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Cultură

Tengo un problema para aceptar el rechazo

El rechazo sentimental hizo que empeorara como persona. Decidí que la única forma de lidiar con mi dolor era beber hasta perder la consciencia.

Foto vía Flickr/Miguel Soll.

A estas alturas de mi vida ya he experimentado todas las formas posibles de rechazo. Gracias a la comedia stand-up aprendí que no le puedo caer bien a todo el mundo, y los textos que he publicado en internet me lo han confirmado una y otra vez. Ahora, cada que alguien me dice pendeja en Twitter, reacciono igual que cuando veo una mosca parada en mi vaso: sí, me molesta, pero no me arruina el día.

Entonces, ¿por qué no puedo enfrentar el rechazo en el ámbito sentimental? Si puedo ignorar sin problemas a quien sea que me insulte mientras estoy en el escenario, ¿por qué no puedo soportar que los hombres en internet me digan que no soy lo suficientemente guapa para negarme a dar sexo oral?

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El rechazo sentimental hizo que empeorara como persona. Por ejemplo, mi primer novio –llamémoslo Juan– , me cortó cuando le dije que lo amaba. En ese entonces sabía perfectamente que no lo amaba. Sólo tenía ganas de decírselo a alguien que no fuera de mi familia, de mi círculo de amigos, o una rebanada de pan. Pero fue demasiado tarde. Terminamos dos días después de que se lo dije. Y no lo tomé muy bien.

Decidí que la única forma de lidiar con mi dolor era beber hasta perder la consciencia. Mis dos mejores amigos estuvieron de acuerdo y procedimos a beber todo el whiskey que pudimos. Cuatro horas después, como la idiota intensa que soy, le envié 15 mensajes de texto a Juan. Lo único que respondió fue que por favor dejara de mandarle mensajes. Y, claro, le marqué por teléfono.

Hablamos durante 20 minutos. No recuerdo nada de lo que dijimos. Lo único que recuerdo fue cómo terminó la conversación. Le dije que si quería regresar conmigo, tenía que enviarme un mensaje que dijera "tocino". Y si no quería, tenía que enviar la palabra "huevos revueltos". Colgamos y a la mañana siguiente me puse a reflexionar acerca de lo que había hecho. Seguro me escuché como esos comerciales con gráficos horribles que anunciaban tonos para celular donde se escuchaba una voz demasiado entusiasta diciendo algo parecido a "¿Quieres que este sonido de burro sea tu tono de celular? ¡Envía BURRO al 44544!". Así soné. Fui ese comercial. "¿Quieres que esta mujer sin autoestima vuelva a ser tu novia? Envía TOCINO". Al final nunca me mandó nada, ni siquiera "huevos revueltos". Desde ese entonces no he vuelto a decir te amo.

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Hace dos años, un tipo con el que ligué un día no aceptó mi solicitud de amistad en Facebook a pesar de qué el fue quien me pidió que lo agregara. Hasta presionó el botón de "enviar solicitud" en mi maldito teléfono. Al día siguiente, horas después de haber fingido que seguía dormido cuando salí de su departamento, revisé su perfil. Acababa de publicar un estado. Por supuesto que vio mi solicitud, simplemente la ignoró.

Estaba muy enojada. En vez de ser madura e ignorarlo, me embriagué en el sillón de un amigo y le mandé una serie de mensajes de odio. Recuerdo vagamente haber escrito algo como "chinga tu madre" junto con un "eres un pendejo" y puede que hasta "tu peinado es ridículo". A la mañana siguiente, desperté y me arrepentí de haberlo hecho. Tres meses después, el tipo por fin respondió mis mensajes con un "wow" y me envió una solicitud de amistad.

Cada que hago esta clase de cosas (que han sido más de las que quisiera aceptar), pienso "Yo no soy así. No soy esta clase de persona". Entonces, ¿por qué sigo siendo esa clase de persona?

Resulta que tiene mucho que ver con mi autoestima. El rechazo es duro para todos pero es peor para los que tienen una autoestima baja. Viéndolo desde la perspectiva de la biología, un estudio realizado en 2011 por la Universidad de Michigan reveló que un fuerte rechazo social activa las mismas regiones en el cerebro que se activan cuando se experimenta un dolor físico. En 2013, otro grupo de investigadores de la Universidad de Michigan ahondaron más en esta materia y descubrieron que el rechazo y el dolor físico no solo causan el mismo daño sino que en ambos casos el cerebro emite los mismos opioides como respuesta para tratar de aliviar el dolor. El mismo estudio dice que "las personas que obtuvieron una calificación alta en un rasgo de la personalidad llamado resiliencia — la capacidad de adaptarse a los cambios de entorno— tuvieron la mayor cantidad de activación de este analgésico natural".

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Ahí es donde entra el asunto del autoestima. Como explicó Guy Winch, sicólogo y escritor, en un articulo que escribió para el periódico Huffington Post, "La investigación indica que el rechazo es más doloroso para las personas con baja autoestima y en general les toma más tiempo superarlo. Por el contrario, aquellos con autoestima alta — que no son narcisistas— tienden a aceptarlo y superarlo con más facilidad".

Ese debe ser el problema. Estoy segura de mi capacidad como escritora y comediante, por eso el rechazo no me afecta en el escenario. Pero nunca he estado segura cuando se trata del amor. Mis años de formación amorosa estuvieron llenos de decepción y desesperación. Tiene sentido que me culpe a mí misma, en especial cuando la cantidad de rechazo recibido es el triple de la cantidad de rechazo que repartí. Con los años, establecí dos reacciones para cuando me rechazaran los sujetos que me gustaban: o me enojaba, o me negaba a aceptar el rechazo y me aferraba a ellos con la idea de que había una posibilidad de que cambiaran de opinión. Ya he estado enamorada de hombre que no me quieres en muchas ocasiones y he prolongado mi sufrimiento por años. Mientras más decían que "no", más me empeñaba en hacerlos cambiar de parecer.

Últimamente he tratado de aprender de mis errores y he enfrentado el rechazo de una forma mucho más sana que antes. Pero lo más importante es que ya dejé de preguntarme "¿por qué?" cada que un tipo me rechaza. Antes, cuando todo iba a bien con un chico y de pronto me decía que teníamos que dejar de vernos, me obsesionaba saber por qué había dejado de parecerle atractiva. Como si eso fuera a mejorar mi autoestima. Ahora ya no me tomo la molestia de investigar.

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Hace poco conocí en Tinder a un tipo llamado Julián. Nuestra primera cita fue genial: estuvimos juntos hasta las 5AM, nos despedimos con un beso y volvimos a salir la siguiente semana. En esa segunda cita, Julián me invitó a cenar. Tomamos y estuvimos juntos hasta tarde, de nuevo. Sólo que esta vez las cosas se pusieron mucho más candentes. Julián suplicó que le permitiera comerme. Le dije que estaba en mis días pero no le importaba. Aún así quería hacerlo. Como soy tan generosa, le concedí su deseo. Me comió por casi media hora y luego dijo que quería darme un masaje. Y le dije que sí. A la mañana siguiente se fue y me dijo que nos veríamos pronto.

Hablamos al día siguiente y le dije que cuándo íbamos a salir otra vez. Me respondió con un mensaje que decía "Probablemente no te guste lo que voy a decir pero ya no quiero salir contigo. Pero podemos ser amigos".

Si esto hubiera pasado hace un año, seguro le habría exigido una explicación, como: "¿Qué mierda? ¿Qué pudo haber pasado en un día como para que cambiaras de opinión? ¿Qué tiene de malo mi vagina? ¿Te asustó? Te dije que estaba en mis días. ¿Tienes idea de qué es la menstruación?".

Pero me contuve y respondí: "Está bien, pero ya tengo muchos amigos". Después de eso, borré su número de mi celular.

Eso no significa que no haya querido saber porqué me rechazó. Simplemente decidí que no era necesario saberlo. Por fin empiezo a tener confianza en mí misma como para que no me importen esas cosas.

Por fin empiezo a domar mi bestia interior. Como ya no es tan grande, cada vez es más fácil controlarla. Aunque recaigo de vez en cuando. Borré el número de Julián porque sabía que probablemente lo iba a llamar la próxima vez que me emborrachara. Nunca dije que había matado a la bestia. Es imposible. El dolor del rechazo siempre va a estar presente. Saber cómo enfrentar ese dolor es lo que me hace una mejor persona y tener una autoestima más alta.

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