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Fui adicto a los videojuegos con 19 años y me arruinaron la vida

“No dormía, no comía, no salía, no me duchaba. No hacía nada excepto estar sentado 32 horas”.
Ryan Bassil
London, GB
clínica de prevención de adicción a los videojuegos
Foto: VICE

Hace unos cinco años, James Good se dio cuenta de que tenía un problema. Con 19 años, había desarrollado una adicción absoluta a los videojuegos que lo atrapaba por completo en casa. “No dormía, no comía, no salía, no me duchaba. No hacía nada excepto estar sentado 32 horas”, empeñado en completar Dark Souls. “Podría haber parado y retomarlo al día siguiente, pero prefería morirme de hambre y descuidar mi salud, mis relaciones, todo”, me dice con pena.

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Un videojuego parecía haber absorbido su vida por completo. Hace una pausa. “No creo que disfrutara. Se trataba de perderme en el videojuego. Era adicto, al cien por cien”.

La Organización Mundial de la Salud añadió el trastorno por uso de videojuegos a su Clasificación Internacional de Enfermedades hace dos años. Probablemente, lo has visto últimamente en los medios y en los foros. Incluso se han llegado a ver demandas, como la del gamer francés que alega haberse retrasado en el pago del alquiler por culpa de su adicción al FIFA. ¿Pero cómo es tener una adicción a los videojuegos? Y al igual que con otras adicciones, ¿cuándo es el momento de pedir ayuda?

Empecemos con una definición. Como ocurre con las drogas o el alcohol, la gente que tiene problemas con los videojuegos experimenta una pérdida absoluta de control. Prefieren quedarse en casa jugando en vez de hacer otras actividades o vivir su vida, lo cual tiene consecuencias negativas.

Además, puedes ser adicto a cualquier juego, no necesariamente a un género o título en concreto. Los shooters multijugador, como Fortnite, suelen aparecer más a menudo en las noticias porque son populares entre los menores de edad. En 2018, entre otros casos, fue noticia una niña de nueve años que acabó en rehabilitación. Pero cualquier otro juego podría ser perjudicial.

“Se trata de un trastorno que puede ser muy, muy compulsivo, con una pérdida de control de tu vida, tus obligaciones y tus objetivos”, me explica la Dra. Henrietta Bowden-Jones. Nos encontramos en el Centre for Internet and Gaming Disorders de Londres, del que ella es directora. Abrió a finales de 2019, cuando la OMS incluyó la adicción a los videojuegos en su clasificación, y ahora es la primera clínica del país financiada con fondos públicos en la que se tratan los problemas con videojuegos e internet.

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“Se trata de un trastorno que puede ser muy, muy compulsivo, con una pérdida de control de tu vida, tus obligaciones y tus objetivos”

En general, la mayoría de los pacientes son adolescentes o jóvenes: “principalmente jóvenes y entre los 15 y 25”, dice Bowden-Jones, aunque insiste en que ellos tienen una filosofía de “brazo abiertos”. Es decir: aceptan a cualquiera. La OMS estima que este problema afecta a un 3 por ciento de los gamers de todo el mundo.

Según una encuesta realizada por la editorial del Washington Post, unas dos mil millones de personas juegan regularmente, lo cual podría significar que hay unos 10 millones de personas afectadas. En Estados Unidos, un estudio del Pew Research Center señala que el 83 por ciento de las chicas y el 97 por ciento de los chicos estadounidenses juegan a videojuegos. Si el resto de los países siguen el mismo patrón, podríamos encontrarnos con jugadores compulsivos en todos los ámbitos, sin importar el género.

La facilidad de acceso ha propiciado el aumento y la importancia de los casos. Hace 20 años, los gamers tenían solo videoconsolas en casa, como la Playstation o la Xbox. Los juegos en línea todavía no se habían desarrollado por completo, así que los jugadores se quedaban solos, sin internet, mientras estaban en casa. Pero hoy pueden jugar en cualquier sitio: ya sea dándole al PlayerUnknown's Battlegrounds en el teléfono o con uno de los nuevos y coloridos modelos de la Nintendo Switch. “Para la gente que es vulnerable al exceso y la compulsividad, es muy difícil. Es como llevar una botella de vodka en el bolsillo todo el rato”, me cuenta Bowden-Jones.

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Aunque no cuentes las horas que te quedan para poder jugar, siempre hay un videojuego cerca. James me cuenta que la accesibilidad de servicios como Twitch, donde puedes ver cómo otros juegan en directo, le ha llevado a volver a caer en la tentación tras cinco años. Comenzó leyendo cosas sobre videojuegos en Reddit, YouTube y Twitch, y acabó descargándose Path Of Exile y Faster Than Light en el portátil. “No es la mejor plataforma para jugar, pero en seis días estuve 50 horas jugando y 60 horas viendo vídeos de Twitch”, dice. “Descuidé mi vida por completo. Casi pierdo el trabajo. Y todo porque no podía resistirme a jugar”.

“No estaba muy bien en la universidad, desde un punto de vista de salud mental. No disfrutaba y acabé dejándola. Pero cuando jugaba, tenía el control. Nada podía salir mal y nada podía falla"

¿Pero por qué se obsesiona la gente con los videojuegos? Bowden-Jones cree que un problema, entre otros, es la autoestima; es muy fácil sentirte validado si ganas constantemente. James dice que, en su caso, fue el aspecto de evasión lo que le atrajo: “No estaba muy bien en la universidad, desde un punto de vista de salud mental. No disfrutaba y acabé dejándola. Pero cuando jugaba, tenía el control. Nada podía salir mal y nada podía fallar. Me sentía poderoso”. Con los juegos multijugador, en particular, la idea de jugar en equipo puede ser atractiva.

Matúš Mikuš, holandés de 24 años, acabó en un círculo vicioso compulsivo cuando fue a la universidad, con 18 años. Era la primera vez que estaba lejos de sus amigos, pero solían jugar a League of Legends por internet. “Pero entré en un círculo vicioso del que no podía salir e ir a conocer gente nueva porque me quedaba en casa jugando”, dice.

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Aunque nunca llegó a tener sesiones de juego tan largas como las de James, tuvo un efecto negativo en su vida. No era capaz de hacer amigos y sus otras relaciones se vieron afectadas. Vivía con su novia, pero “al final lo dejamos. Una de las razones era que no pasaba mucho tiempo con ella, porque siempre estaba jugando”.

¿Qué puedes hacer si quieres dejar de jugar? Cuando se dieron cuenta del efecto que los videojuegos habían tenido en sus vidas, tanto Matúš como James descubrieron Games Quitters. Se trata de una empresa de la que James es ahora director de ventas y que ayuda a los gamers y familiares afectados con clases, terapias y programas como su desintoxicación de 90 días.

"No pasaba mucho tiempo con mi novia, porque siempre estaba jugando”

Pero no todo el mundo puede permitírselo. En Reino Unido, la primera clínica financiada con fondos públicos para este tipo de adicciones del Servicio Nacional de Salud (NHS) ofrece una terapia llamada “control del estímulo”, común en el tratamiento de la ludopatía, y que implica bloquear comportamientos negativos y reforzar los positivos.

Los pacientes empiezan con un examen clínico completo. “Porque no se trata solo de la pérdida de control o de perder una hora de tu vida, sino de un todo”, dice Bowden-Jones. Según ella, se intenta encontrar respuestas a preguntas como: “¿Por qué juegan? ¿Hay historial genético? ¿Padres con adicciones? ¿Un trauma o abusos que se intenten ahogar en los videojuegos?”. Dependiendo de las necesidades de cada paciente, pueden solicitar un tratamiento cognitivo conductual (CTT) en grupo o en sesiones individuales.

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La clínica también planea organizar sesiones en diferentes colegios para que los padres dispongan de herramientas e información en caso de que sus hijos sufran este tipo de adicción. “Vamos a hacer cosas nuevas para no tener que depender de los antiguos métodos de trabajo para tratar enfermedades nuevas”. En el proceso, esperan poder ver “gente que se queja de que tienen problemas, pero no graves”.

La adicción a los videojuegos no tiene por qué aparecer en los titulares. La realidad es que es tan común como ese amigo que bebe demasiado o el que se mete un par de rayas cada viernes. Hay casos extremos, claro, pero muchas de estas adicciones ocurren sin que nos demos cuenta. James dice que él necesitó ayuda para poder salir adelante. Pero eso no cambia el hecho de que, al igual que con otras adicciones, “cada día me levanto pensando en los videojuegos; me voy a dormir y pienso en los videojuegos. Me estoy volviendo loco”.

@ryanbassil

Este artículo se publicó originalmente en VICE Reino Unido.