La metamorfosis en Vera Spinetta
Foto de Camila Rodriguez
Música

La metamorfosis en Vera Spinetta

La artista argentina nos presenta su primer disco solista.

Todas las facetas artísticas de Vera Spinetta desembocaron en Terso, su primer álbum, lanzado en septiembre pasado. Este disco es el resultado de un gran giro dentro de su carrera intermitente. En el medio protagonizó una película en Italia llamada Soledad, escribió y publicó un poemario titulado Eclosión y tuvo a su segundo hijo: Azul.

Como si fuese una misma pieza en su totalidad, en Terso, compuesto por siete canciones, se escucha calma y reflexión. Un refugio de sonidos alternos y sintetizadores acompañados de guitarras que van subiendo el ritmo a medida que avanza. Con un dejo de Bjork, Vera Spinetta logra crear un semillero de respuestas radicales y diálogos constantes.

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Una canción llamada “Blu”, dedicada a su hijo recién nacido, dice: “si a mi lado estás, creceremos junto al mar”. Y luego, más adelante, en “Ave Anexa”, dirigida a su padre, el músico Luis Alberto Spinetta, Vera concluye cantando: “el día que no espero cubrirme en tu protección, sabe del tiempo que llevo buscándote”. De fondo se escucha un beat suave con bases electrónicas que no descansan, producidas por dos exintegrantes del trío electrónico Programa: Guido Moretti y Pablo Damián Bursztyn. Más de cerca, tomando protagonismo con relieves y texturas, las canciones son acompañadas por una serie de videoclips compuestos por Guido Flichman y Martín Carpaneto.

Hablamos con ella sobre los comienzos de Terso y su búsqueda constante del autoconocimiento.

Vice: Hace muchos años que estás inserta en el mundo del arte, desde la música, la actuación y la escritura. ¿En qué momento decidiste sacar un disco?

Vera Spinetta: Fue hace mucho tiempo. Desde que comenzó la idea hasta que se concretó pasaron muchas cosas. Antes de irme a Italia a filmar Soledad decidí reunirme con dos personas que admiro mucho como productores y músicos: Pablo Bursztyn y Guido Moretti, son amigos y con ellos hice el disco. En un principio fue mostrarles parte de mi trabajo, canciones que tenía escritas y empezar a descartar. En el medio me fui a firmar, volví, se presentó la película, hice el libro de poesía, fue todo muy intermitente. Lo sentí como un laboratorio de experiencias mientras nuestras vidas sucedían, hasta que en el último año nos pusimos más exigentes y dimos con el sonido que nos gustó donde los tres nos sentíamos cómodos. Todo el disco fue el resultado de un trabajo en equipo.

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¿Sentís que hubo un entrecruzamiento de poemas entre el libro (Eclosión) y las letras de las canciones?

El libro de poesía lo hice mientras componía las letras de las canciones. Seguro tiene una conexión, en algún momento del proceso se cruzaron y estoy segura de que hay algo de Eclosión en Terso y algo de Terso en Eclosión. Fue un pilar para mí, poder obsesionarme con cada letra y darle ese espacio. Creo que es donde más me enrosqué, darle palabra a esa música etérea requiere de un trabajo recontra vulnerable, ver cómo se conecta uno con la propia música y descifrarlo. Y que a su vez esas palabras tengan una coherencia gramatical. Entiendo que en la poesía podés tener un ritmo más independiente, pero las canciones dependen de la música.

¿Cuál fue tu proceso para componerlas?

Todas las canciones son muy autorreflexivas. Aunque algunas no sean dedicadas a personas en particular me sentía interpelada; es decir, nunca doy un mensaje sin involucrarme por completo. Todo me lo digo a mí misma como también se lo digo a otras personas que pueden estar transitando por las mismas emociones. Después sí hay letras dirigidas a personas en particular, como “Ave Anexa”, que es para mi viejo, o “Blu” para mi hijo; esas son diálogos.

¿Qué sentiste a la hora de escuchar estos diálogos con tu viejo o con tu hijo?

Mucha emoción y llanto. Cuando hice “Ave Anexa” lloraba sin parar, sentía una sensación de tenerlo cerca; buscaba palabras que estaban tan emparentadas con su universo, que a la vez es el universo que nos dejó a todos. Él de verdad hablaba así o era como se mostraba. Supongo que todo eso me hacía un cortocircuito emocional. Con “Blu” era otro llanto, era el estar descubriendo la primera vez de un sentimiento.

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¿Pensás que hay un legado de parte de tu viejo en la manera de expresarte dentro de la música?

Seguro que lo hay. Armónicamente hay veces que escucho algún acorde y digo, “¡ah esto es re mi viejo!”. Eso no lo voy a descartar, a mí me genera emoción porque esos acordes me gustan. También debe haber algo de familiaridad porque es lo que yo escuché en mi casa y es el lenguaje que se maneja. Sí siento que está emparentado desde algo sincero, como una búsqueda personal. Todo lo que suena parecido es genuino.

En el videoclip hay colores que mutan a medida que avanza el disco. ¿Cuál es la propuesta estética? ¿Cómo lograron reunir todas las imágenes en Terso?

A Terso solo lo podía definir con colores y texturas. Quería algo súper abstracto y que a su vez tenga algo de naturaleza. Me junté con Guido Flichman, que es el que hizo el arte de tapa, y junto con Martín Carpaneto fuimos viendo la propuesta. Escuchábamos las canciones y anotábamos los colores y sensaciones que nos generaban. Tuvimos muchos procesos para llegar a una textura sobre lo digital.

Martín maneja la inteligencia artificial. Y con ese proceso entendí que se podían conjugar la piel, la naturaleza, los animales y los colores para que luego una máquina te haga una devolución concreta. Fuimos jugando hasta que apareció la tapa, cuando llegó fue amor a primera vista. Luego surgió la idea de los videos de la mano de los frames que teníamos, armamos un paisaje para cada tema y que tenga movimiento y animación. Creo que el arte de tapa es tan importante como la música, es hermoso que algo así también te conmueva y corresponda a lo que luego vamos a escuchar.