
Siempre es un placer hablar con un fino artista del escape.Y es que hay que verlo arriba, libre de todo personaje.En el escenario, este experto conductor de noches y mañoso domador de máquinas, se mete en problemas. Espontáneo, coge el micrófono y comienza a tararear lo primero que se le viene a la cabeza. Y entonces se samplea y se loopea una y otra vez. Y le pega a la percu como desesperado. Y entonces al rato entra en trance. Entramos, digo, pues nos tiene a todos bailando, no techno ni house ni el último eructo de basement londinense o de aliento minimalista alemán, sino algo parecido, pero con un algo medio ronda infantil, balbuceo submarino, verborrea pop, paisaje suramericano…Matías siempre se elude.Hasta de casa.Nacido en Chile y criado en Perú y en Alemania, vivió su juventud en Colonia justo cuando estallaba la electrónica germana de la mano de Kompakt, sello definitivo y generacional que pronto se convertiría en la casa de sus curiosidades musicales. Con estaciones en lugares como Argentina y Francia, cultivó un espíritu transnacional que años después inyectaría en Cómeme, un label propio que, gracias a su joven y colorido roster de artistas (entre los que se incluyen varios paisas como Glad Kazuka, Sano y Dany F), pero sobre todo, a su política anárquica (conocidas son sus fiestas callejeras im promptu), a su carácter de laboratorio colaborativo, a sus transmisiones tipo emisora pirata y a su actitud hago-lo-que-se-me-da-la-gana, se ha convertido en uno de los sellos más agalludos de los últimos años.
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