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Sexo

Así descubrí accidentalmente que mi papá es gay

Me puse a llorar, aunque desearía no haberlo hecho.
El autor jugando en la playa con su padre
Fotos de Julien Goyet 

Artículo publicado originalmente por VICE Holanda.

Mi padre es un francés que se mudó a Holanda hace 24 años para criar una familia junto a mi madre. Al ser una persona curiosa con un amor por la cultura, pronto estuvo hablando y actuando como un tipo holandés, criándonos a mi hermano y a mí en el idioma holandés.

Una vez a la semana, mi papá llamaba a su padre y hermanos en Francia. Hablaba en francés para poder expresarse libremente con ellos sobre cualquier cosa que quisiera sin que nosotros entendiéramos lo que estaba pasando.

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Pero una noche, mientras estaba hablando por teléfono con su hermana, mi hermano pequeño se salió de la cama. Bajó las escaleras y escuchó a mi padre hablar en ese idioma extranjero. Sin embargo, mientras la conversación continuaba, ciertas palabras de repente ya no sonaban tan desconocidas. Mi hermano captó la palabra para "gay"—una palabra que mi padre repitió muchas veces durante esa conversación.

Para ese momento, mis padres nos habían dicho que tenían problemas en su matrimonio, pero pocos meses después, cuando tenía alrededor de nueve años, fuimos igual a nuestras vacaciones de verano anuales en Francia. Siempre visitábamos el mismo punto de camping, cerca de la casa de la familia de mi padre. Un día, él estaba jugando un juego con mi hermano en su carpa, y yo estaba recostado afuera sobre el césped convirtiendo una botella de plástico en una trampa para avispas con limonada. A través de la lona, yo podía escuchar exactamente lo que estaba pasando en el juego, y quién iba ganando. Hasta que, de la nada, mi hermano preguntó de repente, "Papá, ¿eres gay?"

Julien, z'n vader en z'n broertje

Julien (izquierda) con su padre y hermano

Hasta donde lo recuerdo, mi padre estuvo en silencio por un buen rato. No podía entender por qué mi hermano había preguntado eso de la nada. "¿Por qué preguntas?" dijo mi padre. "Eso dijiste por teléfono", respondió mi hermano. Más silencio.

Mis ojos seguían concentrados en la avispa que estaba intentando escapar mi trampa, pero mis oídos estaban en otro lado. Estaba muy confundido. Lo que mi hermano había dicho sonaba como una broma, pero podía sentir que algo andaba mal.

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"Tienes razón, es verdad", pude escuchar que mi padre decía, riendo nerviosamente. No sé si se habían dado cuenta de que yo estaba al lado de la carpa y que había escuchado todo. Cuando mi padre salió un poco después, me vio recostado en el césped, y estallé en llanto. A lo largo de los años, frecuentemente me pregunto por qué hice eso—por qué no pude ser más comprensivo. Quizás fue porque me di cuenta en ese momento y en ese lugar que eso significaría que mis padres nunca iban a juntarse de nuevo.

Unos meses antes, en una mañana de domingo, mi hermano y yo estábamos jugando FIFA en nuestra habitación cuando nuestros padres nos llamaron para que bajáramos. Yo iba ganando y no quería parar de jugar, pero podía sentir por el tono de la voz de mi madre que algo más importante estaba pasando. Esa mañana, mis padres nos dijeron que se estaban divorciando.

Las noticias me impactaron mucho, no podía entenderlo. Ellos nunca peleaban, y desde lo que puedo recordar no nos dieron realmente una razón para su ruptura. No mucho después de eso, mi madre se mudó, pero yo continué viviendo en negación de todo el asunto, especialmente cuando los cuatro fuimos a esas vacaciones a Francia.

Pero allí, comprendí que tenía que aceptar que mis padres nunca iban a volver a estar juntos. A mi padre no le gustaban las mujeres, y eso incluía a mi madre.

No muchas cosas cambiaron después de que mi padre salió del clóset. Una semana mi hermano y yo, junto con nuestro perro, vivíamos con mi padre, y la semana siguiente estábamos con mi madre. Tuvimos una nueva forma de arreglo familiar en la casa de mi madre después de que se mudó con su nuevo novio. Donde mi papá, solo fuimos los tres durante un período de tiempo muy largo. Mi padre nunca sintió la necesidad de presentarnos a nadie, y realmente no hablábamos de eso. Solo seguíamos con nuestras vidas, lejos de la vida personal de nuestro padre.

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Solo fue hasta hace muy recientemente que mi papá y yo decidimos hablar sobre su revelación. Me dijo que antes de que se divorciaran, mi madre se había enamorado de alguien más. Eso lo hirió, pero también se dio cuenta de que habían estado viviendo una vida más de hermano y hermana por un tiempo. Fue ahí donde comenzó a buscar la persona que realmente era, un viaje que tuvo lugar lejos de nuestra familia.

En el momento, se sintió completamente solo. "No existen muchas personas gays con una esposa e hijos", me dijo. Después del divorcio, y después de asistir a terapia y leer muchos libros sobre el tema, decidió entrar a un sitio web de citas para encontrar hombres con los que pudiera compartir su historia. Cuando conoció eventualmente a un chico agradable en línea, decidió encontrarse con él. Mi padre estaba tan nervioso que llamó a mi madre y preguntó si podía hablar con ella.

Mi mamá después me dijo que ella supo inmediatamente que él iba a salir en una cita con un chico. Mucho antes de su divorcio, le había preguntado a mi padre si le gustaban los hombres, y él lo había negado firmemente. Hasta que un día le dijo la verdad—una experiencia que le había resultado más sencilla que tener que contarle a sus hijos. Necesitaba el tiempo para entender y aceptarse a sí mismo primero antes de exponerse a nosotros, explicó, pero nunca fue fácil. Estaba asustado de decirnos él mismo, y quería que mi madre estuviera ahí también, pero seguía posponiendo el momento. Hasta que mi hermano solo le preguntó de la nada.

Afortunadamente, cuatro años después de que salió del clóset, nos contó de un novio secreto que había tenido durante un tiempo y solo estábamos felices por él. Puedo recordar el momento en que me mostró una fotografía de su pareja. Era una tarde de sábado y me llamó a su oficina en el ático. Yo subí las escaleras y encontré a mi padre tras su computador. En la pantalla aparecía una foto de un hombre apuesto, sentado en una cafetería. "Es él", dijo, con lo que estoy seguro era orgullo en su voz. Era extraño ver al hombre del que mi padre se había enamorado—era apuesto y relajado, y, afortunadamente, no sentí la necesidad de llorar esta vez. Mi padre, ahora más cómodo con su sexualidad, preguntó si quería conocer a su pareja.

Sobre todo, me preguntaba lo que sería ver a mi padre besando a otro hombre. Eso ha pasado un par de veces ahora y de hecho se siente igual a como cuando uno ve a los padres besándose en público—increíblemente incómodo, pero también algo tierno. Estoy feliz de que ahora se sienta libre para hacerlo en su propia casa. Es como si se hubiera liberado. Pero nos dijo que no quería confundirnos, y se habría comportado de la misma manera si tuviera una nueva novia. "Un divorcio, un nuevo padrastro, su padre saliendo del clóset—todo parecía demasiado para ustedes niños", dijo.

Ahora, tengo dos padrastros. Todos celebramos Navidad juntos. Ahora y de manera frecuente mi padre y yo cenamos en un restaurante en Ámsterdam donde las hamburguesas son nombradas en honor a drag queens, y a veces él me envía selfies cuando está de fiesta en el desfile de orgullo. Una vez lo acompañé a su bar gay preferido, donde conocí a todos los amigos que ha hecho a lo lardo de los años. Es un lugar al que va usualmente, y que no tenía idea de que existía todo este tiempo. Estoy feliz de que eso cambió.