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Consciente de lo imponente que resulta su currículum, el ingeniero se detuvo un momento para buscar las palabras con las que resumir su trayectoria: "Básicamente, durante los últimos quince años he trabajado en tratar de entender cómo se comunican las neuronas entre ellas", explicó. "He estudiado la forma de comunicarnos con neuronas de forma individual, de leer la información que contienen y de poder escribir información en ellas".Básicamente esperan poder crear chips con procesadores vivientes y capaces de aprender.
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La primera vez que oí hablar de Koniku, me asusté un poco. He seguido bastante de cerca la carrera por crear verdadera inteligencia artificial, y reconozco que la llamada a la prudencia del filósofo Nick Bostrom me parecieron muy convincentes. En mi cabeza, me resultaba difícil no establecer una comparación entre Koniku y Skynet: a fin de cuentas, el objetivo de Agabi no es otro que el de dotar a las máquinas de cerebros humanos.Obviamente, compartí mi reflexión sobre la infame IA con Agabi y le pregunté si consideraba que el efecto que las películas de Terminator tenía en el público había repercutido negativamente en su investigación. "Sí, sí, sí", dijo con una sonrisa abatida. A continuación me aclaró que la idea de integrar partes humanas en las máquinas no era más que otro ejemplo de antropomorfización. Las neuronas están presentes en el cerebro de muchos animales aparte de los humanos, y Agabi me recordó que las neuronas utilizadas en Koniku habían sido creadas en laboratorios. "El carbono es un material como otro cualquiera", adujo. "Por tanto, nosotros partimos de la premisa de que las neuronas son un material".El carbono es un material como otro cualquiera. Por tanto, nosotros partimos de la premisa de que las neuronas son un material.
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