Zinedine Zidane y el cabezazo más famoso de la historia
Foto: John Macdougall/AFP/Getty Images 

FYI.

This story is over 5 years old.

Mundial 2018

Zinedine Zidane y el cabezazo más famoso de la historia

Analizamos la última acción de Zidane como futbolista profesional: hundir su cabeza en el pecho de Marco Materazzi.

Observa el cabezazo de Zidane a Materazzi. De verdad, es espeluznante. Vuelve a verlo. Antes de que Zidane pase al ataque, los dos tienen una pequeña conversación. Es impresionante la forma en la que se da la vuelta, cambia el ritmo y deja plantada la pierna izquierda para impulsarse más. El cabezazo a Materazzi es una de las acciones más alucinantes que se le vio en un campo de fútbol a Zinedine Zidane, uno de los futbolistas más elegantes y más grandes de la historia. No es poca cosa.

Publicidad

Además, fue un golpe fuerte y sordo, justo en el esternón. Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que el cabezazo fue muy doloroso y tumbó de verdad a Materazzi, como si lo hubiera abatido un francotirador, le hubiera dado una coz un caballo o le hubiera pasado un camión por encima. Sin embargo, por si fuera poco, hay que añadir el contexto:

Zinedine Zidane dio un cabezazo a Marco Materazzi en la final de un mundial, un partido que Zizou sabía que sería el último de su carrera.

El punto final a una de las mejores carreras del fútbol mundial fue este: dar un cabezazo en el pecho a un defensa y acabar con la oportunidad de ganar el campeonato de toda la generación de un país. Además, parece que no le aumentaron las pulsaciones ni un poquito.

Z.Z.

Tengo la sensación de que se ha olvidado lo grande que fue Zinedine Zidane como futbolista. El mejor momento de Zidane llegó en una época dorada para el fútbol: Ronaldo estaba en todo su esplendor, Ronaldinho daba sus primeros pasos, Luis Figo se cambió de bando y fue el primero de los galácticos, estaban también Vieira, Henry, una selección holandesa de ensueño con Kluivert, Bergkamp y Davids, la locura de los traspasos de la liga italiana a finales de los 90 (Vieri, Verón, Vieri otra vez, Crespo, Mendieta, Buffon…) y Michael Owen… ¿Os acordáis de cuando Owen era bueno? ¿De cuando en el Mundial del 98 se fue de la defensa argentina tan rápido que dejó atrás su juventud y dio la bienvenida a un señor de 38 años que ahora se pasa todos los domingos calentando banquillo?

Publicidad

A todo esto, Zinedine Zidane batió el récord de los traspasos, ganó él solo la final de un mundial, marcó el mejor gol de la historia de las finales de las Champions, llevaba el dorsal número 5 y se parecía a Spock, pero con la mirada agresiva y la cabeza rapada. ¿Estamos ante uno de los mejores jugadores de todos los tiempos? Sí, pero no. Por un lado, tenemos a Messi y Cristiano Ronaldo luchando por ser recordados como extraterrestres que cambiaron el fútbol. Por otro lado, hace muchos años también tuvimos a Maradona y Pelé, dos leyendas en imágenes color sepia. En medio tenemos a Zidane, justo antes de la explosión del HD, llevando a su selección a dos finales del campeonato del mundo en ocho años.

zinedine zidane cabezazo materazzi tarjeta roja final del mundial

Foto: Roberto Schmidt/AFP/Getty Images

Zidane como jugador fue un mediocentro y a la vez un mediapunta que atacaba constantemente y hacía muchísimos goles de cabeza, como si Roy Keane le hubiera hecho una entrada tan fuerte a Christian Eriksen que ambos se hubieran fusionado y que la cabeza de Alan Shearer, que estaba por ahí asomado, se hubiera separado del resto del cuerpo para unirse también y formar un todo perfecto. El hecho de que Zidane fuera capaz de llevar a Francia a dos finales del campeonato del mundo en ocho años, es decir, en dos etapas completamente diferentes de su carrera como futbolista, confirma su enorme calidad.

En 1998, era un catalizador que no dejaba de correr y dar pases por el que pasaba todo el juego de Francia y la pieza central de un máquina perfecta llena de jugadores con mucha calidad. En 2006, a pesar de que sus piernas ya no le respondían tanto, fue todavía más influyente: mientras los restos que quedaban de la selección francesa empezaban a derrumbarse, Zidane los arrastró cual perro callejero salvando a un bebé de un incendio, no se puso nervioso a la hora de tirar los penaltis y atemorizó a los defensas amenazando con batir su portería solo con su propia presencia. En 1998, Zidane ganó la final del mundial con dos cabezazos siendo un futbolista. En cambio, en 2006, Zidane llegó a la final siendo un cabronazo.

Publicidad

Z.Z.

La final del Mundial de 2006 no se convertiría en un clásico hasta el minuto 110, cuando Zidane y Materazzi se enzarzaron. El defensa italiano cometió un penalti en el minuto 7 que transformaría Zidane frente al mejor portero del mundo sin coger carrerilla, “a lo Panenka” y tras estrellarlo en el larguero, un “este es mi último partido y vais a ver quién es Zidane” en toda regla. Lo tiró con tanta chulería que podría haber ganado un festival de bailes y con tanta egolatría que podría haber montado una revista de salud que solo hablara sobre sí mismo. La selección francesa estaba compuesta por los restos de la convocatoria exitosa de los años 1998 a 2000 y a veces recordaba a aquella: cuando Italia reaccionó, Lilian Thuram se puso el mono de trabajo y Fabian Barthez desbarató numerosas ocasiones. Todo lo que ocurría pasaba por los pies de Zidane: sacaba los córneres y las faltas, organizaba todos los ataques por el centro y la calva de su coronilla era la que guiaba a su selección en todos los aspectos del juego. Sin embargo, Italia apretaba y Pirlo sacó un córner perfecto que cabeceó a la red Materazzi (¡otra vez!). El partido estaba empatado a un gol y a partir de la cosa se aguó un poco…

Esto ha ocurrido en casi todas las finales recientes de los mundiales, excepto en la del 98, la primera de Zidane. En 1994, Italia empató a cero con Brasil y se decidió en la tanda de penaltis; en 2002, Brasil (más bien, Ronaldo) ganó a Alemania por dos goles a cero; en 2010, España ganó por un gol a cero en la prórroga; y en 2014, Alemania hizo lo mismo. Las finales son encuentros muy tensos porque todos quieren ganar el partido más importante del mundo y nadie quiere ser recordado como aquel portero que cantó o aquel delantero que falló un penalti, por lo que se convierten en pequeñas guerras con un balón de por medio. En 2006, parecía que Italia tenía más papeletas para ganar que Francia, pero con un 1-1 en el marcador puede pasar de todo. Muchas veces lo que puede pasar es que alguien marque un gol o falle un penalti decisivo, pero esta vez lo que pasó fue el cabezazo de Zidane a Materazzi.

Publicidad

Z.Z.

Dar a un cabezazo a alguien en un campo de fútbol es una cosa absurda. La violencia dentro del terreno de juego no es muy habitual, por lo que cuando ocurre se convierte en icónica. La violencia accidental es parte del juego (chocar con el portero, codazos involuntarios…), pero toda la violencia que se haya medio meditado previamente siempre se recuerda: Keane con Haaland, Dyer con Bowyer y Zidane con Materazzi.

Por más que lo intente, no soy capaz de recordar ningún jugador al que le hayan dado un cabezazo durante la final de un mundial. Bueno, ni durante, ni antes ni después. Solo el simple hecho de que Zidane pensara en hacerlo es disparatado, que lo hiciera en el partido más grande que se puede ofrecer dentro del mundo del deporte es de trastornados y que no perdiera la calma, como si fuera un francotirador, es una de las locuras más grandes de la historia del ser humano.

Las fotos de Zidane yéndose expulsado y pasando al lado del trofeo son un retrato de la agonía, la angustia y la desesperación. Sin embargo, si observas a Zidane segundos después del cabezazo, te darás cuenta de que no está nada nervioso, incluso hablando con el árbitro con cara de sorpresa porque está a punto de echarlo del campo. Sé que puede parecer perverso endiosar a un hombre por sus actos violentos pero, si no amabas a Zidane antes del cabezazo, resulta complicado no hacerlo después. Es un tema complejo lleno de insensibilidad, hasta el punto de que parecía que a Zidane le resultara chocante aprender que no se puede ir dando cabezazos a la gente.

Publicidad

Se convirtió en un clásico instantáneo. El cabezazo de Zidane fue uno de los primeros “protomemes“, un GIF que se reprodujo una y otra vez miles de veces y se distribuyó por unas páginas raras que no tenían enlaces y que existían antes de las redes sociales. Nunca conoceremos el potencial del meme del cabezazo de Zidane. ¡Imagina que hubiera pasado en 2018! ¡Imagina los tuits!

La historia que hay detrás del cabezazo es que Materazzi provocó a Zidane al “insultar a su hermana”, pero no estoy seguro. Zidane tenía 33 años y llevaba toda la vida en el campo, así que ya habría oído de todo sobre su hermana, su madre, su padre y su hermano. Lo que quiero decir es que, personalmente, no creo que hubiera nada que me pudieran decir durante la final de un mundial que me hiciera querer dar un cabezazo a alguien.

zinedine zidane materazzi cabezazo final del mundial

Foto: Roberto Schmidt/AFP/Getty Images

Sin embargo, es posible frustrarse al ver que las cualidades que tienes están en franca decadencia. Como sus piernas le estaban traicionando, como cada vez estaba más lento y todos los cigarros que se había fumado en los descansos le estaban pasando factura, Zidane supo que era la última oportunidad que tenía de usar la fuerza física en condiciones. Estaba viendo a una selección francesa histórica a punto de bajar el telón. Además, Italia estaba mejor que Francia.

No quiero decir que el cabezazo fuera una reacción a aquello porque nadie en su sano juicio haría algo así solo porque el partido estuviera empatado, pero tuvo que haber influido algún tipo de frustración: Zidane, con una carrera gloriosa a punto de terminar y habiendo llevado a su selección a la final del campeonato más grande del mundo, un campeonato que ya ganó en su momento, estaba pensando en la posibilidad de que el fracaso fuera el protagonista de su final como profesional.

Al final, dio un cabezazo a Materazzi y así fue su despedida. Si lo hubiera escrito un guionista de Hollywood, Zidane habría seguido en el campo para marcar el penalti decisivo y sus compañeros lo habrían sacado a hombros. Sin embargo, esto no es Hollywood, es la vida real. Una vida real que atravesó el pecho de Materazzi tan fuerte que el italiano todavía está gritando. De alguna forma, ese cabezazo se convirtió en un final para su carrera más apropiado que el éxito.

@joelgolby

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.