles era el único que corroboraba que le había sucedido a él. Todos mis amigos se quedaron en silencio. Todos nos le quedamos viendo a Charles, y él nos volteaba a ver con la boca abierta. No sé quién fue, pero alguien comenzó a reírse. Luego alguien más. La risa se contagió y conforme aumentaba el volumen de las risas, la expresión de Charles empezó a suavizarse y también comenzó a reírse. Con el humo de la mariguana a nuestro alrededor, todos comenzamos a reímos histéricamente ante la incómoda situación. Sin saber qué hacer, o que otra reacción tener, nos reímos de la terrible experiencia de Charles como si sólo fuera una de esas cosas jodidas que ocurren a veces.Al recordar esa escena me mortifico. Éramos tan inmaduros que tuvimos la misma reacción que cuando alguien se tiraba un pedo muy fuerte. Si la habitación hubiese estado llena de niñas, lo inapropiado que fue nuestro comportamiento habría sido mucho más evidente, pero siendo grupo de chicos no supimos medir la gravedad de la situación. Nunca he escuchado otra historia en la que un hombre sea drogado y violado por una mujer, pero reconozco que probablemente le ha sucedido a otros chicos y que no es algo que cause risa.