"Hay que librar a la sociedad de esos gérmenes": el odio hacia los refugiados homosexuales

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Identidad

"Hay que librar a la sociedad de esos gérmenes": el odio hacia los refugiados homosexuales

"Mucha gente de mi país también ha venido aquí, trayendo consigo su rechazo a los gais".

Viajas 3.000 kilómetros y cuando llegas a tu destino todo es exactamente igual que en casa: ¿refugiados homosexuales que salen del armario en Alemania? Ni pensarlo. Siguen teniendo miedo exactamente de las mismas personas que temían en sus países de origen.

Se hace llamar Alex en internet, en los chats y cuando busca citas. No revela su verdadero nombre porque Alex es un refugiado gay de Siria. Incluso en Alemania, donde se supone que debería sentirse seguro, Alex no se atreve a salir del armario y sigue ocultándose, mintiendo… como en Siria.

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No es fácil contactar con Alex. Costó varias semanas conseguir su número de teléfono y organizar un encuentro, pero finalmente logramos reunirnos con él en Bochum, en el oeste de Alemania.

Es un chico corpulento, de treinta y tantos años y un corte de pelo muy cuidado. Viste unos vaqueros y una chaqueta oscura que le dan un aspecto de segurata. Sin embargo, resulta ser bastante tímido y reservado. Me da un rápido apretón de manos. Alex se marchó huyendo de la guerra de Siria y porque sus amigos se enteraron de que es gay, lo cual es totalmente inadmisible en su familia. Había estado ocultándolo todo el tiempo y, tras enterarse sus amigos, tuvo que marcharse de inmediato.

¿Y en Alemania? Sigue ocultando su condición. «Porque mucha gente de mi país también ha venido aquí, trayendo consigo su rechazo a los gais», explica Alex.

Alex está sentado en el borde del sofá mientras hablamos. Habla pausadamente, con sinceridad y rigor. En Siria estudió Económicas y trabajaba en un hotel de lujo frecuentado por extranjeros. Se ganaba un sueldo y de vez en cuando conocía a otros homosexuales. La homosexualidad está penada en Siria, cuya legislación la califica de «antinatural». Bajo el régimen de Assad, los infractores pueden enfrentarse a hasta tres años de prisión. En el autodenominado Estado Islámico, la sentencia es la muerte.

Alex continuamente nos pide que no utilicemos su verdadero nombre. Actualmente, sus hermanos también viven en Alemania. Los va a visitar de vez en cuando, pero no deben conocer su orientación sexual. Eso mancharía el honor de su familia, que lo repudiaría de inmediato.

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Los solicitantes de asilo llegan a Europa a través de la ruta de los Balcanes o por el Mediterráneo y entre sus pocas pertenencias suelen llevar consigo las convicciones de dudosa respetabilidad que predominan en sus países de origen y de las cuales Alex es víctima directa. Según afirma, la mayoría de los árabes son conservadores. «Los gais les dan asco. Dicen que hay que librar a la sociedad de esos gérmenes». Obviamente, nadie sabe que él es «uno de ellos».

La situación es bastante complicada en los albergues para refugiados, donde completos desconocidos se ven obligados a convivir hacinados en un espacio muy reducido. Diversas denuncias en Berlín y Dresde ponen de manifiesto que la violencia contra los gais continúa en estos lugares. Lamentablemente, la mayoría de los casos no acaba en denuncias, según los representantes de diversas asociaciones LGBT* con los que hablé. Berlín es el primer estado alemán que ha tomado medidas ante estas agresiones. Según ha informado el departamento para la integración de Berlín, al parecer se va a establecer un albergue exclusivo para refugiados homosexuales y transexuales.

Actualmente, Alex vive en un piso en Alemania occidental. Desea que se establezca la paz en su país y poder hacer lo que le apetezca. La mayoría de las personas con las que se relaciona, tanto refugiados como alemanes, no tienen ni idea de que es homosexual.

Mucha gente de mi país también ha venido aquí, trayendo consigo su rechazo a los gais.

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Son pocas las ocasiones que Alex tiene de charlar con personas afines a él. A veces acude al centro de orientación Rosa Strippe, en Bocum, donde se celebra una reunión para refugiados y refugiadas homosexuales una vez por semana. Charlas sobre fútbol, viajes, etc. La clave es que todo sea natural. A las charlas siempre acude la orientadora profesional Nicole Ulrich, quien se encarga de aclarar ciertos puntos: en Alemania, los asistentes pueden hablar abiertamente de su sexualidad y pueden coger a su pareja de la mano en público. Además, ir a locales gais no se considera un pecado. «Es importante que conozcan la libertad de que disponen en este país», explica Ulrich.

Por otro lado, Ulrich ofrece orientación a Alex y al resto sobre otro tema delicado: la solicitud de asilo. Según la legislación de la UE, el hostigamiento por la orientación sexual es motivo para ser beneficiario de asilo, del mismo modo que la persecución por razones políticas. Sin embargo, en la práctica es mucho más difícil que esto ocurra, ya que la cuestión es: ¿cómo demuestro que soy homosexual?

Este aspecto se intenta solventar en las entrevistas individuales que se realizan a todo solicitante de asilo en la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados. Todo se reduce a la credibilidad que el funcionario de turno le dé a la historia.

Normalmente, los solicitantes «perseguidos políticamente» tienen documentos oficiales que lo prueban y los muestran con orgullo. Las personas que abandonan sus países de origen por su orientación sexual están en la categoría de «miembros de un colectivo social perseguido». Esto implica que han sido víctimas de una violación de sus derechos y de discriminación. No se incluye la persecución por ideología política, ya que tiene su propia categoría. Por miedo y vergüenza, muchas veces los entrevistados se muestran dubitativos y acaban por dar versiones contradictorias de su historia. A ello contribuye también la percepción negativa que suelen tener de los funcionarios, la policía y los intérpretes. Como consecuencia, «vacilan mucho, resultan menos creíbles y corren el riesgo de ser deportados», resume Claus Jetz, miembro de una asociación de gais y lesbianas de Colonia.

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Para la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados, «creíble» implica la «exposición concreta y convincente de hechos con detalles exactos». No obstante, la institución señala que siempre se tienen en cuenta la dignidad humana.

Desde 2014, las pruebas en vídeo o fotografía no están permitidas en la UE. Anteriormente, la República Checa se servía de pruebas de erección con vídeos pornográficos y mediciones del flujo sanguíneo. Actualmente está prohibido incluso formular preguntas de carácter íntimo. En teoría. Nicole Ulrich afirma que estas prácticas siguen siendo comunes. «Tengo constancia de que siguen utilizándose métodos muy cuestionables. Se pide a los solicitantes que den cuenta de su sexualidad en condiciones repugnantes».

Las organizaciones de gais y lesbianas exigen que las personas que deben decidir sobre la veracidad de estas historias tengan la preparación adecuada, así como los intérpretes, quienes suelen desempeñar un papel clave en las entrevistas.

La Oficina Federal para la Migración y los Refugiados no lleva un registro del número de personas que solicitan asilo alegando su homosexualidad, pero sí observan el país de origen de los solicitantes. En Irán, por ejemplo, la situación es clara: ser homosexual allí se paga con la muerte. En otros países no resulta tan fácil, y Jetz critica la falta de criterio de este organismo respecto a otros países. El ministerio no respondió a nuestras preguntas. Así, para ellos, Senegal y Gana son «países de origen seguros», pese a que en ambos casos la homosexualidad también es ilegal y está penada con prisión, por no mencionar la condena social a la que se ven sometidos los gais.

A Alex también le entrevistaron cuando solicitó asilo y tampoco les contó toda la verdad. Justificó su petición en la guerra civil de Siria y solo hizo vagas referencias al hecho de pertenecer a un «grupo social perseguido». No dijo ni una palabra de que era gay, lo que significa que cuando la guerra acabe, podrían enviarlo de vuelta a su país.

Traducción por Mario Abad.