Son varios los motivos que llevan a alguien a someterse a un tratamiento de psicoterapia y, al contrario de lo que se pueda creer, no siempre se hace porque haya problemas que resolver.De hecho, cuando se trata de cuidar de nuestra salud, es importante recordar que podemos abordar esta opción de dos formas: con la intención de “tratar un mal” o bien para mejorar nuestro estado de salud y bienestar.
Por esa razón, cada tratamiento de psicoterapia se adapta exclusivamente a las necesidades y posibilidades específicas de quien lo vaya a recibir: los hay que prefieren empezar con una terapia individual, otros la prefieren grupal, hay terapias para familias, para parejas… También los profesionales son distintos según la especialidad, el enfoque y su situación profesional (pueden trabajar para el servicio público de sanidad, por ejemplo, o a título privado), y es fundamental acudir a uno con quien nos encontremos a gusto.A pesar de todas estas posibilidades y los datos que confirman el aumento de los problemas de salud mental, muchos todavía ven la terapia psicológica con malos ojos, a menudo debido a un sentimiento de vergüenza o desconfianza, los prejuicios de siempre. Por ejemplo: ¿cuántas veces has oído frases como "Deberías ir a que te viera un buen profesional", "Está fatal de la cabeza; he oído que va al loquero", o "No voy al psicólogo, no estoy loco"? Demasiadas.Lo cierto es que no hace falta estar muy mal, tener grandes traumas que superar o problemas que socaven seriamente nuestra serenidad para someterse a un tratamiento psicológico, aunque todas las razones anteriores son válidas. Veamos otras.Creo que todos tenemos la sensación de que no podemos explicar con palabras cómo nos sentimos. La inteligencia emocional es "la capacidad de reconocer, comprender y vivir conscientemente las emociones propias y ajenas". Si se entrena, nos permite poner nombre a lo que sentimos y hablar sobre nuestro mundo interior con mayor claridad, mejorando la relación con nosotros mismos y con los demás. Por tanto, imagina la terapia como un gimnasio para la inteligencia emocional.A esto se pueden agregar situaciones que nos generan malestar o que son problemáticas en la vida cotidiana. Los fuertes cambios emocionales o la apatía, los pensamientos intrusivos, los ritmos de sueño desordenados, la ansiedad, el nerviosismo o los cambios importantes en el apetito son signos que no debemos ignorar: nos dicen que algo va mal y que no pasa nada por pedir ayuda.
Para aprender a reconocer, gestionar y expresar emociones, pensamientos y comportamientos
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Para mejorar la autoconciencia
Para "obligarte" a dedicarte más tiempo
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Tener a alguien ajeno a tu vida que te escuche (de verdad) y no te juzgue
Para adquirir herramientas adecuadas para perseguir tu bienestar de forma independiente
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