Variedad e inclusión en festivales de Latinoamérica
Foto: Insólito Universo por Ciara Bolivar Garcia

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Música

La representación no es capricho: Variedad e inclusión en festivales de Latinoamérica

Después de mucha conversación alrededor de los line ups en los festivales, nos sentamos a reflexionar acerca los peligros invisibles de sucumbir a bookear sin pensar en la representación.

Hace poco conversaba con un amigo acerca del reciente crecimiento de la industria festivalera en la región. Donde antes esperábamos un año para apenas comprar el CD de nuestra banda favorita de la época y aprendernos las canciones mientras sonaban apenas en algunas cadenas de radio, hoy podemos verlas en los diferentes festivales que suceden durante todo el año.

Como habitante del hemisferio sur, en algún punto de mi adolescencia creí imposible sacar a los actos más grandes del mundo de la pantalla de televisión. Ver a Daft Punk, Chemical Brothers o a Fatboy Slim desde MTV era, para mí, lo más cercano que los tendría. Las retransmisiones de una presentación en vivo eran la única forma que en la que podría hacerme la idea de su presencia en escena, asumiendo que nunca vendrían con sus shows por estos lares del Sur.

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Para la época no había circuito internacional de conciertos en mi natal Bogotá, los pocos festivales que ocurrían eran un milagro y los conciertos de actos taquilleros internacionales eran simplemente imposibles de pagar para alguien de mi edad.

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Ruidosa Chile 2017, foto de Rosario Oddó

Es entonces cuando emergen iniciativas, que vendrían a consolidarse en los primeros festivales, con producción de alto nivel y que se vinculaban al circuito internacional. Vive Latino, Estéreo Picnic y la franquicia de Lollapalooza dieron un gran salto en términos de booking en la región, acercaron actos de renombre mundial a sus audiencias latinas, hambrientas de corear los temas icónicos de esas bandas que crecieron escuchando.

Todo esto cimentó una industria, pero no sin algunos interrogantes que hoy en día me siguen llamando la atención, más que por el problema en sí, por el desconocimiento de la existencia del problema.

Como algunas personas se habrán dado cuenta, solo he mencionado actos de renombre internacional, pero ¿qué pasa con la presencia latinoamericana en estos festivales?, ¿por qué la presencia femenina en los line-ups de los festivales es un tema de conversación urgente? Nuestra posición global nos da unas responsabilidades frente a nuestra población que, en términos comerciales, resulta sencillo ––y hasta conveniente–– olvidar.

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KnotFest México, foto de Feli Gutierres

Para mostrar algunas de las prácticas alrededor de esto hay que hablar de casos modernos en los que se haya tenido en cuenta la representación para generar el evento. Recientemente emergió una nueva generación de festivales, ahora más especializados, más de nicho, que logran concretar propuestas ideológicas con la exposición en sus eventos, y re plantear cosas que ya estaban obviadas en la industria, por su forma de entender la creación de un festival. Para este caso específico, me gustaría tratar a Bahidorá, Nrmal y Ceremonia en México, Ruidosa en Chile y el Radikal Styles en Colombia.

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Si hay que dejar claro un asunto, es que la inclusión no es un capricho. El problema de la ausencia de talento femenino en la región la ha puesto en evidencia Ruidosa, con una rigurosa investigación, que ha mostrado efectos, en propuestas como R.E.T.O.M.A, en el festival Radikal Styles, de Bogotá. El cual brindó un escenario exclusivamente con DJs poderosas de techno del país, para contrarrestar los otros dos escenarios llenos de presencia masculina.

Los actos latinoamericanos en los festivales de la región también es un tema de gran profundidad, puesto que, en muchos casos, nos gana el malinchismo de solamente bookear talento internacional y dejar rezagadas las propuestas de la ciudad de la cual, al final, va a generar lucro la agencia que produzca el evento. Esto representa un peligro, desde la perspectiva de hacer creer a la audiencia que dentro de la misma ciudad no hay ni un solo acto que de la talla de esos escenarios, por lo cual se reproduce ese sentimiento de que lo extranjero es mejor. Si el mismo festival local lo confirma, ¿cómo desmentirlo? Evidencia de esto fueron las giras que realizó Dekmantel por Latinoamérica, y a la hora de publicar su “line-up más ambicioso”, no incluir a ningún talento de su “segundo hogar”. El riesgo de ignorar la cuota local va lentamente aportando a la idea que presentaba al rato: la invisibilidad de la escena y el talento regional.

Para el caso Bahidorá hay una propuesta de la que poco se ha hablado y que rompe algunos estigmas, en lo que respecta a la electrónica del continente. Desde la edición pasada han venido integrando nombres de la virtuosa movida cubana, con proyectos como Ariwo, en su edición 2018, y DJ Jigue y Dayme Arocena; la vocalista de jazz, para este 2019. Dando así presencia a esta movida en un escenario de gran calidad, que de otra manera no hubiera tenido exposición en el país, y hubiera seguido inexistente para el público local. ¿Quién hubiera conocido las propuestas electrónicas de la isla caribeña sin una posible ventana de exposición? Seguiría siendo el conocimiento de pocos la riqueza de dichas movidas.

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Nrmal, por su parte ha sido ventana de las propuestas más innovadores del país y la región, al darle espacios prioritarios a actos latinos independientes como Los Pirañas o Chancha Vía Circuito. Otro motivo por el cual debe ser celebrado este festival es por incluir siempre un gran número de actos mexicanos dentro de su line up, y por ser en 2018 el tercer festival la región con la menor brecha de género, según el estudio de Ruidosa.

Ceremonia por su parte, aunque no cuenta una gran representación regional este año, puesto que la mayoría de su line-up proviene del hemisferio norte, logra aportar espacios valiosos a colectivos como Traición, el cual visibiliza y da cuenta del movimiento político queer latinoamericano. Además, en su line-up incluye una de las voces hispanas que más han dado de qué hablar en este último año: Rosalía. Acto que nos demuestra que no todos los headliners son anglo, que no todos los actos de renombre internacional vienen de Reino Unido o Estados Unidos.

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Nicole en el Ruidosa 2017, foto de Rosario Oddó

Es entonces cuando surgen las preguntas como, ¿es la creación de un circuito internacional un beneficio para la audiencia local o más una oportunidad para promotores internacionales? Sin duda hace falta un ejercicio de reflexividad de quienes juntan un festival y sentarse a considerar los efectos positivos y negativos que tendrá sobre la imagen de la región convocar a dicho evento, con el talento que traen y los ideales que desean promover en sus eventos.

Como audiencia tampoco nos podemos quedar calladas, al ver que nuestra ciudad ha sido silenciada en el line-up. Esta es sin duda una práctica que demoraremos en interiorizar, pero al final logrará nutrir la escena musical de nuestra ciudad, y nuestra región. Dar espacios prioritarios a nuestros ídolos continentales.

Podemos caer en la frase “no hay buena música ahora” y quedarse estancado oyendo lo que los logaritmos digitales nos guían a oír, mientras que las propuestas novedosas con las que podemos generar un vínculo de identidad, por compartir región e incluso ciudad, pasan bajo el mapa y luchen cada vez más a ciegas, contra el olvido de la industria. Es esta entonces una invitación a consumir local, a oír y bailar las producciones de los posibles grandes nombres que hoy en día requieren de nuestro apoyo para seguir innovando.

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