"No tengo piel", dice Anya Taylor-Joy, mientras aprieta una enorme almohada contra su pecho. "Puedo entrar a una habitación y detectar la energía de todo el mundo, y voy a encarar ese hecho, no puedo evitarlo". La actriz de 20 años explica cómo la empatía le ayuda a trabajar. "Siento las cosas con mucha intensidad. La intensidad de mis emociones es una bendición y una maldición". Le digo que siempre he tenido una sensación similar. Ella asiente con la cabeza y contesta: "También eres una 'émpata'".
Por "émpata" se refiere el término new age para las personas altamente sensibles que sienten las dolencias de los demás —las emociones, el dolor, los pensamientos— como si fueran suyos. Podrías creer en esto o no, como el público y los cineastas se están dando cuenta rápidamente, pero Anya es una actriz muy buena y no estudió en la Academia Real de Arte Dramático ni en la Escuela de Teatro Sylvia Young. Así que cualquiera que sea su intuición para crear al personaje, está funcionando.
"Cuando era niña, siempre iba con mi madre y le decía: '¿Por qué soy diferente?, ¿por qué me siento así? ¿por qué veo una flor y empiezo a llorar?' Ella siempre fue muy dulce porque esto realmente me asustaba cuando era pequeña. La gente ve la sensibilidad como una debilidad, más que como una fuerza. No me gusta esa interpretación. ¿Significa que es más fácil que llores y eres más susceptible? Sí. Pero veo eso como algo hermoso".
Hay un vínculo entre los personajes que ha elegido interpretar hasta ahora. Thomasin en La bruja (The Witch); Morgan en Morgan; Casey en la nueva película, Fragmentado (Split): todos son delicados pero duros por necesidad, aunque no los comprenden las fuerzas externas. La cara de Anya tiene una calidad ilegible, pero siempre hay alguna emoción que tiembla debajo de la superficie, una cualidad que te hace preocuparte inmensamente por sus personajes.
Fotograma de 'Fragmentado'.
Como espectadores nos involucramos porque Anya se preocupa por ellos, también. "Es un amor feroz", dice. "Es casi preocupante porque sé que técnicamente no son personas reales, pero son verdaderos para mí. Me resulta difícil defenderme a mí misma a veces, pero defiendo a mis amigos con mucha facilidad. Y ahora, no te metes con mis personajes, soy extremadamente protectora con ellos.
Anya es la más joven de seis hermanos, todos más grandes que ella; ya eran adultos cuando aún era una niña. Su padre escocés-argentino era un campeón de carreras en lanchas de motor. Su madre es una psicóloga, con una "personalidad como la de Stevie Nicks, artística, y con un gran corazón". Como pasaba tiempo con los adultos, se ganó su confianza y la trataban como si fuera uno. A los 16 años, les dijo a sus padres que la dejaran en la casa de la familia en Londres para que ellos pudieran irse de luna de miel tardía. A partir de entonces vivió sola, y poco después le escribió a sus padres una carta ("en realidad era más un ensayo, con introducción, conclusión y todo") sobre por qué iba a dejar la escuela para convertirse en actriz. Entonces pasó su tiempo aprendiendo por su cuenta por diversión y haciendo un poco de modelaje.
Su golpe de suerte llegó en una sesión fotos para LOVE Magazine con el elenco de Downton Abbey. Anya le leyó Seamus Heany al actor irlandés Allan Leech; asombrado, él la conectó con su propio agente, que ahora la representa. Cuando leyó el guión de La bruja —que le entregó su nuevo agente— dice que experimentó un ataque de pánico. "Nunca había tenido esa sensación antes. Ahora, en retrospectiva, sé que es la sensación que me da cuando un guión es para mí", aclara. "Entonces, cuando entré en la habitación para conocer a Rob [Eggers, el director], simplemente le dije: 'No puedo recordar mis líneas, no he trabajado en el acento, y me está dando un ataque de pánico, ¿todavía quieres que lea?"
Fotograma de 'La bruja'.
La bruja (2015) es la historia de una familia en la Nueva Inglaterra de 1630, asolada por la brujería. La trama se desarrolla en la oscuridad del invierno, e involucra a una familia que está cerca de morirse de hambre. El presupuesto relativamente pequeño y el hecho de que Eggers quería que todo se filmara con luz natural significaba que Anya tenía que trabajar arduamente para su primera película. "El verano estaba llegando y en algún momento estábamos retirando los brotes de los árboles, y pensamos, '¡Mierda! ¡Se supone que es un lugar desolado!' No había estado en otros proyectos. En retrospectiva, después de estar en otras películas, pienso '¡Eso fue agotador!' Estábamos luchando contra todo: los elementos, la situación financiera, las limitaciones de tiempo, el tipo de obra épica que Rob estaba haciendo".
Morgan (2016) fue un desafío similar, aunque de una manera diferente: "Estaba en una habitación al otro lado de un vidrio insonorizado viendo a todos y completamente desconectada de ellos. Fue muy difícil, ya que me sentía muy sola y aislada. Necesito afecto para sobrevivir, en verdad".
Fue la mirada y las tomas ajustadas de la cara de Thomasin —que parecen constituir la mayor parte de La bruja— que volvieron imperdible la actuación de Anya. Pero aún era desconocida para M. Night Shyamalan antes de que le diera el papel protagónico en Fragmentado, su nueva película de terror psicológico. Ella interpreta a una adolescente extraña que es secuestrada, junto con otras dos chicas, por el personaje de James McAvoy, Kevin, que padece del Trastorno de Identidad Disociativa. Existen algunas interrogantes comprensibles sobre qué tan realista o empática es la representación de la enfermedad mental en esta película (probablemente ninguna), pero lo que no se puede negar es que las actuaciones son sobresalientes.
En un diálogo entre Shyamalan y Anya para Interview, el director y escritor le dijo: "Yo podía hacer toma tras toma tras toma, y parece que tienes una alberca interminable de emociones. Es muy inusual. Como un nervio expuesto". Anya asiente con la cabeza cuando le pregunto si está de acuerdo con ese análisis. "Night fue la primera persona que me hizo conocer este arte. Soy tan instintiva que simplemente lo hago. Pero ahora sé que hay un pozo y una vez que llego ahí no dejo de llorar. Eso hace que la gente se sienta realmente incómoda porque no hay nada más aterrador para los hombres que una mujer llorando".
Fotograma de 'Fragmentado'.
"La primera vez que ocurrió fue en La bruja, y es la escena en la que estoy luchando en el suelo con mi madre. En la película más reciente que hice, hubo un día en el que lloré durante nueve horas. Fue bastante intenso, me sentía más ligera al final, siempre siento que me he liberado de algo, y puedo irme a dormir y relajarme".
El trabajo emocional no termina una vez que acaba la filmación de la película. "En el caso de Thomasin, fue desgarrador porque terminamos la película, y fui a Nueva York y estaba muy deprimida; no podía entenderlo", dice Anya. "Estaba tratando de encontrar el motivo y pensé, no se trata de los chicos, voy a verlos para el almuerzo en una hora. Más bien era que la extrañaba. Me la arrancaron. La perdí y nunca iba a ser capaz de recuperarla. Ha sido más fácil con cada uno de los personajes que he encarnado porque tu primer corte es el más profundo".
Antes de abrazarme y despedirse de mí, me dice que guarda los ligueros y listones de Thomasin en su mochila como un amuleto de la buena suerte. Ha conservado una prenda de ropa de cada personaje que ha encarnado. De Fragmentado se quedó con el bralette de su personaje pero dejó su propia joyería, que al final sentía que le pertenecía más a Casey que a ella. "Los veo a todos [los personajes] como a estos espíritus que no tienen un cuerpo y que confían en mí para contar su historia; tengo que contar sus historias correctamente".
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