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¿Qué aprendimos del “Dream Team”, Kevin Durant, y los Warriors en la paliza contra Argentina?

La actuación de Kevin Durant le recordó a todos el porqué detrás del formidable estado del "Dream Team" y los Warriors de Golden State.
Jason Getz-USA TODAY Sports

Después de sufrir tres victorias apretadas en sus primeros juegos, el equipo varonil de basquetbol de los Estados Unidos pasó por encima de Argentina el día de ayer, y se le vio como el equipo que todo mundo esperaba ver en Río 2016. Para el final del encuentro se respiraba una atmósfera de esfuerzo colectivo. Paul George y Jimmy Butler obligaron a los jugadores base argentinos a reglar el balón una y otra vez, Kyrie Irving aplicó su excelente trabajo de piernas, y DeMarcus Cousins estuvo tan cerca de Luis Scola como le fue posible sin cometer falta de acuerdo a los estatus olímpicos.

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Sin embargo, el jugador que se llevó la noche fue Kevin Durant. A lo largo de la fase de grupos, el equipo estadounidense había sido perseguido por un problema común a todas las escuadras post-Dream Team. Se les vio demasiado benevolentes y respetuosos como para seguir un orden, y pasando el balón en los últimos segundos del reloj. El miércoles, Durant puso un final a todo esto. Motivado por el comentario de su entrenador, "Es obvio que necesitamos al Kevin Durant de Estambul y Londres", el mejor jugador del equipo y del torneo consiguió 27 puntos y anotó 9 de 13 tiros antes de descansar en casi todo el último cuarto. Durant fue testigo del flojo inicio de su equipo, incendió la llama para darle la vuelta a las cosas y, una vez que Argentina estaba más que sepultada, decidió ponerle más tierra encima.

Su aportación fue impresionante, pero aún más importante fue la forma en que lo hizo. Mientras los demás estadounidenses se estancaban por pasajes, Durant hacía las cosas rápidamente cuando tenía el balón en sus manos. Encestó tres triples de veloz ejecución en el primer cuarto, y metió dos pases filtrados a George y Cousins. Burló una pantalla y, a pesar de caer en la doble marcación, se levantó y encestó un tiro es suspensión — un "tiro malo", tal vez, pero uno que sirve para romper el hielo como si se tratara de un chiste subido de tono en una cena formal—. Los últimos puntos de EE.UU antes del medio tiempo fueron obra de Durant cuando, aislado sobre la banda, se quitó de encima a Andrés Nocioni y coló un tiro flotado desde un ángulo incómodo; en el primer minuto de la segunda mitad, Durant condujo el balón por toda la duela y se sacó de la manga un triple que acrecentó la ventaja de Estados Unidos a 21 puntos.

La actuación del equipo hizo que las dudas de la semana pasada —¿Acaso el plantel había sido mal armado?— quedaran en un asunto que se pensó en demasía. Al contar con Durant, la selección estadounidense tiene a un jugador de más de dos metros que sabe conducir el balón y tira tan bien como cualquier otro. Seguro, los españoles opondrán resistencia en las semifinales, al igual que los australianos que estuvieron cerca de vencer a este conjunto, pero un Durant fino acaba con todas las preocupaciones. Lo único que podría afectarle es el ímpetu erróneo de su equipo por querer acaparar toda la duela; después del juego contra Argentina, este hábito para haber desaparecido.

Antes del arranque del torneo olímpico, cuando la victoria estadounidense era un poco más clara, la narrativa más interesante se centraba en la manera en que Durant se vería al lado de sus nuevos compañeros, los Warriors de Golden State, Klay Thompson y Draymond Green. En este sentido, la competición en Río no nos ha dado mucho; los minutos de Green cada vez son menos, y la ofensiva desmotivada del equipo estadounidense se parece en nada a la máquina de basquetbol de la Bahía de San Francisco. Cuando Durant nos regala destellos de sus días con el Thunder, este equipo parece caminar y consigue rachas donde el único trabajo de cuatro jugadores consiste en no estorbar su camino y repartir felicitaciones.

De todos modos, Durant nos ha dado una probadita de lo que podría aportar en su nuevo club. Ver sufrir al equipo estadounidense de basquetbol de vez en cuando nos hace recordar el colapso de Golden State en las Finales. Los Warriors necesitarán hacer más y mejores pantallas; el equipo de EE.UU necesita que sus roles encajen. Sin embargo, ambos equipos cuentan con alguien cuya lista de requisitos es mucho más corta. Tal y como Argentina aprendió y los Estados Unidos recordaron el miércoles, lo único que Kevin Durant necesita es el balón en sus manos.