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diez preguntas

Diez preguntas que siempre has querido hacer a un futbolista amputado

¿Qué sientes en el pie? ¿Juegas con prótesis? ¿Te molesta si te tocan el muñón?
Imagen vía Asociación Española de Fútbol para Amputados

Fue el 23 de febrero de 2013. Con 30 años acababa de disputar su último partido con el CD Gallarta, el mismo club donde empezó a jugar al fútbol a los 5 años. Él todavía no lo sabía. Tenía turno de noche en la fábrica donde trabajaba como mecánico industrial y le tocaba reparar una máquina de laminación. Todo iba bien hasta que, sobre las dos de la mañana, esa máquina le atrapó el pie derecho y le cambió la vida para siempre.

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Mikel Balmaseda tiene ahora 33 años y sigue jugando al fútbol a través de la Asociación Española de Fútbol para Amputados, que él mismo ayudó a fundar. A pesar de que no tienen apoyos federativos y no les han hecho "ni puto caso", el equipo ha conseguido disputar un campeonato de Europa y un Mundial, lo que les ha situado ya entre los mejores del continente. Este año quieren repetir experiencia, y por eso buscan conseguir apoyo económico a través de una campaña de crowfunding.

Hemos hablado con Mikel, que además de jugar entrena a un equipo de regional y trabaja en un centro para discapacitados, para conocer mejor su historia y el mundo que rodea el fútbol para amputados.

VICE: Hola Mikel. Primero déjame volver al día del accidente. ¿En qué piensas cuando una máquina se te está tragando el pie?
Mikel: En ese momento solo piensas que tienes que luchar. Me agarré a los hierros con todas mis fuerzas y pensé que era eso o irme para el otro barrio. Estaba solo y duró unos 30-40 segundos hasta que la máquina me desgarró el pie y me desencajó. Salí de la máquina a la pata coja, me tiré al suelo, vinieron los compañeros, me hicieron un torniquete y me sacaron en camilla, y de allí al hospital, donde estuve dos horas en quirófano.

¿Qué sentiste cuando despertaste tras la intervención?
Vi a la familia por una ventana, estaban esperándome. Yo estaba aturdido, no sabía lo que había pasado. Entonces vi que me faltaba la pierna y la primera reacción fue empezar a llorar. Mi carrera futbolística se había truncado, y aunque no era gran cosa era mía y la vivía. Luego ya empecé a tener dolores muy fuertes, pero creo que eran más psicológicos que físicos, porque iba anestesiado hasta las cejas.

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Mikel, unos meses después del accidente en el campo de su exequipo. Imagen cedida por el CD Gallarta.

¿Cómo fue el proceso de rehabilitación?
Tuve una rehabilitación bastante rápida, en tres meses ya estaba andando con una prótesis. Eran muchos ejercicios de reforzar musculatura, de endurecer el muñón, de machacarme. Como era una amputación traumática, te viene lo que se llama pie fantasma: tu cerebro manda una señal a una parte del cuerpo que no recibe la señal, y el cerebro entonces te devuelve la señal en forma de dolor. "¡Hostias, me duele el tobillo derecho y no tengo!". En lo físico necesitas predisposición y esfuerzo, pero en lo mental necesitas un experto, alguien que haya vivido la misma situación o que conozca bien por lo que pasas. Nunca se me olvidará el doctor Martín. Al principio hicimos terapia de choque, revivimos cómo fue el accidente y, a partir de allí, trabajamos con un espejo para engañar al cerebro, así de sencillo.

¿Sientes algo en el pie? ¿Te duele?
En el pie amputado no noto nada, de vez en cuando me viene lo del pie fantasma, pero ya sé cómo gestionarlo mentalmente. Cuando corro con la ballesta noto una ligera cojera, aunque no se nota demasiado desde fuera. Todavía me estoy adaptando a correr, y a veces me duele el muñón, pero no me duele nada cuando hago bici o juego a fútbol.

Lo primero que pensaste es que no volverías a jugar, pero acabaste montando un equipo de amputados. ¿Se juega un fútbol muy diferente?
Todo empezó a raíz de un reportaje de Canal +. Un chico de Barcelona que se llama Zacaries Oulaid me llamó para decirme que le había conmovido mi historia y que llevaba mucho tiempo intentando montar un equipo de amputados. Yo no sabía ni que existía el fútbol para amputados, pero le dije que manos a la obra y ahora ya somos 20. En el fútbol convencional tiras mucho de tren inferior, y aquí es todo lo contrario. Mucho tren superior, te apoyas en las muletas, aguantas todo tu peso… aunque los valores y los requerimientos tácticos son los mismos, tiramos más de parte superior al tener que correr con muletas. Pienso que castigamos el cuerpo mucho más, acabas más cansado, pero puedes hacer lo mismo que el resto. He visto hacer chilenas, sombreros, regates, golazos de fuera el área… Si ves a jugadores de Turquía o Rusia [campeonas de Europa y del Mundo] y luego ves a Messi se te cae un mito.

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¿Jugáis con prótesis?
No, se juega sin prótesis, las reglas dicen que debes tener una pierna amputada o una minusvalía en una pierna. Hay gente que juega amputada, otros con síndrome de Erwin y otros con una lesión medular que afecta una de sus piernas. Puedes jugar con "una pierna larga", por decirlo de una manera, y los amputados lo hacemos sin prótesis. Si la tocas con la pierna mala, es como tocarla con la mano y se pita falta.

Entrenáis con cadetes y juveniles porque como equipo os podéis reunir muy pocas veces al año, ¿te molesta si los otros jugadores no lo dan todo por pena o miedo a hacerte daño?
No me molesta, y creo que más bien es lo contrario. Yo entiendo que esto es fútbol, y si te meten una patada te meten una patada como le podrían pegar a cualquiera. Yo cada vez que juego me lo tomo como si fuera mi último partido. Nunca voy con intención de hacer daño, pero yo lo doy todo. Intento ser fuerte mentalmente y físicamente, si le tengo que dar al rival con la muleta le doy, lo tengo claro. Al final no me gusta perder ni a las canicas. En una falta con peligro mucha gente se te pone por delante, imagínate la de hostias que hay. Me han metido cabezazos y de todo, yo he venido de Polonia con un ojo morado. Es cierto que desde el accidente nunca me han expulsado, y antes me expulsaban bastante.

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Mikel (izquierda), junto algunos de sus compañeros de equipo. Imagen cedida por la AEFA

En los vestuarios de fútbol hay muchos bromistas, ¿hay algún límite para vosotros?
Yo bromeo todos los días, así que no me choca nada. "Oye, que me voy a hacer un masaje en los pies, pregúntale a la chica cuánto me va a cobrar a mí por la mitad". Chorradas así, con naturalidad, sin darle importancia. Hay mucha gente que te viene en plan "qué putada", pero yo les contestó "¿qué putada de qué?". Al final hago la misma vida que el resto del mundo.

¿Te molesta si te tocan el muñón, hay algo que te ofenda?
No, qué va. Cuando me ven en pantalón corto en verano, los niños se me tiran al hierro y me tocan, y creo que debe ser así, que tiene que ser algo natural, que no soy ningún bicho raro. Los niños son curiosos y hay que decirles las cosas como son. Hay colegas que me llaman robocop y otros que me dicen "eh, cojo, ¡ven aquí!". Esto tiene que ser natural. Yo soy un cachondo y disfruto de la vida, la vivo al máximo porque mañana no sé lo que me va a pasar. No soy otra persona, pero he cambiado el chip, vivo el momento porque nunca sabes lo que te deparará la vida.

Desde el accidente, ¿dirías que has podido llevar una vida normal?
Totalmente. Una de las pocas cosas que no he vuelto a probar ha sido la escalada, pero conozco a tipos que escalan sin piernas, así que cuestión de ponerse a ello. Hay que intentarlo y luego ver dónde están tus límites.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41

Puedes apoyar a Mikel y sus compañeros de la AEFA a través de su campaña de micromecenazgo.