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Comida

El por qué tu dieta de año nuevo está condenada al fracaso

No luches contra tu naturaleza. No trates de combatir a la sabia y glotona realidad de la evolución. En invierno comes más, no hagas dietas ahora. La ciencia lo dice.

¡Oh, empezaste con tan buenas intenciones! El plan de alimentación semanal vegano, la dieta de la proteína, el muesli casero, el té de desintoxicación, la licuadora que compraste en las rebajas a 8 mil pesos para hacer tus jugos verdes…

Pero dos semanas después del atracón del Guadalupe-Reyes, la dieta "Año nuevo, vida nueva" no es "divertida" ni "alcanzable", como le dijiste a todo el mundo que sería. ¿No es enero ya lo suficientemente deprimente como para que además te sometas a un régimen de ensaladas insípidas y jugos de alcachofa?

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Seguramente estás experimentando una ansiedad sobrenatural por comer algo frito, sustancioso (con "sustancioso" nos referimos a "hecho de carbohidratos") y dulce. Quizás crees que se debe a que tu fuerza de voluntad está flaqueando, pero tenemos noticias: no se trata sólo de tu antojo, sino de un impulso natural e inevitable de tu naturaleza animal. De acuerdo con un nuevo estudio de la University of Bristol, los seres humanos han evolucionado para comer en exceso durante el invierno, porque es cuando más grasa y calorías necesita el cuerpo.

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Utilizando modelos computarizados para predecir la cantidad de grasa que los animales deben almacenar (suponiendo que la selección natural proporcione una estrategia perfecta para mantener el peso más sano), los investigadores del College of Life and Environmental Sciences de la universidad crearon un modelo para predecir cómo debe responder la cantidad de grasa que guardan los animales a la disponibilidad de alimentos y al riesgo de morir a manos de un depredador cuando buscan comida

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El modelo mostró que los animales, incluidos los humanos, deben tener un peso como objetivo, encima del cual perderán peso y debajo del cual intentarán ganarlo. Las simulaciones encontraron que los controles subconscientes contra el exceso de peso serían débiles y fácilmente superadas por las "recompensas inmediatas de comida sabrosa".

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Bienvenidos, restos de la caja de chocolates.

Esto es porque en nuestros días pasados, viviendo como cavernícolas, estar obeso no era una gran amenaza para la supervivencia, pero sí lo era estar bajo de peso. La necesidad de mantener la grasa corporal es aún más fuerte durante el invierno, cuando la comida escasea en el mundo natural.

El autor principal, el Dr. Andrew Higginson, explicó: "El modelo […] predice que los animales deben aumentar de peso cuando la comida es más difícil de encontrar. Todos los animales, incluidos los humanos, deben mostrar efectos estacionales en la necesidad de aumentar de peso. Almacenar grasa es un seguro contra el riesgo de no encontrar comida, que para los seres humanos preindustriales era muy probablemente en invierno".

En otras palabras, no es tu culpa que solo hayas llegado al día dos de la dieta de los jugos.

El estudio también refuta la hipótesis del "gen a la deriva", que algunos investigadores dicen que explica por qué algunas personas tienen sobrepeso y otras no.

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Higginson dijo: "Uno esperaría que la evolución nos haya dado la capacidad de darnos cuenta cuando hemos comido lo suficiente, pero en cambio mostramos poco control cuando nos enfrentamos con comida artificial. Puesto que la comida de hoy tiene mucha azúcar y sabor, el impulso de los seres humanos para comerla es más grande que cualquier mecanismo evolutivo débil que nos diga que no lo hagamos".

Ya lo escuchaste. Tira las galletas de arroz libres de gluten, deja de ver las cuentas de Instagram con imágenes fitness que seguiste por culpa el Día del Box, y sométete a las gloriosas y glotonas realidades de la evolución.