La receta para crear una gran canción principal debe empezar con una primera impresión positiva, un buen argumento de venta. Ha de cautivar el oído empezando con un gancho musical o una serie de palabras que den como resultado un producto pegadizo hasta más no poder.
"Llegaré a ser el mejor", le recuerda al espectador que Ash Ketchum, de Pokémon, lo intenta constantemente. "Cada día, mientras caminas por la calle", implica que lo que sea que ocurra en cada nuevo capítulo de Arthur, va a pasar en el barrio. Y el repiquetear de la lluvia sumado a unas risas escalofriantes siempre, inevitablemente, nos va a llevar a otra historia de miedo de El club de medianoche. Durante los ochenta y noventa, las sintonías de dibujos animados vivieron su apogeo; sobre todo para los niños… y para mí. Antes de la irrupción de la televisión a demanda (como Netflix), la televisión de los niños era Twitter, que fomentaba gloriosos rituales de series después del colegio y los sábados por la mañana. Mientras la tradición está mucho menos dirigida para gente como yo, su espíritu práctico sigue existiendo hasta el día de hoy, en especial para los niños. Tomemos, por ejemplo, el sonido pop-punk de La patrulla canina, la canción original de La Princesa Sofía o los temas de Doctora Juguetes, por nombrar algunos; todas son pegadizas, pero la pregunta de si su objetivo es transmitir verdaderos estados de ánimo o simplemente ofrecer canciones ridículamente pegadizas sin más pretensiones sigue siendo debatible. Para entender esta distinción, decidí rastrear a algunos compositores y productores de mi infancia; los nombres que pueden responsabilizarse por esos temas emblemáticos que ya se ganaron la inmortalidad en el mundo de la cultura pop.
"Llegaré a ser el mejor", le recuerda al espectador que Ash Ketchum, de Pokémon, lo intenta constantemente. "Cada día, mientras caminas por la calle", implica que lo que sea que ocurra en cada nuevo capítulo de Arthur, va a pasar en el barrio. Y el repiquetear de la lluvia sumado a unas risas escalofriantes siempre, inevitablemente, nos va a llevar a otra historia de miedo de El club de medianoche. Durante los ochenta y noventa, las sintonías de dibujos animados vivieron su apogeo; sobre todo para los niños… y para mí. Antes de la irrupción de la televisión a demanda (como Netflix), la televisión de los niños era Twitter, que fomentaba gloriosos rituales de series después del colegio y los sábados por la mañana. Mientras la tradición está mucho menos dirigida para gente como yo, su espíritu práctico sigue existiendo hasta el día de hoy, en especial para los niños. Tomemos, por ejemplo, el sonido pop-punk de La patrulla canina, la canción original de La Princesa Sofía o los temas de Doctora Juguetes, por nombrar algunos; todas son pegadizas, pero la pregunta de si su objetivo es transmitir verdaderos estados de ánimo o simplemente ofrecer canciones ridículamente pegadizas sin más pretensiones sigue siendo debatible. Para entender esta distinción, decidí rastrear a algunos compositores y productores de mi infancia; los nombres que pueden responsabilizarse por esos temas emblemáticos que ya se ganaron la inmortalidad en el mundo de la cultura pop.
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John Segler, compositor (Pokémon, Yu-Gi-Oh!)
Sobre la canción de Pokémon, "Hazte con todos"
El legado
El anonimato
Jeff Zhan, productor, compositor (Arthur, El club de medianoche, Caillou, Madeline)
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Sobre la canción de Arthur
El proceso: El club de medianoche
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