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Noisey

Un rayo de luz en la pista de baile: La música disco del Caribe

Mientras en Estados Unidos hacían hogeras de discos, en el Caribe florecía la música disco y se mezclaba con su propia tradición.

Leroy Sibbles alias Prince Blackman

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Adorada por muchos y odiada por más, la música disco dominó el mundo de las pistas de baile de mediados de los setenta a principios de los ochenta. Toda una cultura de fiesta se desarrolló alrededor de los clubs alimentándose de varios elementos del Caribe, tanto musical como estéticamente.

El orígen de la música disco tenemos que buscarlo en dos grandes ciudades de Estados Unidos: Filadelfia y Nueva York. Tomemos la segunda como ejemplo: Mientras que en el Boogie Down Bronx los chicos hacían fiestas callejeras con un par de tocadiscos, en el Lower East los punks empezaban a colonizar el CBGB, en Harlem Masucci y Pacheco fundaban Fania y en el Greenwich Village los folkies tomaban los escenarios; hordas de chicos y chicas hambrientos por bajos incesantes y teclados futuristas llenaron los clubes de Midtown y Downtown Manhattan. En este caldo de cultivo se conformó una especie de religión con líderes como Nicky Siano, otrora DJ residente del famoso Studio 54, que la gente seguía hasta altas horas de la mañana intoxicados con ron y cocaína. Esos chicos y chicas sí que lo pasaban bien.

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La influencia del disco permeó en gran parte del mundo; tal es el caso de la India, justo en la cúspide creativa de Bollywood, y en Italia, donde surgió el subgénero llamado Italo Disco. El ahora revitalizado Giorgio Moroder creó varios clásicos que fueron etiquetados como Sonido Munich. México experimentó una fiebre de disco similar a la que experimentaba Tony Manero cada sábado por la noche. Allí incluso hubo un programa de televisión llamado originalmente Fiebre del Dos conducido por un tal Fito Girón. El llamado Sonido de Filadelfia fue de gran éxito y se editaron cientos de miles de discos. Todavía hoy hay cadenas de radio que dedican varias horas a la semana a programar a Donna Summer y Boney M. Nadie se salvó del disco y todos han bailado al menos una vez el "Hustle" usando camisas con grandes cuellos y pantalones subidos hasta las caderas.

La sociedad americana, tan puritana, asoció la música disco con promiscuidad y drogas al tiempo que varios líderes conservadores iniciaron una campaña de desprestigio que culminó la noche del 12 de Julio de 1979 en el parque de pelota Comiskey de Chicago, casa del equipo de baseball White Sox, donde miles de fans, muchos de ellos homófobos y racistas, juntaron una gran pila de LPs de música disco que quemaron en una especie de ritual con reminiscencias a las prácticas de la infame Cofradía del Círculo, mejor conocida como Ku Klux Klan.

A pesar del ritual anterior, el disco siguió siendo popular aunque comenzó su declive definitivo. Pero mientras a finales de los setenta fallecía lentamente en los Estados Unidos, en otros países y regiones el género cobraba nuevos bríos. Tal es el caso del Caribe. En la región que comprende las islas de Trinidad y Tobago, Jamaica, Bahamas y otras naciones, el disco se fusionó con ritmos de la región como el reggae, soca y el calypso dando paso a una mutación del género que conserva lo mejor del original y que se mimetiza con lo mejor de los ritmos locales. En particular, en la República de Trinidad y Tobago el género echó raíces profundas y la producción del género fue abundante a pesar de que el mercado estaba ampliamente dominado por el reggae.

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El disco caribeño se ha convertido en un objeto de colección que los buscadores de discos cazan con celo. Actualmente copias originales de discos de Al Kent o Mavis John se pueden encontrar en el mercado oscilando entre los 50€ y 100€. Una cantidad que no todos están dispuestos a pagar.

En el 2014 la discográfica de Boston Cultures of Soul, famosa por sus bien seleccionadas recopilatorios de música brasileña y disco de la India y de África, editó el primer volumen de la saga titulado Tropical Disco Hustle, que incluía una selección de lo más destacado del disco en Trinidad y Tobago, Jamaica y Bahamas. Con esa primera edición ,varios pudimos familiarizarnos a un precio accesible con la música de Levi John, Wild Fire y Mavis John, entre otros.

En este recopilatorio se pone de manifiesto la influencia del funk y de los renombrados compositores de Filadelfia, Gamble & Huff, en el disco de la región. Con varios de los cortes podemos también identificar teclados que recuerdan al mismo William Onyeabor y a esos sonidos del futuro propios de este género. No hay canción que defraude y por supuesto viene incluido el clásico de Levi John "Feel Like Dancing" en cuyos coros aparece una jovencísima Whitney Houston. También está incluida una versión disco-reggae del "Rapper's Delight" de Sugarhill Gang, interpretada por Prince Blackman y gloriosamente renombrada "Rocker's Delight", y que por sí sola vale por el disco entero. En el nombre del cantante anterior, podemos identificar la influencia del reggae en la música popular de Trinidad.

El recopilatorio funcionó tan bien que Cultures of Soul decidió editar una segunda parte al año siguiente. La secuela incluye más Wild Fire, Tru Tones y Patti Charles para confirmar que en el Caribe se tomaron muy en serio la fiebre del disco. En esta segunda entrega la influencia de bandas como los Jackson 5 o Kool & The Gang quedan de manifiesto dando como resultado un refrescante sonido disco con mucha influencia de calypso listo para el club.

A pesar de la estigmatización del género, su influencia es grande y llega hasta nuestros días. Basta con escuchar el electro de principios de los ochenta (además de innumerables éxitos de pop y R&B) para darnos cuenta de su importancia e influencia. Varios de los DJs de lo que eventualmente se conoció como hiphop empezaron como DJs en las discos de Manhattan, tan solo hace un par de años los chicos de Daft Punk, fieles a sus costumbres, canibalizaron los riffs de guitarra de Nile Rodgers para hacer un éxito mundial que sonaba exactamente igual que lo que hacía el viejo Niles con Chic 30 años antes.

Comprendemos y perdonamos a los fundamentalistas del rock por haber intentado desprestigiar al disco pero -otra vez, no está de más repetir esto de vez en cuando- os tenemos que dar una notícia: Perdieron.