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Sexo

Por qué a algunos hombres no les preocupa el placer femenino

Hablamos con cinco jóvenes españoles y un experto en sexualidad sobre la brecha orgásmica.
Imagen vía Flickr por el usuario xxxtof

"Nunca más voy a fingir un orgasmo." Me lo dijo una amiga, cargada de razón y argumentando que buena parte de la culpa de la despreocupación de algunos tíos por los totos y el placer femenino es de las mujeres.

Semanas después, cuando le pregunté cómo iba la gesta, me respondió que había fracasado. Había vuelto a fingir. El 76% de nosotras lo ha hecho alguna vez. Las razones van del miedo al rechazo al temor a darle un mazazo al ego de nuestras parejas. Pero el porcentaje de mujeres que fingen orgasmos se entiende mejor si se le pone al lado otro dato: las mujeres heterosexuales son las que menos se corren, según el estudio Archives of Sexual Behavior.

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La brecha orgásmica es una realidad. Pero, ¿son conscientes los hombres de ella? Quizá sí y les da igual si nos corremos o no siempre que logren descargar su simiente y polinizarnos. Quizá sea que las mujeres no hacemos lo suficiente por acabar con esa brecha mientras repetimos las palabras "heteropatriarcado" y "empoderamiento" cada vez que tenemos oportunidad.

O puede que parte del problema resida en que, prácticamente, la única educación sexual que recibimos en nuestra vida es YouPorn, Beeg y PornHub. Y en la mayoría de las piezas que albergan estas páginas, en la mayoría del porno mainstream, hecho por y para hombres, a la mujer se la reduce a la categoría de ente con orificios.

Chicas disfrazadas de vagina con un señor que parece el maestro Mutenroy. Imagen vía Flickr por el usuario flashgordonmd

Contacto con Alejandro Villena, Coordinador de la Unidad de Sexología clínica y Salud Sexual de la Consulta Dr. Carlos Chiclana, para que me aclare un poco el asunto.

"Realmente creo que los hombres sí se preocupan por el placer femenino, pero se preocupan mal. Se centran más en alimentar su propia autoestima o valía personal, en reafirmar su virilidad, que en tener un encuentro real con la otra persona o en compartir una experiencia real y entregada al otro por completo en la que ambos puedan disfrutar de su cuerpo y el del otro", me cuenta.

"Realmente creo que los hombres sí se preocupan por el placer femenino, pero se preocupan mal. Se centran más en alimentar su propia autoestima, en reafirmar su virilidad"- Alejandro Villena

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Para contrastarlo, me echo a la calle y abordo a cinco tíos aleatorios para preguntarles cuánto saben sobre placer femenino y, sobre todo, si se ocupan de/preocupan por él. Adrián, el primer tío al que abordo, va con su novia y tiene 20 años. De entrada me cuenta que hace más sexo oral del que le hacen a él. Mira a la chica y se ríen.

El resto de mis blancos van solos. Gabriel (25) también afirma que baja más al pilón que las tías con las que se acuesta. "Aunque supongo que depende de la chica, y de la relación que tengamos. No es lo mismo un lío de una noche que una tía con la que tienes una relación estable", añade. Fer (22) y Daniel (24) pondrían la mano en el fuego porque, en su caso, "hay una equidad absoluta".

Sólo uno de los tíos a los que entrevisto, Álvaro (28) confiesa que, por regla general, es él quien suele recibir con más frecuencia ese regalo de los dioses que es el sexo oral. "Sí que es verdad que últimamente trato de hacerlo más, o quizá sea que lo disfruto más. Pero de media, por cada vez que yo lo hago, me lo han hecho a mí dos o tres veces", me cuenta.

"Aprendí a masturbar a las chicas solo. Cuando disfrutaban, sabía que lo estaba haciendo bien"- Daniel, 24 años

Todos ellos se dicen autodidactas (y orgullosos) en las artes masturbatorias. La excepción es Gabriel, que me cuenta que a él sí que le ha enseñado alguien a masturbar a las tías: sus propias compañeras sexuales. "Les pregunto, cuando era más joven les preguntaba más, quizá. Les digo les gusta, si no, qué les gustaría… y también me he visto algún vídeo de Youtube, no te lo voy a negar"

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Le consulto al sexólogo Alejandro Villena si la falta de comunicación es un problema. Si no debería haber más hombres (y mujeres) que, como Gabriel, le preguntaran a sus parejas qué les gusta y qué no entre sábanas en lugar de creer que la telepatía funciona en estos casos. Me responde que, evidentemente, sí.


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"Ambas partes deben entrenar la habilidad de la comunicación en el ámbito sexual, aprendiendo a expresar sus propios gustos y preferencias: qué cosas les excitan, cuáles son sus deseos y fantasías, que es importante para ellos, que soy el uno para el otro… Siempre respetando al ser humano que se tiene delante.

También creo que es importante saber expresar cuando no se está disfrutando de algo y por qué, qué cosas les molestan o qué carencias existen en el encuentro y sugerir, de manera asertiva, nuevas formas de hacerlo para que la otra persona también pueda introducir cambios y se alcance un mayor bienestar en la relación", concluye.

"No les pregunto a las chicas si se han corrido o no después de acostarme con ellas. Eso lo notas. Se siente"- Fer

Tomo nota de lo que me cuenta el experto, algo que puede parecer evidente pero que en la práctica muchas veces no se da, y les pregunto a los chicos si hablan con las mujeres sobre su placer. Si les preguntan si se han corrido, vaya.

La respuesta es un unánime sí que choca bastante con mi experiencia, excepto en un caso: Fer. Me dice que no suele preguntarlo. Que "eso se sabe". "Y, ¿cómo se sabe?", le respondo. "Lo notas, se siente. Y si ves que no se ha corrido, pues bajas al pilón", replica.

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Sugerente tulipa africana. Imagen vía Flickr por el usuario mauroguanandi

A los que me comentan que sí, que suelen preguntarlo ("hombre, si es una tía de una noche igual no", puntualiza uno de ellos) les pido que me cuenten cómo reaccionan cuando la respuesta es "no, no he llegado al orgasmo". "Yo me enfado. Al principio me enfado mucho, pero en realidad es porque estoy triste y lo extereorizo así, luego se me pasa", me responde Adrián.

Daniel le pone remedio (omite cómo) y Álvaro hace por cambiarlo (también omite cómo). Gabriel, por su parte, dice que se queda tan triste pensando en que él se ha divertido y la tía no que no suele remediar la ausencia de orgasmo femenino cuando se da.

"Los hombres tenemos un único disparo. Vosotras, una escopeta cargada"— Gabriel, 25 años

"Para vosotras es más difícil llegar al orgasmo, pero también disfrutáis más. Nosotros tenemos un único disparo, vosotras una escopeta cargada", se excusa haciendo una metáfora bélica.

Tras un rato hablando sobre sexo con desconocidos, me quito la chaqueta. Tengo mucho calor y no es porque esté excitada: estoy pasando vergüenza. Mucha vergüenza. Y me siento mal, porque yo me sonrojo al preguntar sobre sexo pero los hombres aleatorios que me responden, aparentemente, lo toman como algo natural. No se ponen nerviosos ni rojos.


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Me doy cuenta, inspirada quizá por la metáfora bélica de Gabriel, de que mi sonrojo y la aparente desvergüenza de los tíos es un buen símil de los roles de género que a veces se dan en el sexo. A ellos les han enseñado a no tener tapujos, a ser rudos, a dominar. A nosotras a tener pudor, a ser sumisas y delicadas. E igual esos roles tienen más que ver de lo que pensamos con la brecha orgásmica. Con que las mujeres heteros seamos el grupo demográfico que menos orgasmos tiene. El experto en sexualidad Alejandro Villena suscribe en parte mis sospechas.

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"Sin duda, es primordial que exista un papel proactivo por parte de la mujer también. Todos tenemos el derecho y el deber de reivindicar nuestra propia sexualidad. La mujer no debe mantenerse en un papel pasivo o de resignación, donde el hombre alecciona o adoctrina sobre el sexo.

"Es primordial que exista un papel proactivo por parte de la mujer, que no se mantenga en un rol pasivo, de resignación"

Tanto hombres como mujeres tenemos muchas cosas de las que hablar y que decir sobre nuestra sexualidad, que es única en cada uno de nosotros y debemos aprender a comunicar esa subjetividad a la otra persona, para que ambos podamos disfrutar de la mejor manera posible de la relación".

Se me hace tarde para hacer la misma encuesta pero a la inversa, a mujeres aleatorias, y preguntarles "¿les dices a los tíos que no has tenido un orgasmo cuando no lo has tenido?" Sería igualmente revelador.

"A veces los tíos pensamos sobre el porno: si se lo hacen a los de los vídeos, ¿por qué no me lo hacen a mí?" — Daniel, 20 años

Pero eso es otra historia, así que paso a otro de los temas que, presiento, guardan relación con la brecha orgásmica y el hecho de que el placer femenino sea descuidado por mujeres y hombres: el porno, que además constituye prácticamente la única "educación sexual" que recibimos. ¿En cuántos vídeos porno hacen cunnilingus y en cuántos felaciones? ¿En cuántos la mujer es el centro del placer y en cuantos una simple herramienta para llegar a él?

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Les pregunto a los chicos "qué sale" en el porno que ven habitualmente. Después de especificarles que se trata de prácticas sexuales, no de la edad de las actrices (de primeras, uno me responde "maduritas de esas que enseñan a chavalas"), todos están de acuerdo en que las prácticas sexuales más habituales en el porno que consumen son mamadas y penetración.


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"El porno que veo suele estar más enfocado a lo que le gusta al chico que a la chica. Y sí que creo que nos influye, a veces pensamos, "¿si le hacen esto a los de los vídeos, por qué no me lo hacen a mí?", me dice Adrián. Gabriel coincide en que los hombres son el eje de la pornografía que consume. "Las mujeres sois el instrumento que nos lleva al placer. Pero sé que es ficción, sé que no es la vida real. Que no sois instrumentos, así que no creo que me influya a la hora de tener relaciones sexuales".

"La influencia de la pornografía tiene un gran impacto a la hora de invisibilizar el placer femenino. Se basa en mostrarnos un mundo de fantasía que poco se asemeja a una relación sexual real. Las fantasías sexuales están bien, pero debemos saber distinguir entre lo que es "fantasía cinemátografica" y lo que es la realidad de un encuentro sexual, una experiencia mucho más amplia que esta visión reduccionista, basada en el "coitocentrismo" y en el falso placer masculino.

"La pornografía limita, nos impone una realidad ínfima sobre algo que es mucho más amplio y que debería liberar a la persona y no ponerle cadenas"

El grave problema viene cuando la pornografía se utiliza como único medio de información sobre las relaciones sexuales y la sexualidad en general. Utilizar de forma exclusiva esta fuente de información para comprender la sexualidad está dejando una huella en la forma en la que nuestra generación entiende la sexualidad, en la visión que se tiene sobre la mujer y el hombre.

De esta manera, se reduce y estrecha el concepto de relación sexual al de una simple práctica repetitiva e incluso degradante en ocasiones para las mujeres, que confunde por completo e induce a pensar de una manera determinada sobre lo que debería ser la relación sexual. La pornografía limita, nos impone una realidad ínfima sobre algo que es mucho más amplio y que debería liberar a la persona y no ponerle cadenas".

"No hablo con mis amigos sobre el placer de las tías porque no lo entenderían. Sería como si les hablara de sentimientos"- Gabriel, 25 años

Me voy a casa reflexionando sobre esas limitaciones sexuales que nos impone la sociedad, el porno o nosotros mismos. Reflexiono sobre lo que me ha dicho uno de los chicos a los que he entrevistado, Gabriel. "Nunca hablo de sexo ni de placer femenino con mis amigos. No lo entenderían, sería como si les hablara de sentimientos." Al segundo me acuerdo de mi colega, la que decía que nunca más iba a fingir un orgasmo pero abortó la misión demasiado pronto. Y pienso en cuánto tienen que ver el miedo a expresarse de uno y otro con la brecha orgásmica y la desatención del placer femenino.