Idrissa, un muerto anónimo en los campos de concentración del Siglo XXI

“La historia que podemos contar sobre Idrissa es tristemente breve. Solo sabemos de dónde vino (Guinea Conakry) y dónde murió: en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona. Fue durante la Noche de Reyes de 2012, mientras estaba bajo custodia de la Policía Nacional. Sospechamos que tenía unos 21 años, pero no tenemos ninguna fotografía suya ni se ha podido contactar con ningún familiar. Sus padres probablemente no saben que está muerto”.

Así nos presentan Xavier Artigas y Xapo Ortega, de la productora Metromuster, el que va a ser su próximo film documental. Aunque ante este adjetivo ellos prefieren puntualizar: “Siempre decimos que hacemos pelis y no docus. Son pelis de lo real, o no ficciones, pero pelis, cine”. El nacimiento de esta productora se produjo hace cuatro años, y desde entonces están empeñados en demostrar que el cine de calidad bajo licencias libres es viable. Y también en contar historias de una manera muy especial (como se puede ver en el teaser que nos han adelantado para este artículo), que consiste en utilizar recursos y formas narrativas poco habituales en el vídeo político tradicional.

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Su nuevo proyecto es especial dentro de su trayectoria. Para Idrissa decidieron no empezar la casa por el tejado: “Queremos involucrar a todos los colectivos que llevan años haciendo campañas de denuncia contra los sistemas de segregación racial institucionalizada, como son los controles en las fronteras, los CIEs, las redadas racistas, el abuso de las mujeres emigrantes, y todas las vulneraciones de los derechos fundamentales en nombre de la Europa Fortaleza. Hemos hecho un mapa de colectivos afines, que va desde Barcelona hasta Dakar, pasando por Valencia, Rabat, Almería, Nador, Madrid, Melilla, Oviedo, Ceuta, Tenerife, Málaga, Tarifa, Alhucemas, El Vendrell y Tánger”.

Se trata de un proceso de producción que quiere ir más allá del ámbito de los audiovisual. “Será una campaña de campañas: toda la información que nos llegue de los diferentes nodos, será rebotada a través de nuestras redes”. Pero volvamos a Idrissa, el personaje que ha movido a los autores de Ciutat Morta -que les llevó a ser portavoces de la campaña Demontaje4F, que ya estaba en curso antes de empezar la película- a poner en pie otro de sus proyectos de “activismo social” audiovisual. Y que cuenta con el apoyo de ‘Tanquem Els CIEs’, la campaña contra la existencia de los CIEs más activa en estos momentos.

La de Idrissa es una historia entre las muchas que nunca conoceremos a través de los medios de comunicación, que se ocultan entre los grandes titulares, y que son el resultado “de unos mecanismos de control de la migración que vulneran sistemáticamente los derechos humanos más básicos”. “La entrada a Europa desde África es una gymkana que filtra a los y las jóvenes más fuertes, más sanos y más espabilados, de forma que dispongamos de una ‘fuerza de trabajo’ de calidad. Es darwinismo social. (…). La muerte de Idrissa es inseparable de esta coyuntura: es una entre tantas. Es una muerte cualquiera”.

Así que a partir de esta muerte ‘anónima’ se van a establecer las diferentes reflexiones sobre temas que afectan a la sociedad en la que vivimos y que van a quedar al descubierto en este proyecto: “Queremos hablar de nosotros. De la ciudad en la que vivimos (Barcelona), que permite la existencia de un campo de concentración del Siglo XXI -en los CIEs se entra por cuestión de etnia o origen geográfico y no por ser delincuente-, y queremos hablar de las políticas racistas de nuestros gobiernos, que permiten disparar balas de goma a seres humanos que están luchando por su supervivencia a pocos metros de la costa, queremos hablar del Frontex, el sistema de control de fronteras europeo…”.

El proyecto de Idrissa es, en definitiva, una reflexión sobre Europa y los europeos, gente a quien les gusta viajar y conocer otras culturas. “Cuando otras culturas vienen a visitarnos nos sentimos violentados, cuando los que viajan son otros, ya no nos gusta tanto”. Pero también se trata de una investigación (casi imposible) del caso de una persona real, que acabará siendo el retrato de una realidad colectiva, que afecta a muchas más personas y que nunca se emite amplificada.

“En este proyecto no queremos hablar del drama humano del estrecho o de la valla de Melilla, ni queremos retratar a negros que sufren por culpa del espejismo de la prosperidad europea. Creemos que viajar y buscar otras cosas en otros lugares es totalmente legítimo: no lo vamos a juzgar. Queremos hablar del cinismo de los que se hacen llamar ciudadanos legítimos de un país que exportaba mano de obra a Alemania hace apenas 40 años y que ahora temen que otros les quiten su puesto de trabajo”.