En la piel de las mujeres que luchan por combatir

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peleando por la igualdad

En la piel de las mujeres que luchan por combatir

Viajamos a París para seguir la primera gala de artes marciales mixtas 100% femenina de Francia. Combates como el de la tarraconense Esther Cárdenas contra Stéphanie Page demuestran que el nivel es espectacular.

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El locutor anuncia un momento histórico para el deporte francés: "Es la primera vez que vamos a ver una noche de lucha 100% femenina. Voy a presentar a las luchadoras una a una: esta noche son ellas quienes nos darán un gran espectáculo".

Es 28 de noviembre y la noche cae en París. En el mítico gimnasio Japy de la capital francesa, dieciocho atletas se preparan para combatir en nueve combates siguiendo las normas del pancracio, una versión suave de las artes marciales mixtas. Las luchadoras proceden del Judo, de Jiu-Jitsu, de la lucha libre y del Muay Thai. Los combates durarán dos o tres rondas de cinco minutos cada una: solo se acabarán por decisión arbitral, por nocaut o por sumisión.

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Primera sorpresa: las rondas no las anuncian chicas en bikini. Esa noche han sido reemplazadas por dos chicos sin camiseta, con pantalones negros y pajaritas. Un guiño a los que denuncian la presencia de las habituales mujeres semidesnudas que desfilan entre cada ronda mientras el público les dedica piropos en un espectáculo bastante lamentable. Cambiar a las 'go-gos' de sexo sin más no es lo óptimo, pero al menos es un avance.

Las atletas con menos experiencia empiezan luchando los primeros combates; todas usan casco y espinilleras. Para empezar, Samie Jo-Marland gana a Ophélie Vandoolaeghe por sumisión en el primer round y Lysane Delourme bate a Kaitline Sock por decisión de los jueces.

Las mujeres luchan para poder combatir en Francia. Algunas optan por irse al extranjero; otras pasan de una disciplina de combate a otra —arriesgándose a no poder labrarse un nombre en ninguna de las modalidades. No brillar en esta gala es dejar escapar una oportunidad de oro. Jessy Berchel fue capaz de aprovecharla: impresionó al ganar su combate por sumisión con una 'juji', una llave de judo en la que se inmoviliza al contrario con las piernas.

Mientras dura el combate, desde la esquina llega un torrente de instrucciones: "¡Pon el codo en su garganta!", "¡Haz un triángulo!" o "Por encima de su pelvis!". Al final, los jueces votaron por las victorias de Elodie Giorla delante de Clémence Follea y de Judith Levi sobre Amélie Lebrun.

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Las mujeres que participan en la competición se enfrentan a un doble desafío: la ignorancia sobre su disciplina y los prejuicios machistas. Sin embargo, empujan las puertas de entrada a las MMA con más ganas que nadie. Algunos clubes incluso han abierto una sección femenina para atraer las que tienen curiosidad. En los clubes famosos, el lugar de la mujer ya no es un debate; pero en el ámbito social todavía hay muchas carencias.

"Cuando eres una mujer siempre cuesta más, sea donde sea", dice Clémence Schreiber durante el entrenamiento. Ellas saben que lo tienen que demostrar todo esta noche, pero no todo está en sus manos; también necesitan que los escépticos den un paso.

"Yo les convenzo para que vengan y vean con sus propios ojos lo comprometidas que están las luchadoras y la técnica que tienen", comenta Laïla Sekaf, varias veces campeona francesa de boxeo. Sekaf quiere ver evolucionar el pancracio para "tener nuevos retos": "Que vengan al ring y se pongan los guantes. Las espero", amenaza Stephanie Page, cabeza de cartel esta noche.

Las principales combatientes (las últimas cuatro peleas, las únicas profesionales) tienen un nivel mucho más alto. Sin patrocinadores y sin público, les importa más el premio que la imagen. Esta noche, sólo el ganador de la pelea estelar recibirá un premio económico por el combate.

Stéphane Chaufourier, organizador de la velada con Atch Production, es consciente de lo que queda por hacer, pero se vio obligado a tomar la iniciativa: "Yo quería una noche femenina 100% para centrar la atención en las luchadoras", asegura. La organización de una velada de boxeo de este tamaño, con la presencia de luchadoras internacionales, es caro. Pero hay mucho más en juego de lo que parece.

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"El público está acostumbrado a ver a hombres luchando. Una velada totalmente femenina atrae menos, pero hay que 'educar'. Sin duda habrá menos público y podemos llegar al límite de la línea roja, pero esto arrojará luz sobre las chicas por primera vez. Esperamos influir en algo". Esta noche, el público ha respondido. Aunque las gradas superiores no están demasiado llenas, en los bordes del ring no cabe ni un alfiler

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En los deportes de combate, las mujeres no son una excepción a las normas no escritas: hay los mismos entrenamientos que no terminan nunca, el fortalecimiento del cuerpo para resistir los golpes, e incluso el intercambio vertiginoso entre la vida laboral y la carrera deportiva. También están los mismos planes para "ganar peso", los mismos controles anti-dopaje antes de entrar en el ring… y los mismos momentos de vacío que preceden a la confrontación.

La luchadora Clémence Schrieber se prepara para "su" momento. Envía ganchos poderosos al saco: los golpes resuenan en el vestuario del Japy mientras se repite lo fundamental antes de entrar en el ring. En menos de 20 minutos deberá demostrar lo que ha ensayado durante meses. Comediante y luchadora, ve similitudes entre sus dos pasiones: "Ambas requieren conectar con tu ser interior. Tengo que trabajar en mí misma. Si piensas demasiado, no lo haces".

A pocos metros de distancia, su oponente Maguy Berchel escucha a sus entrenadores mientras le dan consejos de última hora. La ex gimnasta suaviza sus aductores y mira fijamente a su técnico: está totalmente concentrada en el combate.

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Desde el principio, Schrieber pega duro con los puños, que se ha cubierto con unos guantesde lucha libre sencillos. Sorprende al público por el poder de los golpes: un "¡ouch!" se escapa de las gradas. Berchel, por su lado, intenta aplicar sus técnicas básicas, pero cosecha poco éxito. Schrieber se escapa y replica duro. Tras un fuerte golpe de Clémence, su oponente cae al suelo. Los espectadores corean: el combate les ha encantado.

"El combate te devuelve a la realidad", explica Schrieber. Esta noche, la luchadora gala se impone rápidamente: en menos de un round ya ha ganado por sumisión.

Berchel, por su lado, está muy decepcionada por la derrota, pero a la vez puede enorgullecerse de haber coprotagonizado uno de los mejores combates de la velada. Según ella, lo que realmente había en juego esta noche era "darse a conocer"… y sobre todo, "probarse frente a los hombres".

Sandra Ameziane también parece tener cemento en los puños esta noche. El árbitro termina su pelea al final del primer round al ver la avalancha de golpes perfectamente coordinados que le caen a su oponente, Sandrine Bohuet. Una nueva alegría para el público, cada vez más numeroso en la sala grande del Japy.

El penúltimo combate de la velada también está a la altura de las expectativas. Las dos combatientes, muy atléticas, ocupan el ring a la perfección: el combate es nítido y preciso. Samantha Jean-François empieza dominando, tanto de pie como en el suelo, mediante técnicas de pancracio. Su oponente, Laïla Sekaf, tiene claros problemas debido a un hematoma en el ojo. Finalmente, el combate se precipita; Sekaf ya no tiene tanta habilidad para esquivar y calcula mal sus movimientos. Jean-François la somete con una llave con los brazos y se lleva la victoria.

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Stéphanie Page, que combatirá en la siguiente pelea, es una especie de extraterrestre en el paisaje del combate femenino… y no porque sonría constantemente, incluso cuando lucha, sino porque ya lleva más de 70 peleas disputadas y ha ganado siete veces el campeonato del mundo de Muay Thai. Su rival es la española Esther Cárdenas; originaria de Tarragona, Cárdenas teóricamente parte con desventaja, pero el combate tiene pinta de ser muy igualado de todos modos.

Empieza la pelea. Cárdenas intenta llevar la lucha al suelo, donde Page está menos cómoda. No es una buena idea; Stéphanie se aprovecha de un mal agarre de la española y logra conectarle varios rodillazos en el abdomen.

En un momento dado, el árbitro interrumpe el combate para juzgar un golpe polémico. En una esquina del ring, Stéphanie espera el veredicto, siempre sonriente. Cárdenas, a pesar de estar seriamente más dañada que su rival, opta por continuar el combate tras algunos minutos de reposo. Esther intenta volver a llevar a su oponente al suelo, pero entonces recibe una andanada de golpes: rota física y moralmente, la tarraconense se tambalea. El árbitro decide terminar el combate para preservar su salud.

Page levanta los brazos: acaba de convertirse en la primera mujer que recibe el cinturón del 100% Fight, la organización más prestigiosa de Francia. Rodeada de su familia, amigos y colegas, Stéphanie saborea su victoria: considera que ha demostrado mucho esta noche. "¡Las puertas se abrirán para nosotros!", asegura, eufórica. Page sueña ya con entrar en el UFC.

Los espectadores sonríen: no esperaban este altísimo nivel. Esta noche, las mujeres han saltado al escenario… para quedarse. Alrededor del ring hay un puñado de periodistas de televisión. Hablo con ellos y me queda claro que están poco acostumbrados a presenciar combates: "Creíamos que irían con cuidado, no pensábamos que veríamos golpes reales", me confiesa uno de ellos. Otro admite que no tenía claro que las mujeres pudieran ser boxeadoras y femeninas a la vez. Yo me pregunto si los patinadores se cuestionan su masculinidad. O los futbolistas, o los tenistas, o… o los jugadores de ajedrez, da igual.

Cuando se les pregunta acerca de los prejuicios que rodean el mundo de la lucha, las combatientes reaccionan entre la resignación y el enfado. "Mira, a mí me la pela. Las mentes cerradas no cambian: si al menos tuvieran algo de curiosidad…", se lamenta Clémence Schreiber. Esta noche, la curiosidad de los presentes ha quedado totalmente satisfecha: por muy cerrada que tengan la mente, no tienen más opción que admitir que la velada ha sido apasionante.

Sigue al autor en Twitter: @Fred_Actisphere