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Petardos: Maxi López, el pretendido 'Drogba blanco'

Maxi López era un prometedor delantero joven que fichó por el FC Barcelona de rebote... y desde entonces su carrera ha sido un compendio de viajes larguísimos y líos rarunos.
Foto de Giorgio Perrottino, Reuters

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Proseguimos con nuestra maravillosa sección dedicada a los Petardos más entrañables. Esta vez le toca el turno a un delantero cuya estatura es inversamente proporcional a su capacidad goleadora: Maximiliano Gastón López (Buenos Aires, 1984).

Conocido por… su agente, principalmente

¿Qué puede uno comprar con seis millones de euros? Ojo: para mayor precisión, con seis millones de euros de 2005. Es fácil pensar que con tal cantidad de efectivo sería difícil errar la inversión: hectáreas de viñedos, una cadena de salones de belleza, un ejército de repartidores de pizzas… fácil suponerlo, pero equívoco.

Por poner un ejemplo, los seis millones de euros que el FC Barcelona pagó en la temporada 2004-05 por los servicios de Maximiliano Gastón López seguramente habrían sido más rentables importando neveras del Sahara o vendiendo helados de fresa al Polo Norte.

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El rubio Maxi jugó de delantero desde chico. Entrenaba en inferiores de River Plante; antes de los 18, el entrenador Ramón Díaz decidió sumarlo al equipo de Primera. Llevar la camiseta de los 'millonarios, en 2001 no era un logro menor: ahí estaban ya el "Burrito" Ortega, Daniel Ludeña, Federico Cavenaghi o Nelson Cuevas, y al año siguiente llegaría el chileno Marcelo Salas. De López se esperaba cuerpo, zancada y definición, aunque solo cumplió con dos de las tres en las primeras temporadas: no metió más de un gol por campaña.

Año del despunte: 2004. El delantero argentino pasó de ser López a ser Maxi en un partido contra Boca River. Entró desde el banquillo, enloqueció a los defensas… y —¡inyustisia!—, celebró el gol que metió otro. Aún así, ya era nombre conocido; el partido le ubicó en la peligrosísima categoría de "joven promesa". Cerró la campaña con siete goles.

Ya en aquella época, sin embargo, se notaba que su metro ochenta y cinco no era demasiado amigo ni de la gracia ni de la definición por alto: cabecear no era lo suyo, y el regate en frío tampoco. El fútbol de Maxi consistía en diagonales dentro del área o en correr al espacio para recibir el balón en profundidad. Maxi, así parecía desde la tele, era más efectivo cuando corría.

En 2005 se produjo el 'milagro': Maxi López llegó al FC Barcelona para sustituir al lesionado Henrik Larsson. Foto de Albert Gea, Reuters

2005 fue año milagroso para Maxi. En enero llegaron rumores del interés del fútbol europeo. Primero apareció en escena el SL Benfica, que quizá habría sido un mejor destino: en Lisboa, Maximiliano López tal vez habría sido un jugador ajustado a su talla, con una hoja modesta pero sólida, sin nada de la sorna que sufrirá años después. Pero ese traspaso no llegó.

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En un extraño giro de las circunstancias, en cambio, emergió el nombre del FC Barcelona. La lesión del sueco Henrik Larsson había dejado al entrenador Frank Rijkaard sin delanteros suplentes; Samuel Eto'o era intocable, pero si el camerunés se resfriaba… catapum. Se barajaron posibilidades más consolidadas, como el italiano Vincenzo Iaquinta, pero finalmente el representante de Maxi consiguió 'colocar' a su cliente en la plantilla azulgrana.

Maxi se hizo más famoso por animar las celebraciones del Barça que por meter goles. Foto de Darz Mol, Wikimedia Commons

Enfundado en la camiseta azulgrana con el número 11, Maxi disfrutó de un paraíso tremendamente efímero. La 'gallina' —llamado así, cabe suponer, por sus orígenes en River Plate— empezó disponiendo de pocos minutos, pero tuvo la puntería de reivindicarse en un momento clave: en el partido de ida de octavos de final de la Champions League frente al Chelsea, el argentino recibió un pase de Ronaldinho dentro del área, regateó brillantemente a William Gallas y fusiló a Petr Čech. Por si fuera poco, pocos minutos después intentó chutar a puerta y le salió una asistencia perfecta para Eto'o.

2-1, victoria azulgrana y gloria absoluta para Maxi, que durante unas semanas fue D11os en Barcelona.

Solo unas semanas, eso sí.

Al año siguiente, con Larsson recuperado, Maxi jugó cuatro ratitos —aunque, ojo, participó del triunfo azulgrana en la Champions con unos minutitos en la semifinal frente al Milan—. En esa temporada se hizo más famoso por animar la celebración de los títulos que por su rendimiento sobre el campo, así que a nadie sorprendió que el club catalán decidiera cederle al Real Mallorca en verano de 2006.

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Esta fue la actitud más habitual de Maxi López en Mallorca: el lamento. Foto de Alejandro Ruesga, Reuters

Enardecidos en la isla con el desempeño errático y estéril del argentino, pronto los aficionados se cansaron de él… y se vengan finamente con un regate léxico, una gambeta de la nomenclatura: revelan que "algunos" le conocen como "el Drogba blanco". Esa facilidad tienen los apodos: la de fijar a una persona, contradictoria y llena de multitudes, a un rasgo definitivo.

En este caso, Maxi, más que de goleador, es sinónimo de sorna.

Maxi López On Tour

Terminado el contrato con el club balear y sin oferta de permanencia en España, Maxi inició un bonito periplo alrededor del mundo. Gracias a los buenos oficios de su agente —el verdadero crack en esta historia, sin duda—, el argentino fichó por el FC Moscú en verano de 2007.

Tres años de dura competencia y nueve goles fueron el saldo helado de Maxi en Rusia. De ahí, amistad con Ronaldinho mediante, López recibió una oferta del Gremio: venga a prueba, y si convence, le compramos la ficha al club de Moscú. Y convenció.

Maxi solo estuvo un año en Porto Alegre, pero quizá debió quedarse más. Ahí su cuenta goleadora se elevó a 17, un hito en su carrera. Era querido por todos salvo por Elicarlos, mediocampista del Cruzeiro… pero los caminos del ya-no-D11os son inescrutables, y Maxi no estaba a gusto en Brasil.

El argentino estaba inquieto… o quizás lo estaba su agente, quién sabe. El caso es que entre ambos decidieron sellar de nuevo el pasaporte y viajar a Italia, a Sicilia, al Calcio Catania. En el equipo rossazzurro pasó los tres años más… er, soleados, de su carrera.

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En Catania, Maxi pasó sus años más… soleados. Imagen vía Reuters

En 2010, sin embargo, empezó una locura que ha continuado hasta hoy. Por increíble que parezca, el mismísimo AC Milan decidió incorporar a Maxi como cedido: jugó solo ocho partidos, pero ahí estuvo el tío. Después vinieron la UC Sampdoria y el Chievo Verona, y finalmente, el FC Torino llegó al rescate para estabilizar, al menos de momento, la carrera del argentino.

No vale la pena que contemos sus goles en Italia: desde hace tiempo, marcar dejó de ser el propósito de Maxi López. El argentino seguirá peleando balones, exhibiendo su carencia de técnica y el paulatino pero ostensible declive de sus capacidades físicas; la 'gallina' seguirá reclamando faltas, lamentando errores y agradeciendo los pases… pero ya no se trata de ser goleador, sino de ser un superviviente.

¿Y ahora, qué es de él?

Sí, ya decimos bien esto de sobrevivir, pero no a las inclemencias del tiempo, ni a los depredadores peligrosos, ni a los inspectores de Hacienda. No: Maxi se dedica hoy a sobrevivir a la sorna. Merced a la irrisión que provocan sus virtudes en el campo, Maxi tiene una Iglesia propia; además, visita los talk shows y se ha convertido en un personaje bastante popular… para los no futboleros, claro.

Su gran momento mediático, como era de esperar, nada tiene que ver con el mundo del balón. Maxi se enamoró de la modelo argentina Wanda Nara, ella sí una goleadora de la fama, y se casaron. Todo normal, si no fuera porque al cabo de un tiempo se separaron… y Nara se largó con el futbolista argentino Mauro Icardi, que había sido compañero —¡y amigo!— de Maxi en Génova.

"Maxi, yo te entiendo, tío. De verdad que te entiendo". "Gracias Paul, tú sí que eres un amigo". Foto de Giorgio Perrottino, Reuters

Como es obvio, el episodio generó un sinfín de burlas. Tanta sorna y tanta injuria generó que, cuando Mauro y Maxi se topan en la cancha, hay siempre un pequeño drama. Algo así como el legendario lío que tuvieron John Terry y Wayne Bridge por un lío con sus respectivas parejas.

Bueno, con la pareja de Bridge, mayormente. Igual que Maxi, vamos.

Normalmente, todo esto no son más que notas al pie, anécdotas sin importancia para la carrera deportiva de un futbolista. Y sin embargo, en el caso del 'petardo' Maxi López, las anécdotas se agigantan: al fin y al cabo, no hay goles con los que taparlas.