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violencia

Te preocupa el conejo pateado y no el que te compras en el súper

Me indigno ahora por este vídeo pero mañana me comeré un conejo a la plancha bien rico.

Un tipo. Un camino. Un conejo. Una patada. "Cristiano Ronaldo". 20 metros. Vídeo. Viralidad. Indignación. Juntad todos estos conceptos y daréis con el suceso que más preocupó a España el 19 de julio de 2017. (Si os cuesta juntar estas ideas también podéis visualizar el vídeo en la parte superior del artículo, puede que os resulte más sencillo).

La verdad es que es un tema complicado. Primero, lo es porque la ley de protección animal varía según cada comunidad autónoma, por lo que hay 17 legislaciones distintas con consideraciones desiguales. Lo que en Galicia se puede considerar una falta grave o leve, en otra comunidad como Cataluña podría llegar a tratarse como una falta muy grave (los ejemplos los he puesto al azar, no os enfadéis). Las sanciones también varían mucho, desde los seis euros por una falta leve en Castilla-La Mancha hasta los 150.253 euros por una falta grave en Aragón (estos datos sí son reales y los podéis consultar aquí).

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Por lo tanto, la multa que le puede caer al tipo que chutó a un conejo al grito de "¡Cristiano Ronaldo!" puede variar profundamente, incluso podría recibir una condecoración en alguna extraña parte de España aún por descubrir.

Pero el tema, EVIDENTEMENTE, no es este. Este vídeo, su viralidad y la indignación que ha generado en las redes no deja de ser chocante. Se han generado miles de comentarios de indignación en Facebook y Twitter e incluso han aparecido individuos ofendidos por esta patada a un conejo que son capaces de espetar frases como esta: "como legalmente no te puedo matar, no lo voy a hacer, solo porque la ley no me lo permite sino te descuartizaría y te hundiría al cráneo a puñetazos, con mucho gusto quiero decir, y orgulloso me sentiría de ello pero no lo voy a hacer". El odio muy bien canalizado, un tipo sensible con la vida en la tierra, sin duda.

Es entonces cuando me hago preguntas. ¿Qué pasa con tanto indignado por el conejo pateado? ¿Por qué nadie se indigna con los miles de conejos que se crían, alimentan, sacrifican, despedazan, envasan y transportan hacia supermercados para que individuos anónimos los adquieran a cambio de dinero y puedan quemar sus esquilados cadáveres en planchas calientes para, finalmente, poder comérselos con alioli? ¿Acaso esas criaturas que no han sido pateadas en un vídeo viral NO merecen recibir las mismas muestras de apoyo?

Cuidado, una gran mayoría de la sociedad acepta esta especie de ritual alimenticio pero, evidentemente, hay organizaciones que velan contra todo tipo de maltrato animal, incluido el que se perpetúa en los mataderos. Supongo que la idea general que recorre todo este tema del vídeo es la de denunciar la espectacularización del dolor y maltrato animal, convertir un acto de tortura en entretenimiento, como queriendo aceptar que hay formas de matar "aceptables" y otras "denunciables". Se tiende a razonar que los animales sacrificados que nos comemos no han sufrido, que han muerto "dignamente", es esa idea de "matar bien" y "matar mal". No es cuestión del adverbio, es cuestión, diría yo, del verbo en sí.

Me resulta profundamente hipócrita que sea el nivel de dolor al acceder a la muerte lo que separe lo moral de lo inmoral. Me parece inmoral que la gente se vuelque en este tema y que la Policía haya fijado este tuit en su cuenta de Twitter la mañana siguiente de que, por ejemplo, se haya estrenado en una cadena de televisión un documental de Mediapro titulado Las cloacas de Interior, en el que deja a la Policía Nacional por los suelos. Nada, el conejo es mucho más importante que investigar la corrupción dentro del propio cuerpo de policía.

Entiendo que estoy haciendo cierta demagogia y está claro que un mal mayor no debería ofuscar una acción deplorable por pequeña que fuera, pero a veces está bien plantearse ciertas cosas antes de sucumbir a la inercia del me gusta o el compartir fácil.

Apunte final: de todos modos, no descarto que el vídeo pueda ser falso, pues si algo me ha enseñado internet desde que nació, es que no te puedes fiar de nada de lo que contiene.