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El equipo de Sanitarios Inmigrantes en Barcelona. Todas las fotografías por la autora
Coronavirus

'Ayudamos como podemos': un día con los médicos migrantes que luchan como voluntarios contra el coronavirus

Todos ellos son migrantes, sanitarios de profesión: médicos, cirujanos, enfermeros, auxiliares, radiólogos, psicólogos, bacteriólogos, y de otras especialidades que no pueden trabajar en España.

Rut América Chañag llegó hace dos años a Barcelona huyendo de las FARC. “A mí me sacaron de un pueblito y me tocó irme a una ciudad. Cuando estaba en la ciudad, me encontraron y me tocó irme a otra ciudad y a los diez años me volvieron a encontrar. Yo tenía que salir de allá, por amenazas. Incluso cuando me vine, me tocó dejar a mis hijos reubicados en otra parte”, cuenta mientras espera a que lleguen el resto de voluntarios.

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Ruth

Pertenecen al colectivo Sanitarios Inmigrantes Solidarios, un grupo que se creó para hacer frente a la pandemia y del que ya forman parte cerca de 200 personas. Todos ellos son migrantes, sanitarios de profesión: médicos, cirujanos, enfermeros, auxiliares, radiólogos, psicólogos, bacteriólogos, y de otras especialidades que no pueden trabajar en España por no tener el título homologado, o por no tener permiso de residencia y de trabajo, o por ambas cosas.

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En Barcelona suelen quedar una vez por semana y durante unas horas recorren las calles de la ciudad repartiendo comida y mascarillas a los sintecho. Unas mascarillas que les ha estado cediendo el colectivo de manteros. Así van tejiendo una red de personas de por sí vulnerables -todos ellos unidos en la campaña #RegularizacionYa- que han decidido actuar con lo poco que tienen y ayudar a los que más lo necesitan.

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Yamile

Todo empezó cuando Yamile Caicedo vino de vacaciones a España, a visitar a su hija, y se quedó atrapada tras el estallido de la pandemia. Ella vive en Alemania, ha trabajado allí 12 años como enfermera y cuando en los hospitales españoles los casos de covid-19 empezaron a multiplicarse, se presentó como voluntaria para ayudar en primera línea: “Me dijeron que al no tener NIE [Número de Identidad de Extranjero], ni título homologado aquí, no podía hacer nada, ni de voluntaria”. Así que intentó buscar otra vía y a través de las redes sociales comenzó a dar consejos sobre higiene.

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De esa manera contactó con migrantes sanitarios, frustrados por encontrarse en esa misma situación, con capacidades, formación, pero sin poder ejercer. De ahí surgió la idea de crear Sanitarios Inmigrantes Solidarios, que principalmente actúa en Barcelona y Madrid. “Quise aprovechar el tiempo que me quedé encerrada en este país para hacer algo bueno. Ya que estoy aquí, colaboro y aporto”, resume Yamile mientras el resto de compañeros organizan la acción de esa tarde.

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Esta vez son unas veinte personas las que se han reunido en la salida del metro Paral·lel y deciden dividirse en dos grupos, con dos carritos de la compra donde llevan el material. Uno recorrerá parte del Raval y el otro Poble Sec.

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Ninguno de estos voluntarios pudo beneficiarse del anuncio que hizo el Gobierno en los días de desbordamiento en los hospitales, cuando afirmó que agilizaría los trámites de homologación de títulos y de permiso de residencia y de trabajo de profesionales sanitarios extranjeros. Era una medida exprés para cubrir la alta demanda que había en ese momento.

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“Yo envié mi hoja de vida y me llamarón de un hospital de aquí, pero me preguntaron si tenía el título homologado y le dije que no. Me dijeron que no me podían ayudar”, recuerda Rut. Tiene casi veinte años de experiencia trabajando en Colombia como auxiliar de enfermería, además de un diploma en cuidados intensivos.

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Evelyn

Evelyn Sánchez va de un lado para otro con las bolsas de comida, ofreciéndolas a todo aquel que ve que las puede necesitar. Ella se sacó el título de auxiliar de enfermería aquí, en Barcelona, así que la ciudad ya le es familiar. Tiene 23 años y hace más de seis que llegó desde Paraguay, pero aún no ha conseguido el permiso de residencia y de trabajo: “Me han ofrecido trabajo, pero al saber que no tengo NIE, pues nada”. Estudió por vocación, y dice que es una profesión que le encanta, en parte por eso se unió a este grupo de voluntarios.

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Maksym Skiyknik comparte esa vocación. Él estudió primero enfermería y luego medicina general en Kiev, su ciudad, y estuvo de prácticas en ambulancias. Vino aquí con su novia hace nueve meses y está en situación irregular, así que trabaja como albañil. Me lo cuenta en un castellano casi perfecto: “Necesito sacar el nivel B2 de castellano para homologar mi título”.

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Maksym

Y no solo eso, también está aprendiendo catalán. Pero todos esos conocimientos no le han servido de mucho estos últimos meses. Confiesa que “ha sido muy complicado para nosotros porque nos hemos quedado sin trabajo los dos. Ella [su novia] hacía pestañas, uñas, trabajaba en un salón de belleza, aunque es dentista. Pero creo que a partir de junio ya volveremos a trabajar”.

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A esa difícil situación laboral se le ha añadido la frustración por no poder ejercer en un momento de máxima emergencia. “Me hubiera gustado ayudar en lo que pudiera, pero por no tener papeles no hemos podido hacer nada. Eso me duele, porque somos doctores, enfermeros, auxiliares, y estamos en casa sin poder hacer nada mientras España está luchando contra el virus y dicen que hace falta personal. No queremos ser mantenidos del gobierno, solo trabajar como médicos”, asegura. Pero le enorgullece haber entrado en el grupo de Sanitarios Inmigrantes Solidarios, “es muy bueno que estemos ayudando a la gente sin techo. Ayudamos como podemos”.

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