FYI.

This story is over 5 years old.

la pregunta del día

¿Cuándo descubriste que ya no eres tan joven?

No todo es terrible, hay algunas ventajas, como la independencia económica y la calidad en el sexo.

Cuando mis sobrinos eran niños me gustaba jugar a las luchas con ellos. En cuanto me veían llegar a casa de mi mamá de inmediato se abalanzaban sobre mí, me tiraban al sillón y desde ahí trataban de inmovilizarme. Sus esfuerzos eran inútiles; yo era más grande y fuerte y por más brío que imprimieran, al final terminaban dominados, uno en cada mano.

Hace un par de años volví a jugar luchas con el mayor de mis sobrinos. Nada fue igual. Me tomó del cuello y con sólo dos dedos hizo que me doblara. Trate de sujetarlo por la cintura pero una de sus manos tomó mi brazo. No me pude mover, y tal como él y su hermano lo hacían cuando eran niños, tuve que pedir auxilio a mi mamá para que me soltara. Fue humillante. Tenía adolorido el cuello y, sobre todo, el orgullo. Me di cuenta que estaba envejeciendo.

Publicidad

Lo mismo le pasó a Dorian Gray, el personaje creado por Oscar Wilde, que prefirió vender su alma al diablo a cambio de no envejecer y que su retrato lo hiciera por él, aunque al final la pintura mostrara el verdadero rostro de su alma. Tal vez el explorador español Juan Ponce de León tuvo la misma sensación que yo y por eso destinó los últimos ocho años de su vida a la búsqueda de la inexistente isla de Bímini para bañarse en las agua de la fuente de la eterna juventud.

Es que envejecer, sobre todo en México, no es un asunto menor. De acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para el año 2050, la cuarta parte de la población del país será vieja y es probable que enfrente la falta de cobertura social y pensiones, así como inequidad y pobreza. Y entre esos viejos no sólo estaré yo, que nací a finales de los años 70; también estarás conmigo tú, mi amigo millennial que naciste en la década de los 80.

Sin embargo, no todo es terrible. Hay algunas ventajas, como la independencia económica y la calidad en el sexo (¡oh sí! Frente a las mujeres cougar las chicas de 20 no tienen nada que hacer).

Conversamos con varios personas sobre el momento en que se dieron cuenta que se les escapó la juventud y cómo viven hoy su madurez.

BRENDA, 32 AÑOS

VICE: ¿Cuándo te diste cuenta que la juventud te abandonaba?
Brenda: Hace como seis años me percaté que me dolía la rodilla, del lado izquierdo, cuando cruzaba la pierna y que tenía una pequeña bolita. Yo decía: "A lo mejor me pegué". Mientras corría también noté que me empezó a doler la rodilla. No le hice caso. Hasta que un día me fui a una peregrinación a la Basílica de Guadalupe. Pensé: "Si corro dos horas y media, también puedo aguantar esto. Además es caminata". Me la aventé bien, llegamos casi al atrio, pero a mis hermanas se les ocurrió ir al baño. Entonces me senté para esperarlas. Cuando me paré ya no pude doblar la pierna. Parecía que era de palo. Aún así me fui caminado, de cojito. Durante un mes no pude doblar la rodilla. Se me salió el líquido sinovial. De hecho ahorita la traigo inflamada. El declive de mi salud, de la rodilla, comenzó como a los 27 años.

Publicidad

Perder la juventud tiene sus consecuencias.
No puedo usar tacones, si subo de peso me duele la rodilla, entonces tengo que estar delgada para poder aguantar. No puedo usar ropa pegada. Duele si alguien me toca. Si me llego a pegar es un dolor que no se lo deseo a nadie. Ya no puedo correr. Todavía hace un año me aventé tres carreras: una de 5 km, que aguanté, aunque dos días después aún no podía mover la pierna; otra de 10 km, casi llegué rengueando a la meta, y una de 16 km que la sufrí porque no aguantaba el dolor. Cuando llegué a la meta tuve que caminar por la medalla arrastrando la pierna para dar el paso. Ahí me despedí del running. Me di cuenta en ese momento que el cuerpo ya no daba para más.

Das clases de locución a jóvenes, ¿hay un choque de generaciones?
Sí. Un día les pedí que me trajeran música, yo llevaba como ejemplos a Elvis Presley, Frank Sinatra y Shakira porque quise llevar gente que ellos conocieran. Todos tenían una cara de "no sé quiénes son". Cuando ellos me mostraron sus ejemplos de voz me enteré que existían 20 artistas que yo ni sabía de su existencia. En temas de conversación, no tenemos mucho en común; en manejo de la tecnología, aunque yo tenga experiencia, ellos lo hacen de forma intuitiva. Ahí se nota la brecha.

Además de la salud, ¿hay otras desventajas de envejecer?
Las niñas de 26 años ya se están casando con los hombres de mi edad, entonces ya son competencia, la brecha de oportunidad se reduce.

Publicidad

Podrías andar con alguien más chico.
Pues sí. Tengo alumnos de 22 que me llegan a insinuar cosas. Pero bien dicen que el que con niños se cuesta amanece meado. Ya me pasó. Al final él comenzó a andar con una niña de 18 o 19 años.

¿Qué te ha enseñado esta etapa de tu vida?
Antes era mucho de voltear atrás y recordar qué había hecho bien, qué había hecho mal y quedarme ahí. Ahora yo creo que uno no deja de cometer errores, pero el error más grande es quedarse en el desliz y no perdonarse para continuar. Uno siempre se siente joven. Cuando tienes 18 dices "qué ruco el que tiene 30"; cuando tienes 30 te parecen rucos los de 50; y cuando llegues a los 50 ya te van a parecer rucos los de 70, o ya no te parece ruco nadie.

DAVID, 41 AÑOS

VICE: ¿Cómo te diste cuenta de que ya no eres tan joven?
David: Hace un año, cuando cumplí 40 hice una reunión con mis amigos y en una conversación le preguntaron a un chavo como de 25 cómo ve él la vida, porque era el que salía del rango de edad de la gente que estábamos en la fiesta. Y nos dijo: "A mí me gusta la gente madura, la gente de 40 años o más". Y yo me quedé: "Yo tengo 40 en este instante". Fue cuando me cayó el veinte, así de "¿Cómo? ¿Yo no podría andar con una persona de esa edad?" Todavía a los 38, 39, como que tienes treinta. Pero a los 40, a mí me cayó el viejazo.

¿Cómo es eso que te cayó el viejazo?
Sí, fue como si se prendiera un switch. Es una actitud ante la vida. De pronto ya te pones a pensar si lo que te vas a poner te hace ver ridículo, cuando antes eso no te importaba, por ejemplo. Ahorita visto para el trabajo, pero cuando no estoy trabajando, siempre he dicho que soy algo totalmente diferente: una playera, unos huaraches, la bermuda y así ando por la vida. Y ahora me tengo que preocupar por si me veo bien o me veo mal. Y no es vanidad. Se trata de lo que percibe la gente de mí. Eso fue lo más difícil de los 40.

Publicidad

¿Y físicamente como te sientes?
Te enfermas más seguido, tal vez no de lo mismo pero sí es frecuente. A mí cada año, en diciembre, me da una infección en el oído, se me tapa y es horrible. Ya sé que se me va a tapar y me voy a sentir inútil y demás. Sabes que tienes que cuidarte más, sabes que te puedes fracturar y que ya no vas a sanar con la misma rapidez de antes. Ya no saltas las bardas tan fácilmente. Antes con una mano pasabas una; ahora tienes que poner las dos. Ya no soy tan joven como antes.

Juegas Pokemon Go, ¿cierto?
La tecnología va avanzando conmigo. No nací con la tecnología ya puesta; yo voy con la tecnología. Gente un poco mayor que yo me pregunta: "¿Qué estás haciendo?" Pues estoy jugando Pokemon Go. Porque cuando yo era chavo me toco jugar Pokemon y sabía qué era Pokemon. Para mí no es más que la evolución de los juegos que jugábamos. Tal vez lo único que no hago, como lo hacen los chicos ahora, es ver mi vida a través del celular. Yo no soy de los que va al concierto y lo ve a través del teléfono.

¿No ser tan joven también tiene sus ventajas?
Sí. Cuando llegas a esta edad te das cuenta que no eres tan inmortal. Ya tus amigos se mueren, por una u otra cosa: por una enfermedad, por un accidente. Ya sufriste pérdidas muy cercanas. Las que más duelen son las de los amigos porque son de la edad. Pero también, por lo mismo, disfrutas más la vida, porque sabes que no es eterna. Los problemas se resuelven, si no, no son problemas. Yo sé que se van a resolver con el tiempo. Puedo ir a cualquier parte del país y puedo seguir conectado y haciendo lo que me gusta. Sabes que todo pasa, que nada es estático.

Publicidad

SONY, 37 AÑOS

VICE: ¿En qué momento notaste que ya no eres tan joven?
Sony: Hace unos meses me di cuenta que estaba embarazada, así que fui a atenderme al Hospital de Perinatología. Yo pensaba que me iban a aceptar en ese hospital porque traía una complicación, porque ahí sólo atienden embarazos de alto riesgo. Cuando me hicieron la evaluación, el médico que me estaba atendiendo, quien revisó mis papeles, me hizo algunas preguntas, entre ellas la edad. Se la dije y vi que en su computadora anotó, para mi ingreso en el hospital, que soy una persona con edad "madura avanzada". Ahí fue cuando dije: "¡Chin!, soy una anciana embarazada". Entonces mis 37 años cayeron como un balde de agua fría, porque te das cuenta que ya no entras en los parámetros médicos de ser tan joven para tener un hijo.

¿Físicamente cómo te sientes?
Me siento súper bien. He podido hacer mis actividades, salir a hacer cosas. De hecho corrí un maratón embarazada, en Torreón. No sabía que lo estaba, y lo hice sin ninguna complicación, sin ningún problema. Me siento bien. Pero esa simple etiqueta de "edad madura avanzada" hace que te caigan los años y dices: "ya soy grande, dejé de ser joven".

¿El embarazo no te hizo sentir como señora?
No. Yo me sentía como una chavita de 25 años que de pronto ¡pum!, quedó embarazada, como un accidente. Nunca me sentí como una señora. Aunque a veces los niños, que son muy sinceros, te dicen: "Señora ¿me pasa tal cosa?" o "señora, ¿me da la hora por favor?" Pero no me afectaba. Sin embargo, esta vez sí me trajo algunas consecuencias porque eso implicó que me mandarán a hacer más estudios, que me tuvieran más controlada, porque para los médicos, mi edad hace que mi embarazo sea considerado de alto riesgo, aunque yo no me sienta así.

Publicidad

¿Qué cambió en tú vida cuando viste lo que implicaba tener 37 años?
Me di cuenta que un embarazo de alto riesgo, como el mío, implica tener más cuidados. Por ejemplo, tuve más cuidado en mi alimentación, en el calzado que utilizo, empecé a usar más tenis y ropa más cómoda después que me detectaron el embarazo. Dejé de correr, de hecho, empecé a trotar porque me decían que si este embarazo iba bien hasta ahorita, no podía arriesgarme a que se complicara.

¿Cómo se vive un embarazo a los 37 años?
Investigo más sobre algunos temas para tener un panorama más amplio. No sólo me quedo con lo que me dice la gente, sino que leo y empiezo a investigar en internet. Eso ha hecho una diferencia. En las consultas para el control del embarazo, me doy cuenta. Veo que van niñas embarazadas, de verdad niñas, chicas de 15, que no rebasan la mayoría de edad o que a lo mucho tendrán 20 años. Van con sus novios y las ves revisando la placa del ultrasonido muy emocionadas, ilusionadas porque se les hace muy sencillo. Cuando yo me enteré que estaba embarazada sí dije: "Espérenme tantito, ¿qué pasó?" Lo asimilas de otra manera porque sabes que esto conlleva una responsabilidad más grande. De chavo no sabes que vas a adquirir esa responsabilidad. Tomo conciencia de que ya no soy tan joven y me tengo que cuidar un poco más. Es lo único. Ya no espero que mi mamá o alguien me prepare de desayunar o me recuerde que tengo que tomar las vitaminas para el embarazo o debo hacerme tal estudio. Todo lo tengo muy bien organizado y calendarizado. Si tuviera 20 años tal vez hubiera dicho: "Ah, ya me embaracé, no pasa nada".

Publicidad

La edad me ha ayudado a llevar mejor el embarazo, a informarme y tomarlo de la mejor manera.

J.R.G. 31 años

VICE: ¿Recuerdas el momento en que te diste cuenta que ya no eres joven?
J.R.G: No puedo decir que fue en un momento, sino que son varios sucesos en mi vida que recurrentemente me recuerdan que ya no estoy chavo. El primero fue un día en Walmart, estaba en la fila para pagar. Me tomé dos segundos para ver el contenido de mi carrito y justo en la parte donde sientan a los bebes observé lo que estaba comprando: dos botella de cinco litros de detergente, una para ropa oscura y otra para la de color, una botella de suavizante de telas y otra de aromatizante para pisos. Me dio un shock. La mayoría de mis visitas al supermercado eran para comprar botellas de alcohol y botanas. Ahora había cambiado todo el contenido de mi carrito. Sustituí las botellas de ron blanco, ron oscuro, vodka, jugos de piña, coca y hielos, por botellas para el lavado de la ropa.

Ir al supermercado solo es muestra de madurez.
Odio los supermercados. Ahí me di cuenta que ya no estaba tan chavo. Cuando llegaba a la línea de salchichería a pedir mi cuarto de jamón de pavo ahumado, venía la peor frase del mundo, en realidad me desagrada: "¿Es todo lo que va llevar, señor?" No soporto que me digan señor. Ya después me fui acostumbrando al cerillo, a la cajera, al viene-viene: "Gracias, señor". Es una frase que ocasiona cierto descontento en mi ser, con la que he tenido que aprender a vivir.

Publicidad

¿Físicamente has notado algún cambio?
Sí. Fui al médico a tratarme una conjuntivitis y me diagnosticaron miopía y astigmatismo, muy ligeras, pero sí tengo que utilizar lentes. Yo que casi no usaba medicinas o cuando me enfermaba de gripa en dos días estaba como nuevo, que las crudas no me hacían y que sólo asistía al médico si acaso una vez al año, ahora tengo que usar lentes. En verdad es un ligero impacto a mi alma joven.

¿Cómo te diviertes ahora que ya eres viejo?
Cuando era joven, entre los 18 y 25 años, era amante del rock y todo lo que tenía que ver con un lugar donde la música sonara en vivo, la batería tronara a más no poder y que no te pudieras comunicar con los amigos que asistías. No sé qué pasó que de pronto ya no son de mi agrado esos lugares. Encontré mayor satisfacción por un barecito donde toquen jazz en vivo. En esencia es igual: alcohol y música en vivo. Sin embargo, los decibeles no son los mismos, ahora sí se puede charlar y hasta pides una botanita, estilo picada, para mejorar el momento.

¿Por qué te causa conflicto ya no ser chavo?
Porque la vida de señor es aburrida. Siento que no paso de los 25 años donde todo era risa y diversión. Fue una de mis mejores etapas y así quiero vivir toda mi vida.

KATHERINE, 42 AÑOS

VICE: ¿Recuerdas el momento en que descubriste que ya no eras tan joven?
Katherine: Fueron muchos sucesos. La primera vez que me di cuenta fue cuando alguien me dijo en la calle "Señora". Ese fue el primer golpe. Quedé paralizada, fue terrible. Lo miré con cara de odio. "¿Cómo se te ocurre decirme señora? ¡Desubicado!". Para mí la señoras son las mujeres de 60 o 70, no yo. Después, en el ámbito físico, cuando me salió la primera cana… abajo. Eso fue horrible, dije "¡No! ¡Se me está muriendo!" Fue atroz. Y después las sensaciones. De un momento para otro, todos los días me dolía algo, la cabeza, la espalda, el cuello, las manos. Ahora me siento más cansada, me da sueño más temprano, me despierto más temprano. Las conversaciones con los amigos comienzan a girar en torno a los hijos, a temas asociados a lo caro que es el sistema de salud, lo complicado que es el sistema de pensiones. Ya discutes cotidianamente temas que son de personas adultas.

¿Qué edad tenías cuando te pegó esa realidad
Empezó entre los 33 y 35 años. Ahí fue el cachetazo. Fue duro porque yo me siento joven de alma pero el cuerpo no me acompaña. Ya no es lo mismo. Por ejemplo a los 20 yo podía pasar dos o tres noches de fiesta y al otro día iba a estudiar o a trabajar si ningún problema. Sí, con un poco de dolor de cabeza o sed, pero aparte de eso nada. Pero ahora me voy en una borrachera y me siento pésimo tres días seguidos.

¿Cómo ha cambiado desde entonces tu vida?
Bueno, ahora vas a una fiesta y los amigos deciden hacerla a la hora del almuerzo. Unas carnes asadas a la una de la tarde. Estamos todo el día y llegar a tu casa a las 10 de la noche es maravilloso porque te puedes acostar tranquilo. Igual tomas trago, pero si te acuestas a las 10 de la noche, al otro día te puedes levantar sin ningún problema. Un panorama ideal de un viernes es acostarme temprano, ya no salir a bailar, no salir con tantos amigos. De hecho, el círculo de amigos disminuye, se va achicando y se va haciendo más familiar. Los niveles de sexualidad y de calentura a los 20 años eran ¡guau!, podíamos todos los días, muchas veces al día, cada vez que podíamos. Y ahora nos decimos: "Durmamos mejor, lo dejamos para la mañana". ¡Y estamos de acuerdo, además!, porque estamos cansados, después de trabajar todo el día, en la noche haciendo otro tipo de trabajo para generar más dinero. Es rico dormir abrazados y nada más. La cama también es para dormir.

Ser viejo debe tener ventajas
Yo tengo una hija de 20 años, fui mamá muy joven, y es genial la relación que tenemos. Podemos salir juntas, tenemos temas de conversación en común, generacionalmente no estamos tan alejadas, porque por mi trabajo yo estoy al día con el tema tecnológico, con las redes sociales. Tengo 42 años y puedo irme a cualquier parte. No tengo que darle explicaciones a nadie ni tengo de qué preocuparme, por ejemplo, de con quién voy a dejar a los niños, porque mi hija ya se queda sola. Puedo hacer mi vida tranquila. Lo que no pude disfrutar cuando tenía 20 lo estoy haciendo ahora, como irme de viaje a Cuba. A esta edad tienes una estabilidad económica que no tenías a los 20 y que te permite tener proyectos de vida. Yo tengo ganas de hacer una maestría, un doctorado y puedo costearlo, puedo organizar mis gastos y tener ese proyecto, o irme de viaje o comprar algún tipo de vivienda. La independencia económica también tiene que ver con esta sensación de vejez, como de estabilidad.

¿La madurez genera algún miedo?
Sí. A mí me da miedo tener problemas de salud por mi sobrepeso. No es lo mismo tener sobrepeso a los 20 años que a los 42. Tengo mucho más riesgo. Me da miedo lo que le pueda pasar a los más viejos que yo. Siento que entre más envejezco, mis padres, mi entorno también lo hacen, por lo tanto también me acerco a la muerte de una u otra manera.

@MemoMan_

@CronicasAsfalto