Mi amiga Sara dice siempre que la copla va a volver a las discotecas, y probablemente tenga razón. Lo que no se veía ella venir era que volvería de la mano de los cachorros de Vox. Ayer, rozando la media noche, el "Que viva España" de Manolo Escobar retumbaba en una esquina de la Plaza de Colón mezclado con zapatilla.Hasta allí se había desplazado "la España viva", la derechita valiente ataviada con sus banderas sobre los hombros, con sus caras pintadas con la rojigualda, sus camisetas de Jusapol y sus vivas a la Guardia Civil e incluso a Don Pelayo. Lo paradójico —o no— es que no se congregaron en la plaza de ninguno de los grandes hombres (o mujeres) de nuestra historia, sino en la de Margaret Tatcher. Una metáfora, quizá, de que los de Abascal tienen un ojo puesto en Covadonga, pero con el otro miran fijamente a La City o le guiñan un ojo al Banco Central Europeo.
Las caras eran de tristeza: se esperaba más de lo que se consiguió. Las arengas de Espinosa de los Monteros, los llenazos en los mítines, los hilos de WhatsApp que ayer contaban que en no se qué colegio del barrio de Salamanca se habían acabado las papeletas de Vox no ayudaron a que cualquier resultado, por bueno que fuera, no supusiera una decepción. Incluso 24 diputados, 2,2 millones de votos. Y aunque quizá fueron los ganadores morales de la jornada de ayer —consiguieron darle el zarpazo a la "derechita cobarde", irrumpirán con un buen número de diputados en el Parlamento—, las caras eran las mismas que cuando Ramos falló el penalti contra el Bayern.
En Ferraz, sin embargo, los cánticos no cesaban: de "Viva España y viva el socialismo" a "Con Rivera no" pasando por los "Sí se puede" que se oía cuando los representantes de Unidas Podemos aparecían en las pantallas en las que se retransmitía el escrutinio.
Pedro apareció en vaqueros, con una sonrisa de oreja a oreja y la actitud y la planta del perfecto yerno. No en vano los medios internacionales le bautizaron con el apodo de "Pedro el guapo". A sus pies una marea roja, alguna que otra bandera LGTBI, alguna que otra bandera de España. Les tuvo que decir que ya les había oído cuando insistieron en que Ciudadanos no era una opción. Pero ayer los socialistas prefirieron bailar, desgañitarse pensando que habían vencido al "trifachito", sacar "dientes, dientes, que es lo que les jode", besarse ante las cámaras y soñar con que la única opción es un pacto de izquierdas. Veremos qué ocurre finalmente; lo único seguro, de momento, es que los mariachis enviados por Forocoches a Génova, 13 entonando "Canta y no llores" fueron de lo mejor de la jornada. Y que la resaca de la fiesta de la democracia pinta bastante larga.
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