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Cultură

De curas que hacen magia y enfermedades raras

Miguel Noguera nos descubre la teoría del ridículo sublime.

Noguera vive en Barcelona con su novia. Se levanta tarde y desayuna fuera. No quiere líos. Trabaja en una plataforma telefónica de asistencia en carretera, que para él es como una máquina de diálisis. Cuando finaliza la jornada, protagoniza falsos documentales, escribe libros, colabora en radio, actualiza su blog y pronuncia unos incómodos discursos llamados

ultrashow

. Conferencias delirantes que abandonan el sendero de la explicación racional y te abofetean hasta ahogarte de risa. De noche me hospedo en la parte superior de su litera y le formulo preguntas hasta que se queda dormido. Soy como una nana para él. Después apago la luz y pienso que Noguera no está bien. Que Noguera está fatal.

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Vice: Sé que no te consideras humorista pero, ¿te identificas con algo o alguien?

Miguel Noguera:

¡No! Ni artistas contemporáneos, ni cómicos, ni escritores, ni dibujantes de cómic. Aunque tengo rasgos en común con todos ellos. Conservo trazas de ADN de esos cabrones pero no voy a sus estúpidas convenciones anuales. Esos canapés que montan.

¿Qué sentiría tu abuela si escuchara esos simposios tuyos sobre enfermedades raras y curas que hacen trucos de magia? ¿Lloraría de orgullo?

La familia siente orgullo cuando ve que te van bien las cosas, aunque no entienda lo que haces. Supongo que has querido plantear un desfase generacional pronunciado para darle emoción al asunto. Has preguntado por mi abuela, no por mi madre. Te ha hecho gracia ese cuadro, ¿verdad? ¿Por qué no te has ido más arriba? ¿Por qué no has preguntado por mis ancestros más profundos? Gente de la Edad Media.

Seguramente tus ancestros te mirarían con lástima y abandonarían el auditorio. Profiriendo insultos como chisgarabís o filibustero.

La realidad es que me preocupa mucho que haya gente molesta con lo que digo. Considero que es un mal encuentro. No contribuye a nada. Aunque también me parece un abuso que una persona agraviada te pida explicaciones como si le debieras algo. Si no le gusta, que se vaya. Ya está. Mi material de trabajo son el niño etíope, el violador en serie, las rebajas de El Corte Inglés. Conceptos de telediario. No busco ser un provocador. No me gusta que el público me lea de ese modo. Hay ideas que incluyen material delicado pero, si son buenas, adelante.

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En el libro Hervir un Oso transformas algunas de esas ideas en ilustraciones, con ayuda de Jonathan Millán. Él dibuja bien. Tú no tanto.

Yo encuentro que mis dibujos son bonitos y tienen mucha fuerza. Lo mejor de dibujar son los problemas. Lo que no sale como querías. Allí está todo lo bueno. Más concretamente en cómo consigues salir del paso. Es muy importante mimar esos fetos malnacidos. No enfadarse con ellos. En el amor al propio ridículo está la fuerza más inquebrantable. Hay que regar esa mala hierba y se obtendrán las más bellas flores.

¿La gente espera de ti que seas un excéntrico y se siente defraudada al ver que eres normal?

La gente cree que soy un señor vehemente y duro pero encuentra un pobre niño egoísta, tímido e inseguro. Normalmente hay carencias en la gente que dice chorradas. Hay huecos. A mí me parecen muy bien esas grietas, eh. No creas que estoy hablando de algo negativo. Simplemente digo que hay que ser un poco bobo para elegir dedicarse a recopilar pajas mentales. Yo qué sé, mira al doctor Cavadas. Ese tío sí que está completo. O Iñaki Gabilondo. ¡Vaya señor! Hay mucha gente así. ¡Mira los bomberos! ¡Míralos! Eso es tener las cosas claras.

Ser padre sí que es tener las cosas claras. ¿Te apetece saltar a esa pantalla?

Queremos hijos. Me da igual lo que hagan con su vida pero me preocupa mucho que me caigan mal o algo raro. No quiero compartir mi espacio con unos desconocidos. Gente del Opus. ¡Yo qué sé qué escogerán! ¿Te imaginas que abracen la derecha muy fuerte? El otro día leí que Kafka le recomendó a su hermana que no acercara sus hijos a la familia. Que los dejara huir. Que era la única oportunidad que tenían. Yo digo: OK Kafka, muy agudo. Pero imagínate que después no los puedes soportar. ¿Qué me dices a eso? ¿Cómo cenas? ¿Cómo compartes lavabo? Vete a la mierda un poquito, Kafka.

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Niños que se juntan con profesores raros y toman café. Niños crueles.

Recuerdo que en octavo de EGB uno de mi clase, Tugores, se descojonó muy fuerte en la cara de un pobre indigente chino. Estuvo mucho rato así, doblado por la risa y señalándole con el dedo. Al final a mí también me dio la risa de lo cruel que resultaba todo. Pero una risa

extra-forte

. Muy pecaminosa. Muchos alumnos cayeron también en esa espiral de crueldad gratuita contra aquel pobre chino. Fue un poco como lo que pasó con Charles Manson pero a escala microscópica y en Mallorca. El chino nos miraba con expresión entristecida como diciendo “esta es la auténtica miseria de la humanidad”.

Una página de 1—Hervir un oso, cedida amablemente por Belleza Infinita

Para miseria de la humanidad, los opositores. ¿Por qué sueñas con ser funcionario?

Para mí el funcionariado es como entrar en el Bolshoi, ¿entiendes? Pensaba ser neurocirujano, pero a los 17 me di cuenta de que no sería capaz de cabalgar el caballo de la medicina. Que Bellas Artes sería más guay. El pájaro guay. Cuando terminé la carrera tuve múltiples empleos de camarero. Más tarde di clases en un colegio, que fue como descubrir que eres la antítesis de un soldado mientras combates en Iraq. Luego empecé a trabajar en Movistar, en el 609. La atención telefónica es como una ouija muy aburrida. Te van entrando espíritus y los despachas como si fueras un robot. Un juego entre muertos y robots. Un ballet inhumano.

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Le ballet mecanique

. Me gustaría ganarme la vida sin tener que recurrir al ballet de la muerte. Aunque es difícil porque me gusta hacer las cosas de un modo muy determinado. Quiero que todo el monte sea orégano. Que esté todo hecho de orégano, ¿sabes? Comprenderás que es muy complicado. En cambio, el ballet es una gran compañía. Siempre tendrás un plato de judías esperando entre bambalinas. Perdona, la metáfora se me está yendo de las manos. ¿Sabrás disculparme?

Te perdonaré cuando recuperes el disfraz de Boomer que usaste en el MACBA. Te sentaba tan bien, tan prieto. Ahora apuestas por la sobriedad.

Me siento a gusto con los tonos neutros sin estampar. Los básicos. Mira Iago, te voy a contar una cosa de mi relación con la ropa. No me gusta lucirme. Soy muy tímido. No quiero que se rían de mí, ¿vale? Tengo los muslos anormalmente voluminosos y la cadera es un bloque intratable. Últimamente he ganado peso y las camisetas me juegan malas pasadas. A veces pienso que tengo forma de feto gigante. Que me he quedado allí. Que sigo en el útero.

Deberías abandonar la bolsa amniótica del underground y saltar al prime time para salvar el humor televisivo.

Me van saliendo cosas acordes con mi forma de hacer. No me quejo. Nadie me ha ofrecido hacer un programa de televisión. Si lo piensas, eso sería absurdo. Una cosa desagradable de esos programas que florecen y se marchitan de forma compulsiva es que todos apestan a miedo. No hay nadie real en el plató. Casi no se hacen programas de humor y entretenimiento que nos presenten algo mínimamente cercano a un sujeto pensante. No sé, alguien que no esté leyendo un teleprompter escrito por un mocoso mal pagado.

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Siempre nos quedará la tele de madrugada. ¿Has observado que los programas de tarot apuestan por la música en directo? ¿Has visto esos punteos new age?

¡Muy buena esta idea del

new age

en directo! Ese sobresfuerzo gratuito del equipo del programa. Esa tensión del intérprete y los realizadores para producir un sonido relajante de fondo. Y el espectador en su casa, ajeno a todo ese tinglado. Me la apunto, de verdad. Me haré rico con ella.

¿No sabrás quién se oculta tras ese profesor universitario alemán que salió en el programa Destino: España de TVE hablando del donaldismo? Señores muy serios que creen que el Pato Donald existe en un universo paralelo.

Por lo visto ese tipo tiene una web. Es un pequeño fuera de serie. Una especie de José Luis Moreno. ¿Sabías que Moreno tiene no sé cuántas carreras acabadas? Hay casos así.

Gente con mucha capacidad para acumular méritos pero inmersa en un ridículo sublime. Yo diría que, si tuviéramos que aplicar la categoría de lo sublime al campo del ridículo, los tiros irían por ese tipo de gente. Al mismo tiempo seguro que es gente muy vivaz y sana. Seguro que tener un pariente así debe de ser muy agradable. Incluso podrías llegar a comentarle tranquilamente tu teoría del ridículo sublime. En confianza, eh. Nada de malos rollos. Explicarle con calma la teoría del ridículo. Yo creo que la entendería perfectamente.

No le acabo de ver la gracia a Manel Fuentes. Tú colaboras con él en Catalunya Radio.

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No eres el primero en contarme lo gordo que le cae Manel Fuentes. Se ha portado muy bien conmigo desde el primer momento y hasta la fecha ha confiado en mí y me ha dejado hacer sin ningún tipo de miramiento. Es un tipo inteligente y profesional. ¿Notas que le tengo afecto? Pues es así. Que haya gente que viéndolo en la tele lo encuentre un pobre diablo, o un notas o lo que sea, lo encuentro perfectamente comprensible.

Hombre, prefiero tus enredos con el dúo Venga Monjas. O ver que Nacho Vigalondo y Paco Alcázar asisten a tus charlas. Vaya cromo.

Los Venga Monjas son dos ángeles. No les molestes. Y con Nacho cené esa vez que estuve en Madrid. Fue muy bonito. Pagó él y luego nos acostamos. No, no. Me llevó a un chino puro. En el menú proponían colza, directamente. Se excedió en halagos. Es un apasionado. Un

turbo-booster

. De Alcázar soy seguidor. Me dio una gran alegría hace unos diez años con ese cómic tan chungo,

¡Escarba, Escarba!

. El hecho de que alguien contara tan pancho esos chistes sobre pedofilia, cánceres y demás oscuridades me supuso una pequeña liberación en aquella época. Sigo disfrutando mucho con sus historias. Leerle es descansar del mundo.

Miguel, pide un deseo. Pide dos, qué caray.

Ser blanco y ver muchos culos.

1- Hervir un oso

ha sido editado por Belleza Infinita.