Abandonar una religión es un desastre existencial. No hay otra forma de describirlo. Es como un rompimiento, la muerte de un ser querido y la crisis de la mediana edad, pero todo al mismo tiempo, a excepción de que no puedes ir a emborracharte con tus amigos porque no beben porque son religiosos y no tienes otros amigos.Así que, para todos ustedes que están al borde del abismo o para los que les da curiosidad saber qué pasa por la mente de un friki de Jesús cuando se enfrenta por primera vez a la ausencia de sentido, estas son algunas de las cosas para las cuales me habría gustado estar preparado (pero no fue así).
Pasas mucho tiempo recordando
Los cristianos no quieren escuchar que dudas
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Recuerdo una conversación que tuve con un hombre muy agradable que conocí en la iglesia. Era uno de esos tipos confiables que empezó a ir a la iglesia a sus 30 y tantos. Siempre me preguntaba por qué no iba a la iglesia. Estaba muy preocupado y, cuando le conté que ya no creía en Dios, me dijo que era una fase. Los religiosos nada más no entienden.
Nadie lo entiende
Ninguna fiesta se compara con las fiestas de los fans de Jesús
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Como ateo, no iba a fiestas y me la pasaba viendo maratones de Californication. Veía los episodios completos una y otra vez. Hasta la compré en DVD porque te daban una tanga de regalo. Aunque nunca la usé. Pero lo habría hecho con gusto por David Duchovny. Era mi héroe por entender la angustia existencial y superarla de la forma correcta. Incluso a pesar de que, seis temporadas después, su personaje no había evolucionado en ningún aspecto.Creer en Dios es como tener buen sexo, quizá hasta mejor, pero la emoción es similar. Como ateo, tratar de tener sexo con una mujer me dio algo en qué enfocarme en vez de pensar todo el día en la vida mortal.Tenía 19 años y estaba avergonzado por mi falta de experiencia sexual. Pero entré en ese mundo con el optimismo de un cachorrito emocionado. Estábamos ebrios en mi casa, escuchando folk y ella también era virgen. Gracias a esto, descubrí por qué la iglesia estaba tan en contra del sexo fuera del matrimonio: es increíble.
Como ateo, no iba a fiestas y me la pasaba viendo maratones de Californication. Veía los episodios completos una y otra vez. Hasta la compré en DVD porque te daban una tanga de regalo. Aunque nunca la usé. Pero lo habría hecho con gusto por David Duchovny. Era mi héroe por entender la angustia existencial y superarla de la forma correcta. Incluso a pesar de que, seis temporadas después, su personaje no había evolucionado en ningún aspecto.
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Entiendes por qué la gente se emborracha
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Pero eso no fue lo peor. Una vez, corrí para alcanzar un camión, me subí y vi que estaba casi vacío. A lo mucho, había entre tres y cuatro pasajeros. De pronto, escuché a dios en mi cabeza. Me dijo que le hablara sobre él a la mujer sentada frente a mí. Obviamente no quería pero me dije a mí mismo que la voluntad de Dios era mucho más importante que mis complejos. Así que lo hice. Me senté junto ella y le pregunté si podía hablarle sobre Jesús de la forma más casual que pude. Dijo que no. "¿Estás segura?", le pregunté. "Es muy importante, ¿sabes?". Pero estaba segura, así que regresé a mi asiento. Qué decepción. La única conclusión a la que pude llegar era que Dios trabajaba en formas misteriosas que no podía entender o que yo la había cagado. Dios no dijo nada al respecto.No me volví religioso para llenar un vacío. Sin embargo, abandonar la religión sí me creó uno. Antes pensaba que iba a pasar el resto de la eternidad en las nubes con mi mejor amigo Jesús, hablando de lo rara que era la Tierra.Pero con esa ilusión destruida, decidí irme de mochilazo a Europa. Recorrí ciudades hermosas: París, Ámsterdam, Berlín. Fui en busca de mí mismo. Pensé: "Si voy a descifrar qué hacer ahora, quiero hacerlo en Europa". Pero buscaba algo más que no pude encontrar ni ahí, ni en ninguna otra parte. Tomé mucho, comí en trampas para turistas y, después de un tiempo, regresé a casa. Todo era igual. Seguí luchando con la depresión por años.
Pero eso no fue lo peor. Una vez, corrí para alcanzar un camión, me subí y vi que estaba casi vacío. A lo mucho, había entre tres y cuatro pasajeros. De pronto, escuché a dios en mi cabeza. Me dijo que le hablara sobre él a la mujer sentada frente a mí. Obviamente no quería pero me dije a mí mismo que la voluntad de Dios era mucho más importante que mis complejos. Así que lo hice. Me senté junto ella y le pregunté si podía hablarle sobre Jesús de la forma más casual que pude. Dijo que no. "¿Estás segura?", le pregunté. "Es muy importante, ¿sabes?". Pero estaba segura, así que regresé a mi asiento. Qué decepción. La única conclusión a la que pude llegar era que Dios trabajaba en formas misteriosas que no podía entender o que yo la había cagado. Dios no dijo nada al respecto.
El vacío destroza tu alma
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