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Bienvenidos a “Super Shore”: hagas lo que hagas, quítate las bragas

"Esto serán las olimpiadas de la peda" / "Estoy perrísima y voy sin bragas" / "Ya me veo cogiendo, o como dicen por acá, follando" / "Me mudo a esta cama porque voy a follar todos los días

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"Super shore" es como ese niño inconscientemente gracioso que un buen día se da cuenta de que hace gracia a los mayores que le rodean y, sabedor de su poder, se pasa todo el día repitiendo los mismos trucos. Es en ese momento de descubrimiento, en el clic mental, cuando el crío deja de ser un encanto adorable y se convierte en un profesional de la gracieta. Y eso es exactamente lo que le ha pasado a la franquicia Shore y, más concretamente, al programa que ayer estrenó MTV España, una reunión de 'estrellas' de diversas versiones del formato y del panorama televisivo latino: España, México, Brasil e Italia. Todo ello ambientado en Mikonos en pleno verano. Planazo, así de entrada.

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El interés que podía tener "Super Shore" estaba en el hecho de reencontrarnos con una parte de los protagonistas de "Gandía Shore", programa de culto que supo adaptar al universo made in Spain la idiosincrasia de la célebre saga y convertir en pequeños fenómenos pop a una serie de participantes hasta entonces desconocidos, la mayoría de ellos tipos y tipas con esa gracia involuntaria de la que hablaba y que la popularidad, la fama y la televisión ha acabado convirtiendo en algo muy distinto. Aquella inocencia de "Gandía Shore" ha devenido profesionalización y plena consciencia de todo este tinglado, y eso ha acabado restándole espontaneidad, frescura e imprevisibilidad al formato. La mecanización del disparate.

"Hagas lo que hagas, quítate las bragas" /"Arantxa está bien rica, no le niego nada" /"He venido a ligarme a unas europeas al son del Potro" / "En ese culo se puede jugar al ajedrez" / "Yo no me voy de aquí sin probar la barracuda de Esteban"

En una palabra: a los chavales les vemos más sobreactuados, impostados y predispuestos que nunca. Sicarios de la televisión fast-food. Actores sin guión que, sin embargo, saben perfectamente qué es lo que tienen que hacer y decir para que la película llegue a buen puerto. Y así es como "Super Shore" está mucho más cerca del concepto de "Geordie Shore" o "Acapulco Shore", productos en los que todo funciona de manera más automática, franquiciados que van como un tiro, que de "Gandía Shore", que con el paso del tiempo ha ido ganando enteros como un inconsciente experimento televisivo cien por cien español. Para lo bueno y para lo malo.

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Dicho esto, es indudable que lo que pierdes en naturalidad y gracia innata lo ganas en inmediatez y contenido: a los veinte minutos de programa ya teníamos a Mane y Karime, las dos alocadas mexicanas, metidas en la ducha con Esteban, uno de nuestros latin lovers. No cuenta como trío porque la cosa no fue a mayores, pero es una demostración de que aquí no se andan por las ramas. A "Super Shore" se viene a beber alcohol hasta desfallecer y, si se puede y el cuerpo aguanta, a follar como conejos. Y el que no esté dispuesto a darlo todo por la causa, que vuelva por donde ha venido.

"Ponte bragas, tía, que se te verá el chocho" / "No sé qué me pasa, pero siempre empiezo haciendo el amor y acabo follando" / "Todo lo que ves es operado" / "Vengo a enseñarle a los europeos el verdadero significado de ser una cabrona"

Mane, Karime, Fernando y Potro son los representantes de "Acapulco Shore". Llegan de México con la lección muy bien aprendida: fogosidad fuera de toda duda, alta tolerancia a los combinados, buenos registros en el arte del tit shot (beberse chupitos en el mismo canalillo de las chicas), devaneos lésbicos muy creíbles, debilidad por los tríos de todo tipo y un don innato para generar conflictos personales, broncas y escenas de tensión. Tienen una fiabilidad germánica para darle vida y contenido al formato.

Arantxa, Abraham y Esteban integran la expedición española. Todos se dieron a conocer en "Gandía Shore" y han tenido una trayectoria desigual en otros realities y programas después de su debut. Abraham parece un actor venezolano: se ha creído tanto su papel de guaperas de vuelta de todo que es la pieza que más chirría de todo el engranaje. Las mexicanas ya lo han definido como "el novio de Barbie", y con esto está casi todo dicho. Esteban, por el contrario, sabe que esta es su segunda y quién sabe si última oportunidad de triunfar en televisión. Y se nota: entra a cuchillo desde el primer minuto, frotándose con todo lo que se le cruza e incluso proponiéndole un trío a Fernando con una MILF que se ha ligado en su primera noche en Grecia. Esteban es uno de los últimos miembros en activo del Rafa Mora Sapiens, una especie en vías de extinción en la pequeña pantalla.

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"Somos el dúo Gotish: nos prestamos todo, sobre todo las viejas" / "La italiana trae unos balones que son como mi cabeza" / "Como los coches de mi familia, tengo una buena carrocería" / "Mi deporte es ligar" / "Yo no voy tanto por la cantidad como por la calidad"

Y cierran el elenco de participantes el brasileño Igor y la italiana Elettra. Morralla, la verdad. Ella llega con apellido de renombre: Lamborghini. De los Lamborghini de toda la vida. Y con una delantera que ha provocado una auténtica revolución de testosterona en la casa nada más aterrizar. Como si no hubiera entendido de qué va todo esto, la chica se hace la remolona y la digna, sorprendida y escandalizada con la voracidad sexual de sus compañeros. Esperemos que la broma dure solo una semana y en un par de capítulos la veamos como demanda el formato: dándolo todo en el picadero de la casa.

En el primer capítulo vimos comidas de boca, lengüetazos por las partes nobles de más de uno, ligoteos frustrados, un trío, una caída producto de la borrachera, tiradas de caña a señoras "viejas", ataques de celos ridículos, meaditas territoriales y carne, mucha carne.

"Donde se baña una se bañan tres" / "El pobre Esteban trae los huevos morados" / "Me gustan las chichis y tú eres un chingo" / "Yo y mi pito estamos aquí, a vuestro servicio" / "Hubo un poco de mejunje, un poco de intercambio de salivas, pero poquito porque soy un poco escrupuloso" / "Yo no me como las babas de esas guarris"

El que iba más vestido llevaba unos shorts. Y el que iba más sobrio apenas podía articular palabra. Todo en orden. El formato ha perdido credibilidad, fluidez y capacidad de sorpresa, pero no se ha olvidado de darle al espectador lo que realmente importa: una masterclass de antropología y uno de los programas más apocalípticos, pesimistas y desesperanzadores de la década.