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Cultură

De matemáticos, escritores y otros autistas

A Juan Soto Ivars le suda la polla haber escrito un thriller.

Esos dos últimos años, el secreto a voces en Barcelona ha sido que un joven rubio y guapín iba a poner patas arriba la industria de la literatura del país con su novela de debut. Aunque es cierto que la mayoría de las veces era el propio escritor quien se dedicaba a pregonar el secreto, se quedó con todo el mundo cuando, tras seis meses de retiro espiritual en Murcia, Soto volvió anunciando que había escrito un thriller y que Ediciónes B lo iba a sacar. Ha sido como un gran corte de mangas a las editoriales indie y, como por aquí nos placen los cortes de manga, le encargamos a su secuaz –y también esperadísimo escritor– Manuel Astur esta entrevista.

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Vice: ¿En serio la tía estaba tan buena?

Juan Soto Ivars: Mira, cuando a un músico le sale por la culata un romance, normalmente escribe una canción llorona y tiene una nueva remesa de groupies. A mí me ha salido una novela de 400 páginas.

¿Me estás diciendo que escribes para que te adoren? 

En este caso concreto, más bien para ver por qué cojones adoraba yo. Se me ha olvidado decirte que para tener groupies con la escritura es más práctico abrir un blog que escribir un libro. Los libros son caros y la foto del autor es seria y pequeña.

Ah, vale, no vaya a ser que alguien te tome por un vanidoso… Lo que se espera de un autor nuevo e indie es una novela más "artística" y personal, y tú vas y escribes un thriller. ¿Lo has hecho por llevar la contraria?

En mi caso, la vida tiene forma de novela de misterio. Joder, el misterio es lo que mueve la realidad, ¿o tú sabes por qué te has levantado de mal humor o por qué de pronto estás flamante y sintiéndote genial en un antro de mala muerte? ¿Cuál es la explicación? El misterio toma decisiones por nosotros. Digan lo que digan, escribir es contar algo a alguien, y para contar cosas necesitas hacerlo de la forma más interesante y más bella, necesitas que quien te está escuchando se conmueva para llevarlo a tu terreno. Eso es el arte, el thriller no sé qué es. Por culpa de mirarse el culo con un espejo, muchos autores noveles acaban escribiendo libros más artríticos que artísticos.

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¿Pretendes vender? 

No veo cómo se puede pretender vender. Vender depende de demasiadas cosas. Para vender, mejor fabricar goma. Desearía vender, claro que sí. Fantaseo con ello, sobre todo si vender es ser leído por mucha gente. Hay vanidad en esto, pero me leo con exigencia. Hay por ahí autores que dicen que el lector es imbécil porque no se interesa por sus libros. Son tantos, que al final parece que nos hemos vuelto todos locos y no queremos que nos lean. Una buena editora española dijo en una entrevista que le avergonzaría publicar un best-seller. Obviamente, decir eso es intentar captar al mercado indie y en ese sentido es respetable, pero la consecuencia de que haya tanta gente respetable llamando idiotas a los lectores genera una mentalidad muy mediocre. No creo que vender sea un pecado capital sólo porque la gente lee en masa ese truño llamado El Secreto.
He publicado la novela en una editorial comercial. Estoy seguro de que la mayoría de los libros de mi editorial tienen una repercusión de ventas más bien modesta. Si un escritor supiera cuál es el secreto del éxito, no habría estanterías en Ikea para soportar tanta obra maestra.

Da la sensación de que ser ambicioso y soñar con llegar al mayor número de lectores posible sea un pecado imperdonable, como si tuvieran miedo de que salieras del redil de la independencia cuando en realidad no hay mayor muestra de independencia. ¿Estamos volviéndonos locos o qué pasa?

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Yo cambio el respeto de ochenta gafapastas por un Premio Planeta. Mira, a mí también me jode que los libros que me gustan estén frecuentemente escondidos y no en pilas enormes. La lectura tiene muchos enemigos, la tele, internet, las copas, la droga, los malos escritores… Pero también la pose victimista de los intelectuales. Se están publicando verdaderas genialidades que no llegan a los lectores, pero otras genialidades sí que se venden bien. Cada cual tiene que plantearse qué se ha hecho mal, y tener siempre claro que el lector es una ruleta rusa. Pero de ahí a aceptar el axioma por el que vender (como hace Marías) es vergonzoso… Si uno tiene la oportunidad, por mínima que sea, de que su obra se difunda a lo grande (lo que no es mi caso, por cierto) tiene que ser imbécil para parir un texto mediocre.

Lo que más me llama la atención de tu novela es la intensidad lingüística, el acerado lirismo que destila la voz narrativa, cosa poco común hoy en día. ¿Practicas, como algunos dicen despectivamente, eso que llaman “pornografía emocional”?

No tengo ni idea de por qué escribo así, igual que no sé por qué la otra noche acabé lanzando una rata muerta a un balcón. Yo empiezo y sé más o menos por dónde van los tiros, y a la media hora estoy en calzoncillos delante del ordenador y los tiros han hecho volar varias cabezas. Se me va de las manos la escritura y traiciono los planes que tenía. Es como darle anfetaminas a un broker de bolsa.

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Mmmm… alguna idea tendrás sobre tu estilo ¿Eres tu mejor lector?

Cuando releo soy muy crítico o muy autocomplaciente. La meta es volver a coger el texto a los pocos días y decir “¿Quién es el autor de esta maravilla?”. Aunque muchas veces me pregunto qué batracio ha balbucido esas líneas y dan ganas de darse un cabezazo contra el teclado. Una cosa que hacía era poner fragmentos en Facebook sin decir qué eran y calibrar su calidad en función de la respuesta de gente que respeto. Sin saberlo, tú mismo diste el visto bueno a frases del libro. Supongo que eso delata mi preocupación por el lector. La pasión no la oculto: me apasiona leer ciertas cosas y tengo la sensación de que el lector pleno es el apasionado.

En una ocasión decías que te preocupaban bastante tus estados anímicos a la hora de escribir, que estos no afectaran tu literatura. ¿Has conseguido librarte de ellos? ¿Por eso te aislaste medio año en un pueblucho de Murcia sin acceso a Internet? 

Ahora no me afectan tanto. Me aislé en Águilas para no salir de fiesta. Todas las tardes me iba a un bar cojonudo que hay en el edificio del antiguo casino decimonónico y a las 10 de la noche aquello era un hervidero y yo estaba totalmente borracho. Poco después de empezar el libro conocí a la chica que inspiraría el personaje femenino, y 10 días antes de acabar el libro lo dejamos estrepitosamente. Fue perfecto para escribir. Planteamiento, nudo y desenlace. Iba recogiendo lo sembrado, pero germinaba a toda velocidad.

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Joder, has contestado a mi siguiente pregunta, que es otro tópico encantador. ¿Qué hay de autobiográfico en esta novela? ¿Te sientes en ocasiones un autista genial aislado del mundo, como Perelmán? 

No me siento nada autista, al revés. Precisamente de la convivencia con una actitud autista vino la idea de usar al matemático Grigori Perelmán como halcón maltés en la novela. Es decir: ¿cómo reaccionas cuando el centro de tu universo no coge el teléfono o no contesta a tus preguntas? Nos ha pasado a todos. Ese amigo, esa pareja que no contesta, que progresivamente se va callando y no otorga nada de nada. Lo más autobiográfico que tiene el libro me parece algo común a casi todo el mundo: es desquiciante convivir con alguien que no te da respuestas. Te transforma. Te vuelve loco. Perelmán ha sido la herramienta para explorar esta situación.

En tu novela hay una serie de temas universales que se repiten y sobre los que reflexionas constantemente: la mentira, la ignorancia como forma de paz, la incomunicación, el amor… Quien te conozca tendrá una imagen de ti como una persona cínica y divertida pero una vez te lea estoy seguro de que se sorprenderá por la total falta de cinismo e incluso, en ocasiones, tu cercanía al romanticismo y la utopía. ¿Cuáles de esos dos Juanes eres tú? ¿Un romántico o un mentiroso?

Hay gente, como la protagonista de la novela, obsesionada con "encontrarse a sí misma". Yo no tengo el menor interés por responder a esas preguntas que tú me haces y que mucha gente se hace a sí misma sin parar. En Facebook o Twitter me sale decir cosas como "Mi madre abortó un año antes de que yo naciera, soy el segundo de aborto", y en la novela me infecto de intensidad. Igual que puedo estar escuchando Trentemoller y a los 10 minutos naufragar en Wagner y pasarme así una semana. ¿No dicen que en Marruecos ha ganado las elecciones el islamismo moderado? Pues eso, respetemos todas las paradojas.

¿Si fueras tu peor enemigo qué insultos te dedicarías?

Si fuera mi peor enemigo me liaría a hostias, con dos cojones, en lugar de poner esas mierdecillas anónimas tan inocuas en los blogs y el formspring.

¿Y si fueras tu novia qué te dirías?

Oh, pobrecito, ven, ¡yo te cuidaré!