VACUNA COVID19
Ilustración por @lenny_maya
Actualidad

Lo que necesitas saber sobre las vacunas contra el COVID-19 (y quizá te da vergüenza preguntar)

Una pequeña guía de preguntas básicas como para tener a mano cuando la duda acecha.

Ya casi pasó un año de pandemia. Durante muchos meses, el desarrollo de una vacuna con capacidad de generar inmunidad contra el coronavirus fue el horizonte esperanzador del imaginario popular. Pero ya sabemos cuál es el problema con el horizonte: se corre a medida que te acercás. Las vacunas ya están aquí, pero la solución todavía no.

Además de algunos desafíos evidentes, como la logística para distribuir las dosis, el acceso desigual entre países ricos y países pobres y la capacidad productiva de farmaceúticas y plantas de envasado, nos enfrentamos a una gran paradoja: la sobreinformación desinformada. Nunca hubo ni tanto acceso a fuentes de información ni tan poco criterio para replicarlas.

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A un escenario incierto se le suma la tergiversación deliberada. Medios plagados de información contradictoria, falsa y engañosa. Cadenas de Whatsapp que advierten sobre conspiraciones, publicidades de pseudoterapias y posts con gráficos ininteligibles no ayudan mucho a comprender un panorama complejo, en el que abundan los debates y en el que aún hay muchas cosas que no sabemos.

Las tareas de cuidado y las obligaciones laborales no paran por la pandemia. Y esto quiere decir que no siempre hay tiempo para filtrar la información que se recibe. Así que acá va una pequeña guía de preguntas frecuentes sobre vacunas y COVID como para tener a mano cuando la duda acecha.

¿Cómo funcionan las vacunas?

Básicamente hay dos tipos: de adenovirus y de material genético. Las de adenovirus utilizan, justamente, adenovirus, un tipo de virus que tiene muchas formas e infecta a humanos y animales. Lo que se hace es modificar algún adenovirus ya conocido (por ejemplo, uno que causa resfríos en chimpancés) poniéndole la parte del coronavirus que funciona como “llave” para entrar en las células e infectarlas. El objetivo es que el cuerpo haga lo que hace cuando entra en contacto con un adenovirus cualquiera, que es detectarlo y generar una respuesta que lo neutraliza y mata a las células infectadas, pero que lo haga generando una protección específica para la parte modificada. Esto funciona como una especie de entrenamiento para que ante una infección de SARS - CoV -2 las defensas ya estén generadas. Además, es muy seguro porque los adenovirus que se usan en la vacuna no pueden replicarse en nuestro cuerpo y generar una enfermedad (y por eso son necesarias dos dosis para fabricar la protección suficiente). Algunas vacunas que utilizan este principio son la Sputnik V (Rusia) y la de Oxford/AstraZeneca (Inglaterra).

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Las vacunas de material genético, como la de Moderna o la de Pfizer (Estados Unidos), contienen una parte del material genético del virus. En el caso de Moderna, la que da instrucciones para sintetizar un antígeno de la “corona”, que es la parte del virus que las células reconocen y hace que empiecen a fabricar anticuerpos. Lo que se inyecta entonces es la información del virus para que, en vez de reproducirse entero, produzca solo la parte que estimula nuestra respuesta inmune. De esta forma, si entramos en contacto con el virus posta tenemos defensas sin haber cursado la infección. 

¿Cuánto tiempo dura la inmunidad?

No sabemos. Las vacunas son muy nuevas y para afirmarlo deberíamos tener datos tomados durante bastante tiempo. Lo que sí sabemos por los ensayos clínicos es que previenen cuadros sintomáticos y graves. 

 Desconocemos cuál es su efectividad sobre infecciones y transmisiones asintomáticas. ¿Qué quiere decir esto? Que la inmunidad que se genera hace que no se curse la enfermedad de forma reconocible, pero que aún no podemos afirmar que quienes se vacunaron no se infectan ni transmiten. O sea que recibir la vacuna no significa poder relajar las medidas de cuidado.

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Vacunarse también se indica en el caso de pacientes recuperados. Si bien hay casos documentados de reinfecciones, muchos pacientes recuperados presentan signos de inmunidad, como presencia de anticuerpos. Sin embargo, tampoco se sabe cuánto puede durar. Por eso, por ahora, el criterio es que, como se estima que vacunar a los recuperados  no les va a hacer daño, se vacunen igual para reforzar las defensas.

¿Tienen efectos secundarios?

Sí, como todas las vacunas y medicamentos. El tema es cuáles, con qué frecuencia y con qué intensidad. En este caso, para todas las vacunas aprobadas son similares: hinchazón, molestia, o dolor en el lugar de la inyección, dolor de cabeza, fatiga, dolores musculares y fiebre.

Parte del trabajo de los ensayos clínicos es monitorear estos efectos. Por eso, por ejemplo, los ensayos de la vacuna de Oxford fueron suspendidos luego de que se reportara una muerte entre los voluntarios y se reanudaron cuando se logró establecer que esto no estaba relacionado con la vacuna. Hasta el momento, las vacunas aprobadas no han mostrado generar efectos secundarios severos de forma frecuente.

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 Sin embargo, dado que su proceso de aprobación ha sido excepcional y los ensayos clínicos aún están en marcha, es esperable que aparezcan nuevos efectos. Esto, sin embargo, no es motivo de alarma, simplemente se trata de una cuestión de escala. Los ensayos están analizando entre 50 y 120 casos de infectados entre 15 o 20 mil voluntarios, por lo que es esperable que cuando la vacuna se inocule a millones de personas aparezcan cosas nuevas (de hecho algunos vacunados con los desarrollos de Pfizer y Moderna presentaron reacciones alérgicas).

Si el virus muta, ¿la vacuna va a servir igual?

El virus ya está mutando. Hasta ahora se han confirmado tres nuevas variantes en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, lo cual tiene mucho sentido porque son zonas de alta circulación y las mutaciones son parte del comportamiento normal de los virus.

Respecto a la relación entre las nuevas formas del virus y las vacunas, un estudio observó que, si bien algunos anticuerpos estarían debilitados frente a las mutaciones, ante una infección se producen muchos tipos de anticuerpos que funcionan como defensa, por lo que estaríamos cubiertos. En definitiva, no hay razones para pensar que las vacunas dejarían de ser efectivas ante las mutaciones que hoy tenemos circulando. ¿Esto podría cambiar en el futuro? Sí, pero no necesariamente sería terrible. La vacuna de la gripe, por ejemplo, se da de forma anual justamente porque el virus muta y la del año anterior no sirve para el corriente. Entonces podríamos suponer que, llegado el caso, es cuestión de detectar las mutaciones y modificar las fórmulas de las vacunas, lo cual no es lo mismo que hacerlas de cero. Por otro lado, cuanto menos circule el virus menos mutaciones tendrá y esa es otra razón para seguir extremando los cuidados.

 ¿Es necesario ponerse las dos dosis?

En varios lugares del mundo se está dando el siguiente debate: ¿es mejor usar todas las vacunas que tenemos ahora para darle una dosis a la mayor cantidad de gente posible y esperar a que lleguen más para dar la segunda o es preferible darle el esquema completo a la mitad? Por un lado, los ensayos clínicos han probado alta eficacia al dar dos dosis espaciadas por 21 o 28 días. A su vez, en las pruebas se observó una eficacia menor (aunque alta) luego de la primera inyección, por lo que se estima que con la primera dosis se generaría cierta inmunidad.

Los expertos se han pronunciado tanto a favor de espaciar más las dosis como en contra. ¿Los argumentos más importantes? A favor: que demorar una segunda dosis no presentaría grandes problemas de seguridad más que un mayor riesgo de contraer la enfermedad entre dosis, que algunas vacunas de hecho podrían generar una respuesta inmune más robusta si esto sucediera y que vacunar solo a la mitad de una población vulnerable no contendría el aumento de casos tanto como vacunar al doble con menos eficacia. En contra: la posibilidad de que si se espacian mucho las dosis se desarrolle una variante resistente a la vacuna, que las vacunas de ARN (como la Pfizer) son muy nuevas y no administrarlas según indicación aumentaría los riesgos de efectos inesperados.