Fotografía vía usuario de Flickr Virginia State Parks/CC by 2.0
Una serie de VICE en colaboración con Acid House, donde hablaremos de las formas en las que la creatividad nos puede ayudar a entender el presente y a encarar el futuro.
Llevo 5 años intentando no celebrar la Navidad. Desde el principio fue un ejercicio autoimpuesto para combatir a mi manera el exceso de consumo y luchar desde la interseccionalidad contra todo lo que envuelve esta tradición.Sin embargo, después de todo este tiempo me he dado cuenta de que eliminarla por completo de mi vida es algo completamente utópico porque comportaría obligar a mis familiares y amigos a bloquear radicalmente una festividad con cientos de años de historia y que despierta sentimientos y emociones muy intensas, algo que por mi parte sería sumamente egoísta.El hecho de pensar en una sociedad sin Navidad sería algo realmente extraño y difícil de concebir. Si bien es verdad que en otras culturas la Navidad no es una fiesta como tal, ¿qué pasaría si esto fuese también así en nuestro país? ¿Qué ocurriría si de repente la Navidad realmente no existiese? ¿Si nadie la celebrara?Desde el punto de vista económico, eliminar la Navidad de nuestras vidas no sería muy buena idea. Esto se explicaría porque el aumento de demanda provocada por el consumo contribuye al aumento de la producción y por lo tanto a la generación de empleo. Según un informe de la consultora Deloitte, hay industrias que realizan el 50% de sus ventas del año durante este periodo, pensemos por ejemplo en los juguetes.Se estima que cada año se generan casi 1.148.000 nuevos contratos para reforzar la campaña de Navidad según datos de Adecco. Si bien es verdad que la situación ideal sería que estos contratos se mantuvieran durante todo el año, nadie sabe del todo cómo gastaríamos nuestro dinero ni de qué forma en el caso de que esta celebración se eliminase por completo.
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De hecho, antes de que existiera la Navidad como celebración, antes del nacimiento de Cristo, los romanos celebraban la Saturnalia, una fiesta que se celebraba en el templo de Saturno en el que había un gran banquete, se decoraban los espacios con plantas y velas y se repartían regalos. Los griegos también celebraban su particular fiesta de año nuevo en honor a Kronos, y el intercambio de regalos y la abundancia de comida también eran una peculiaridad de esta festividad.Incluso se sabe que los griegos ya tenían sus particulares villancicos, llamados “kalanda” y pandillas de niños iban de casa en casa cantándolos. Los regalos eran dulces, pasteles o elementos hechos a mano, algo que desde el punto de vista ecológico podría ser una buena alternativa en el caso de no querer celebrar una Navidad tan basada en el consumo.Y es que esta es una de las principales críticas de los haters de la Navidad. No la celebración en sí, sino en lo que la sociedad de consumo y en lo que las estrategias de marketing la han convertido. Si bien es verdad que depende de cada ambiente y familia, movimientos ecologistas, animalistas y ecofeministas están intentando despojar a la Navidad de su lado capitalista.Probablemente si la navidad no existiera no se matarían tantos lechones, gallos o animales en general. Tampoco consumiríamos tanto plástico, envoltorios o productos innecesarios que son esclavos de la obsolescencia programadaRegalar álbumes de fotos con recuerdos, cartas de agradecimiento o admiración, libros o recuerdos, es al fin y al cabo un ejercicio beneficioso para nuestras mentes según nos confirma Noelia, porque se trata de muestras de amor y amistad que todo el mundo necesita para satisfacer nuestra autoestima y no tiene por qué ir en contra de nuestros ideales o de nuestra forma de entender la vida.De hecho Yve Ramírez, autora del blog La Ecocosmopolita, propone una serie de alternativas a la Navidad y en general a otro estilo de vida más sostenible basadas en el consumo responsable y de proximidad. Según nos dice, una Navidad sin regalos sería algo totalmente posible. “Es algo que me recuerda a la película de El Grinch, en la que un villano secuestra los regalos de Navidad y al final se acaba celebrando una festividad alternativa pero igual de bonita”, nos dice.En este sentido deberíamos plantearnos qué es exactamente la Navidad. ¿Son las reuniones familiares, las tradiciones, las comidas, los regalos? ¿O un conjunto de todo ello? Porque está claro que si desapareciera todo esto los seres humanos buscaríamos de una forma u otra celebrar todo lo celebrable, de comer, de reunirnos con los nuestros y de festejar que un año más estamos todos juntos y dispuestos a celebrar. Porque no hay nada de negativo en ello.