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Identidad

El pionero estudio sobre la compresión de los pechos que llega con retraso

Ceñirse firmemente los pechos para ocultarlos es una realidad cotidiana para muchas personas transgénero y no binarias, pero los profesionales de la salud saben muy poco sobre esta práctica. El primer estudio médico de la historia que se ha realizado...
Dylan has been binding since his teens. All photos by Fox Fisher

"Recuerdo la primera vez que me puse un vendaje en el pecho", recuerda Naomhan, un activista trans no binario de Belfast, Irlanda del Norte. "Un exnovio me dio su binder y, cuando me lo puse, recuerdo mirar mi pecho y después mirar el espejo y experimentar una enorme euforia por lo feliz que me hacía sentir".

Vendarse el pecho o usar un binder es una realidad cotidiana para muchas personas, incluyendo hombres transexuales, algunas lesbianas, personas intersexuales e individuos no conformes con su género como Naomhan. Aplanar los pechos ―tanto si se hace con una venda elástica, con ropa interior de compresión, con varias capas de camisetas, con sujetadores deportivos o con binders que pueden adquirirse en el mercado― no solo facilita poder pasar en público por el género correcto o llevar ropa masculina, sino que para muchas personas es una cuestión de bienestar psicológico.

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"No me podía quitar el binder excepto para dormir", afirma Naomhan. "Era lo primero que me ponía nada más despertarme por las mañanas y me sentía disfórico incluso aunque estuviera en casa sin él puesto".

Fuera de la comunidad queer, comprimirse los pechos sigue siendo un fenómeno relativamente poco conocido. Es un tema del que hablan mucho más los vlogueros trans (si buscas "my first binder" ―"mi primer binder" en inglés― obtendrás unos 114.000 resultados en YouTube) que los profesionales médicos, pero una nueva investigación llevada a cabo por The Binding Health Project y publicada en Culture, Health, and Society (Cultura, salud y sociedad), que es el primer estudio sobre la compresión de los pechos que se ha publicado en una revista médica, muestra que hace tiempo que debería haberse abordado el tema de cómo ayudar a la gente a ocultar sus pechos de forma segura y eficaz.

El informe cualitativo generado a partir de este potente proyecto de investigación realizado por cinco personas entra en mayores detalles acerca de los beneficios de comprimirse el pecho para las personas que encuestaron: "Basándonos en nuestro análisis preliminar, para la mayoría de los participantes el hecho de ocultar sus pechos mediante compresión suponía una experiencia positiva y desembocaba en una mejora del estado de ánimo y la autoestima, minimizaba la disforia de género, la ansiedad y la depresión, y les ayudaba a sentir que tenían el control de sus cuerpos", indica el informe que publicaron sobre su estudio. "De hecho, algunos de los participantes afirmaron que el impacto positivo sobre su salud emocional y conductual hacía que la incomodidad física de comprimir el pecho mereciera la pena".

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"Ocultar los pechos es parte de la vida diaria para muchas personas, pero puede tener una repercusión negativa en la salud física ―desde molestias leves a enfermedades graves― mediante una amplia gama de síntomas, desde dolor en diferentes partes del cuerpo hasta falta de aire, pasando por hematomas u otros cambios en la piel", explica la investigadora Sarah Peitzmeier. Ella forma parte del proyecto Binding Health Project, que espera "divulgar y descubrir nueva información sobre los efectos en la salud física y mental de la compresión de los pechos". El proyecto está formado por estudiantes de medicina y alumnos ya licenciados de la Universidad de Boston, y entre sus miembros se encuentra también un estudiante de doctorado en salud pública del John Hopkins.

Los investigadores esperan que el estudio permita crear un plan inicial para el cambio y sirva para informar a los médicos acerca de los beneficios y la repercusión de la compresión de los pechos, permitiendo a quienes la practican hacerse cargo de su salud. Repasaron la información y los escritos revisados por colegas de profesión procedentes de clínicas de salud, organizaciones LGBTQI y fuentes de comunidades online, y descubrieron 28 consecuencias potenciales de la compresión de los pechos para la salud. Los 1.800 participantes respondieron una encuesta online que contenía preguntas que abarcaban desde la frecuencia con que comprimían sus pechos, qué empleaban para hacerlo y cuál era su identidad de género.

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Según el estudio, la ocultación de los pechos mediante algún tipo de prenda compresiva era "algo cotidiano" para sus participantes. Algo más de la mitad de los encuestados comprimían sus pechos siete días a la semana, durante una media de diez horas al día.

Naomhan plancha una camisa llevando su binder. Todas las fotos por Fox Fisher

A pesar de la ubicuidad de esta práctica, un abrumador 97,2 por ciento de los encuestados indicó haber sufrido al menos un resultado negativo para su salud que atribuía a comprimir los pechos. El 74 por ciento afirmó tener preocupaciones relacionadas con el dolor: el efecto secundario más común era el dolor de espalda (53,8 por ciento), seguido del calentamiento excesivo (53,5 por ciento), el dolor en el tórax (48,8 por ciento), las dificultades para respirar (46,6 por ciento) y los picores (44,9 por ciento). Cincuenta encuestados incluso creían que habían sufrido fracturas de costillas como resultado de sus métodos de compresión.

Aunque la compresión de los pechos es una realidad cotidiana para muchas personas queer, sigue habiendo una preocupante falta de conocimiento médico específico sobre esta práctica. Los individuos trans y no binarios con quienes hablé con frecuencia confiaban en los consejos de familiares y amigos transexuales, en las comunidades online de personas LGBTQI y en los trucos ofrecidos por vlogueros. Una de las personas con las que contacté oyó hablar por primera vez de la ocultación de los pechos mediante esta técnica en la película de 1999 Boys Don't Cry. Pero ninguna de ellas había consultado jamás a un profesional de la medicina en busca de consejo sobre la compresión de sus pechos, incluso aunque estuvieran sufriendo dolor.

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"Había muchas veces que me levantaba a las 6 de la mañana para ir a trabajar y después de mi turno me comprimía los pechos y no me iba a dormir hasta las dos de la mañana", explica Dylan, que trabaja como asistente del jefe de detenciones, vive en Worcestershire y lleva comprimiendo sus pechos desde que era adolescente. "Así que mis pechos estaban vendados durante unas 20 horas y, bueno, al final acaba doliendo mucho la espalda".

No tomaba ningún analgésico para la espalda y me comenta que nunca fue al médico. "Ignoraba el dolor", continúa. "Me limitaba a fingir que no estaba ahí. El médico me iba a decir que dejara de hacer aquello que me dolía y yo desde luego no quería dejarlo".

Dylan llevaba los pechos comprimidos durante hasta 20 horas seguidas

Las sospechas de Dylan no iban muy desencaminadas. "Aunque no contamos con cifras que lo respalden, mi impresión es que el conocimiento de la compresión de los pechos es relativamente bajo entre la comunidad médica e incluso aquellos médicos que conocen la práctica no están en realidad seguros de cómo evaluarla clínicamente, cuál es su impacto potencial sobre la salud y qué prácticas más seguras de compresión de los pechos deberían recomendar a sus pacientes", afirma Peitzmeier.

En ausencia de consejo médico profesional, han surgido directrices extraoficiales, como la "norma de las ocho horas", que aconseja no llevar los pechos comprimidos más de ocho horas seguidas. Pero aun así, muchas personas tampoco siguen esta guía no oficial.

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"La mayoría de la gente no sigue la norma de las ocho horas", indica Max, un ayudante de camarero de 22 años de edad que vive en Manchester y que lleva un año practicando la compresión de sus pechos. "Seamos sinceros. Yo desde luego no la sigo. No contamos con excesivas opciones [de binders diferentes] para elegir".

Max utiliza formas alternativas de reducir su disforia de pecho, como hacer ejercicio

Empresas como Underworks buscan satisfacer la demanda por parte de los consumidores de binders que resulten más cómodos y efectivos. Esta compañía anuncia en su sitio web: "Hoy, miles de personas llevan un binder donado por Underworks. Su primer binder… Nuestro objetivo es proporcionar una experiencia que cambie completamente la vida de la gente".

Pero la investigación muestra que los binders que se comercializan ―como los que vende Underworks― se asocian en realidad con mayor frecuencia a resultados negativos para la salud. Los participantes que llevaban binders comprados en tiendas afirmaron sufrir 20 de los 28 perjuicios para la salud detectados en el estudio. Por su parte, la cinta adhesiva o los envoltorios de plástico ―que normalmente se desaconseja llevar― solo se asociaron a 13 de los 28 efectos secundarios.

En una declaración ofrecida a Broadly, Underworks indicó: "Hemos visto que muchas personas que desean comprimir sus pechos se han sentido frustradas en el pasado al emplear métodos que no les permitían sentir una compresión total. Estos métodos incluyen llevar varias capas de sujetadores deportivos, camisetas ajustadas, etc. Como el proceso que les lleva a comprimir su pecho es algo tan meditado, eligen tallas más pequeñas de las que necesitan con la esperanza de que su tórax quede completamente plano. Probablemente este sea el mayor problema".

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Muchos individuos trans y no conformes con su género afirman que continuarían comprimiendo sus pechos a pesar de los riesgos para su salud física. El alivio psicológico que les proporciona esta práctica ―además de su mayor capacidad para pasar en público por su género correcto― a menudo compensa cualquier posible inconveniente. Sabiendo esto, el Binding Health Project desea proporcionar tanto a los profesionales médicos como a las personas queer información sobre los métodos para la compresión de los pechos, incluyendo cuál es la mejor forma de hacerlo, qué utilizar y con qué frecuencia.

"Mentalmente me siento muchísimo mejor [cuando oculto mis pechos mediante compresión]", afirma Lola, una persona de 28 años de edad que vive en Londres y trabaja en marketing digital. Lola se identifica como no binaria y lleva comprimiendo sus pechos de forma intermitente durante cuatro años. "Incluso cuando el binder me rozaba los costados tan fuerte que me dejaba profundas marcas rojas durante varias horas o hacía que me dolieran los pechos, a veces merecía completamente la pena".

"A menudo comparo la disforia corporal que atraviesan las personas trans y no binarias con dormir sobre un colchón lleno de bultos durante toda tu vida", continúa. "No te das cuenta de lo malo que es el colchón hasta que no duermes sobre uno maravilloso y, una vez que has probado un colchón maravilloso, todavía resulta más doloroso regresar al antiguo. Cuando yo me probé un binder por primera vez, supe que lo que llevaba tiempo sospechando era definitivamente cierto: quería reducir mis pechos".

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"Queremos que la gente que comprime sus pechos se vea empoderada con el conocimiento de los riesgos potenciales que conlleva hacerlo y cómo evitarlos, para que pueda tomar una decisión bien informada en torno a qué forma de comprimir los pechos y durante cuánto tiempo es la mejor opción en su caso", afirma Peitzmeier. "También queremos que los profesionales de la medicina apoyen a la gente que comprime sus pechos y les permitan tomar aquella decisión que maximice su salud física y mental y les ayude a mitigar cualquier efecto secundario adverso que pudiera ocurrir".

[Comprimir mis pechos es] el único recurso que tengo para sentirme a gusto con mi cuerpo

Como parte de sus hallazgos, los investigadores recomiendan tomarse "días libres" con la compresión de los pechos siempre que sea posible, tener cuidado al llevar binders comprados en tiendas y no utilizar vendas elásticas, papel film o cinta adhesiva.

Algunas personas tienen un buen motivo para tirar sus binders a la basura: Tanto Naomhan como Dylan se sometieron a cirugía hace unos meses.

"Ahora que tengo el pecho plano me siento mil veces mejor", dice Naomhan. "Por fin puedo mirarme al espejo y sentirme feliz con mi cuerpo y con su aspecto. Si hubiera podido operarme dos años antes lo habría hecho, para evitarme todo el dolor que provoca comprimir los pechos y la angustia que provoca la disforia de pecho, pero estoy aquí ahora y finalmente soy feliz con mi cuerpo, ¡y eso es lo que cuenta!".

Otras personas, como Max, utilizan métodos alternativos para reducir su incomodidad con respecto a su pecho, como hacer más ejercicio. "Hasta que empiece a hormonarme estoy haciendo ejercicios para aumentar la masa muscular y para reducir la grasa en torno a mi pecho. Recomiendo encarecidamente ir al gimnasio si se puede, aunque resulta intimidante de la hostia. A mí me ha ayudado mucho ver mi cuerpo como una herramienta y centrarme en contraer y relajar los músculos".

Lola afirma que el dolor físico de comprimir los pechos merece la pena, aunque hace hincapié en que ve esta práctica solo como un escalón más hacia recibir un tratamiento duradero para su disforia de pecho. Actualmente está recaudando fondos mediante crowdfunding y espera conseguir las 6.400 libras (unos 7.350 €) que necesita para poder someterse a una operación de reducción de pecho.

"[Comprimir mis pechos es] el único recurso que tengo para sentirme a gusto con mi cuerpo. A veces es muy aliviador y me ayuda a sentirme feliz y a volver a centrarme", indica, "pero no es más que un arreglo temporal que debería demostrar a la gente lo increíblemente importante que resulta para las personas trans y no binarias tener acceso a los tratamientos médicos que necesitan".