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Cultură

Hablamos con uno de los españoles que bailó en honor a Kim Jong-un en Corea del Norte

Xavi Benaque era uno de los integrantes del grupo de bailarines españoles que actúo delante Ministro de Cultura de Kim Jong-un.

Todas las fotos cortesía de Xavi Benaque

De Corea del Norte sabemos un par de cosas en VICE. Tenemos un guía del país muy completa y también nuestro jefe Shane Smith se coló en los campos de trabajo del país.

Nos resulta apasionante todo lo que rodea al reino de Kim Jong-un, un país en el que se producen ensayos nucleares, el pueblo vive en una situación precaria no, lo siguiente, y se ajusticia a todo aquel que se sale del rebaño. Bueno, quizá con intentarlo ya vale para acabar condenado. Por eso, cuando nos enteramos de que una compañía de danza española había sido invitada para actuar en Corea del Norte, intentamos localizar a uno de sus integrantes, para que nos hablara sobre el país y sobre la visita.

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Xavi Benaque García (Barcelona, 1991), bailarín de danza española y ballet clásico, formó parte de la expedición de diez artistas (junto con sus representantes) que a primeros de este mes (del 9 al 19) visitaron el reino hermitaño para participar en un festival artístico, que reunía a gente de varios países del mundo.

En total realizaron seis funciones de un espectáculo que mezclaba baile, copla y raíces españolas. Por lo visto, al público le gustó bastante, y también a los organizadores del evento, que pagaban todos los gastos. El Ministro de Cultura se pasó por una de sus funciones, y pudieron comprobar la veneración (obligada) que profesa el pueblo por los que les mandan. Vamos a hablar con Xavi para ver cómo Corea del Norte parece una reproducción del plató de El Show de Truman. Bienvenidos a la telerrealidad del siglo XXI.

VICE: ¿Cómo acabas bailando en Corea del Norte?

Xavi Benaque: Yo soy bailarín profesional freelance, me muevo independientemente. He estado cinco años en el Ballet Nacional de España y ahora estoy en la Compañía Nacional de Danza, que es la otra más importante. Me puedo mover en el flamenco, en la danza española y en el clásico.

Recibí la llamada de una amiga diciéndome que estaban buscando gente para ir a un gira a Corea del Norte. La chica que estaba haciendo la búsqueda tiene una compañía y hace coreografías, trabaja habitualmente por la Comunidad de Madrid. Pero todo empezó con Tomy Lara, el que fuera representante de Sara Montiel, que conoció al embajador de Corea del Norte en España y en una conversación surgió el tema de un festival que se celebra allí cada año, con varios países invitados para mostrar parte de su cultura.

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Se lleva haciendo 30 años, y le propuso a Tomy llevar algo de España. Esta es la explicación del viaje a Corea.

Y cuando te dicen el destino al que vas a ir, ¿qué se te pasa por la cabeza?

La primera reacción es: "¿Estás seguro de que es Corea del Norte? ¿No será del Sur? A mí me gusta mucho viajar, conozco bien Asia y pensé que era una buena oportunidad para visitar un país al que es muy difícil acceder. Y a mí me gusta vivir experiencias, más allá de lo que me pueda repercutir a nivel económico.

Al principio estaba envalentonado y cuando pasaba el tiempo y se acercaba el día, y todo el mundo te dice si estás seguro… También escuchas noticias, como que acaban de tener un problema con Japón, un simulacro para mantener la tensión. No tuve miedo, pero sí me creó cierto respeto.

Apareció el Ministro de Cultura, y cuando entró en el teatro todo el mundo se levantó y comenzó a aplaudir. Nosotros también lo hicimos, aunque nos sabíamos a quién estábamos aplaudiendo

Sabía que como ellos tratan de dar una imagen de país mejor de lo que es, estaba seguro que nos iban a tratar de maravilla para que habláramos bien.

¿Ha sido así?

Desde luego. He podido conocer una Pyongyang relativamente moderna, con edificios grandes, aunque lujosos no, porque son las típicas construcciones comunistas. Todo como muy serio.

¿Los coreanos cómo os aceptaron? ¿Cómo son como público?

Llevábamos un espectáculo con dos cantantes de copla y luego el ballet que teníamos números con ellos y propios. Es un público muy agradecido. Nosotros hemos tenido un traductor, una persona muy bien preparada porque nos contó que en la Universidad tienen que estudiar dos idiomas.

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Hablaba perfectamente español y, por supuesto, no había salido nunca de su país. Él nos acompañó durante los diez días en Corea, nos traducía, nos decía cómo teníamos que vestir según las excursión que tuviéramos y cosas así.

¿Conectaban con las raíces españolas? ¿Llevaban el ritmo?

La verdad es que hemos tenido muy buena recepción, de hecho nos hemos llevado tres medallas de oro… Había representantes de varios países —Rusia, Chipre, Biolorrusia, Francia, Italia…—, aunque vas como invitado y es una competición, sí hay un comité que recorre los teatros y decide dar como un premio simbólico, un reconocimiento. Uno de los números que llevábamos eran las "coplillas del olé", que tienen un estribillo pegadizo, que engancha: "y olé, con olé, olé y olá". El resto de participantes, cuando coincidíamos en el hotel, nos la cantaban.

¿En algún momento apareció por el teatro Kim Jong-un?

Yo no lo vi, sí apareció el Ministro de Cultura, y cuando entró en el teatro todo el mundo se levantó y comenzó a aplaudir. Nosotros también lo hicimos, aunque nos sabíamos a quién estábamos aplaudiendo. Luego ya te llega la información sobre quién era esta persona.

¿Es difícil entrar en Corea, hay muchas medidas de seguridad?

A nivel de producción, cuando viajas, estás acostumbrado a recibir un plan de gira. Te avisan de todo, de vuelos y demás, con un tiempo de antelación relativamente largo. Y todo esto de Corea se ha gestado en el último momento, no sabíamos qué día íbamos a volar, ni el hotel en el que nos quedábamos hasta que faltaban pocos días.

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Van con mucho cuidado, porque traer gente de fuera para ellos es una forma de contaminación cultural, y van con mucha cautela, la información que te dan es a cuentagotas

Le preguntábamos a Tomy y nos decía que no tenía la información. Todo allí es muy top-secret y a una semana de irnos nos enteramos de la hora del vuelo. Nosotros dimos los pasaportes y nos hicieron el visado, no hubo ni entrevista ni nada. Fuimos vía París y Moscú, y al llegar a Rusia nos encontramos con otros países.

Pyongyang tiene un aeropuerto pequeñito pero moderno, con dos terminales, y al bajar del avión nos llevaron a una de ellas. Pasas el control de aduana, luego recoges las maletas y pasas otro control de equipaje.

Allí nos pidieron los móviles y los dispositivos electrónicos para que les enseñáramos la galería de imágenes, supusimos que era para ver si habíamos hecho fotos desde el avión.

¿Luego pudiste utilizar tu móvil?

En Corea del Norte no hay internet, pasa a ser un aparato inútil. Tampoco hay cobertura móvil. Teníamos una salita para llamar por teléfono (a 2,30 euros el minuto) y para mandar mails (3 euros por correo). A la hora de tomar fotos, ellos te dicen dónde hacerlas y qué sacar. Yo he visto lo que ellos han querido que viera. Yo lo asemejo a la película de El Show de Truman. Todo artificial y preparado. Muy organizado. Saben qué responder ante cada pregunta que les haces. Van con mucho cuidado, porque traer gente de fuera para ellos es una forma de contaminación cultural, y van con mucha cautela, la información que te dan es a cuentagotas.

Muchas gracias Xavi.