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Navidad

Por qué deberías decir a tus hijos que Papá Noel no existe

Nunca creí en Papa Noel porque mis padres nunca me dijeron que fuese real y me ha ido bien en la vida.
papa noel siendo golpeao
Foto vía Getty 

El 23 de diciembre de 1951, víspera de Nochebuena, la diócesis católica de la ciudad francesa de Dijon celebró una multitudinaria reunión a la que llevaron a los niños de las escuelas diocesanas y los orfanatos. Allí mostraron a todos los presentes la efigie de Papá Noel y anunciaron que aquel hombre regordete y risueño no era real, lo acusaron de usurpador y hereje, lo colgaron de una soga y le prendieron fuego.

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Más tarde, un comunicado referido a aquel acontecimiento señalaba que "En realidad, las mentiras no pueden despertar sentimientos religiosos en los niños y no pueden considerarse de modo alguno un método educativo".

A lo que yo solo puedo añadir: ¡amén! Hubo una vez en la que los obispos católicos defendían la verdad.

Nunca he creído en Papá Noel porque mis padres nunca me dijeron que era real, en parte por motivos religiosos y en parte, también, porque ellos consideraban que mentir no estaba bien.

Conocer esta verdad no me supuso ningún problema, con una salvedad. Recuerdo una vez, a los cinco o seis años de edad, que estaba jugando a un videojuego con otro niño en casa de sus padres. Mi amigo me preguntó qué le había pedido a Papá Noel esta Navidad y yo, con toda naturalidad, le respondí "¿Qué? ¡Pero si Papá Noel no es real!".

Recuerdo perfectamente lo que pasó después como si fuera una escena reproducida a cámara lenta: la madre de mi amigo, que nos había estado observando a cierta distancia, empezó a agitar frenéticamente los brazos de izquierda a derecha intentando llamar mi atención, con los ojos abiertos como platos y articulando repetidamente un "NO" mudo con la boca.

Enseguida capté el mensaje:"… lo que quiero decir es que ¡es totalmente real!". Creo que mi amigo no se dio cuenta de nada.

Mi hija tiene hoy la misma edad que yo tenía entonces y ella tampoco cree en Papá Noel porque yo me he asegurado de que conociera la verdad. Sin embargo, para evitarle los momentos incómodos que yo tuve que vivir, le expliqué que a la gente le gusta mucho contar la historia de Papá Noel, como el cuento de Caperucita o Cenicienta, y al igual que pasa con muchas otras historias, hay gente a la que le gusta fingir que es real y que no pasa nada. Os sorprendería comprobar lo fácil que resulta no mentir a tus hijos.

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No sé si, sin ser consciente de ello, pertenezco a algún movimiento para acabar con la figura de Papá Noel, pero sé que hay otras personas como yo. Mi amiga W.  también le ha contado a su hija de 5 años que este señor no existe, aunque no con demasiado éxito: ahora su hija cree que sus regalos se los lleva gente disfrazada de Papá Noel y se pregunta cómo estas personas se las apañan para colarse por las chimeneas de las casas.

Cuando lo cuento, la gente se sorprende. A mí, en cambio, me sorprende que no tengan ningún inconveniente en mentir de esa forma a sus hijos. Mentir está mal, pero mentir a personitas vulnerables es todavía peor.

Con estos argumentos no suelo convencer a nadie, por lo que tengo que seguir hablando. Creedme, he tenido esta conversación unos cinco millones de veces, así que sé lo que estáis pensando.

¿Que no mientes a los niños? ¿Y qué me dices del sexo? ¿Acaso le cuentas a tu hijo de tres años todo sobre el sexo? Bueno, para empezar, la educación sexual a una edad temprana es positiva, pero en cualquier caso, siempre se pueden buscar maneras de explicar las cosas de la forma más apropiada para su edad y sin tener que mentir. Cuando tenía tres años, mi hija me preguntó cómo se hacían los bebés. Pues yo no le conté nada de cigüeñas ni de abejas, sino que me limité a contarle que hace falta que un hombre y una mujer realicen juntos un acto especial que representa el amor. En todo caso, si tuviéramos que hacer excepciones a la norma de no mentir a los niños, lo cual podría entender hasta cierto punto, yo las aplicaría a casos extremos, pero no para inventarse a un señor mágico que vive en el Polo Norte.

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Mis padres sí que me contaron la mentira de Papá Noel y no me pasó nada, pero sé de gente para la que el descubrimiento de la verdad supuso un trauma, pero porque el hecho de saber que sus padres les habían mentido minó su confianza en ellos. Es cierto que no son muchos casos, pero existen. ¿Vais a correr ese riesgo? ¿Para qué?

"¡Pero es que son tan monos cuando creen en Papá Noel!" ¿Ves? Ahora empezamos a llegar a los argumentos absurdos y verdaderamente preocupantes. ¿Qué exactamente hace que un niño sea mono cuando le cuentas una mentira? Pues el simple hecho de verlos como seres inferiores y bajo tu control. Y lo son. Y tú estás abusando de ese control para engañarlos. Realmente no es más que una forma de desprecio.

"Y ¿qué hay de la fantasía, de la imaginación?" Este es un argumento recurrente y el que más me desconcierta. Creedme, nunca me ha faltado imaginación y fantasía durante mi infancia, ni a mi hija tampoco. Los niños no tienen ninguna dificultad para discernir realidad de ficción. Claro que juegan a fingir que son infinidad de personajes, pero lo hacen siendo perfectamente conscientes de que están jugando. Eso es precisamente lo que alimenta su imaginación: el hecho de inventar historias sobre las historias que les han contado. ¿Alguna vez habéis visto a un niño jugar a que es Papá Noel con sus renos? No, porque no se les ha presentado a Papá Noel como un personaje ficticio, sino como una realidad. Así, el portador de felicidad y regalos deja de ser un elemento más que fomente la imaginación de los niños y pasa a ser, como mucho, lo contrario, un elemento que oculta lo que la Navidad tiene de bueno, verdadero y mágico con una mentira absurda.

Únete al movimiento. Juntos, podemos acabar con Papá Noel.

Traducción por Mario Abad.