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pobreza

Vivir con 400 euros: así es un día cuando estás en situación de pobreza

3,2 millones de personas viven en la pobreza severa en nuestro país. Antonia, que durante 4 años vivió en un Seat León, es una de ellas.
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fotografías de Davit Ruiz

Antonia tiene 53 años y durante cuatro vivió en un Seat León junto a su hermano. Solían aparcarlo en la Casa de Campo, donde se hicieron amigos del sargento de Policía y de los compañeros que patrullaban por la zona. Los fines de semana les llevaban churros y porras para desayunar. Cocinaban, dice Antonia mientras ríe, "como el gordo de corrupción en Miami se cocina las gambas": con una lata de alcohol de quemar, unas pocas piedras y un cazo encima. "Muchos platos me quedaban mucho mejor que en una cocina", comenta Antonia, que ya no vive en aquel León antiguo. Ahora tiene un techo y una encimera en la que cortar y unos fogones sobre los que poner los cazos.

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"A veces hasta se venía a comer una amiga, Ana, que también estaba en situación de calle y dormía en un albergue porque allí solo le daban de comer un bocadillo con cuatro lonchas de mortadela o salchichón, un caldo y una pieza de fruta. En todos los albergues es igual, la comida es muy precaria", dice. "Por eso mi hermano y yo preferíamos vivir en el coche".


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Antonia es una de las 3,2 millones de personas que están en situación de pobreza severa en nuestro país según el último Informe AROPE elaborado por EAPN. Eso significa que percibe menos de 4.261 euros al año, un 30% menos que la media española, situada en 14.203 euros. Vive con los 400 euros de la Renta Mínima de Inserción en un piso compartido de la Asociación Provivienda que le cuesta 130 euros al mes.

"A mí me da para vivir y hasta ahorro. Miro mucho el euro, sé cuánto puedo gastar. Para comer tengo un presupuesto de 60 euros al mes, aunque hay veces que llego a los 80 y otras que me gasto menos. Luego me cojo el abono de transporte, que me cuesta 54,60 y pago el móvil. Me suelen sobrar 200 euros si no tengo ningún imprevisto. Este mes por ejemplo me he comprado un abrigo, pero me ha costado cinco euros en el rastrillo del sábado de Aluche", cuenta.

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"Si te sabes apañar te da. Cuando tienes 400 euros para vivir al mes solo comes glutamato si no sabes cómo hacerlo. Comes patatas fritas, bollería o embutidos porque es lo más barato. Pero yo compro fruta, la que está más barata, eso sí, compro verdura de bote o congelada porque la fresca es más cara, como pescado, como carne…", dice Antonia mientras desayuna una taza de café en su piso de San Fermín, en Usera. "A este barrio venía a trabajar mi padre cuando yo era cría, se llamaba Las Carolinas y estaba lleno de fábricas: la Robert Bosch, Barreiros, Coca-Cola… luego se fueron yendo y mira cómo está ahora", dice Antonia, que afirma orgullosa que ella es "gata, gata". Creció en Marqués de Vadillo, en Carabanchel. "La zona atlética", dice. Y sonríe. Antonia sonríe mucho, y dudo que su alegría tenga que ver con el conformismo.

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Se casó y tuvo dos hijos. Su marido la maltrataba, lo denunció y se separó de él. "Entonces me metieron en lo que llaman casas ocultas. Él tenía una orden de alejamiento pero le daba igual. Aparecía y cuando llegaba la policía ya se había ido", cuenta. Cuando vivía en el Seat León con su hermano, que falleció el pasado mes de febrero, Antonia trabajaba como barrendera los fines de semana.

"Era la única que podía tener la zona de Tribunal limpio según me decían mis jefes porque los chavales me hacían caso cuando les decía que me echaran las botellas vacías y la basura en el carro durante los botellones. Algunos hasta me regalaban latas de Coca-Cola o botellas de Fanta cuando les sobraban", recuerda Antonia. "Mis jefes nunca supieron de mi situación, que duró desde 2010 hasta 2014. Yo iba limpia, iba en perfectas condiciones y hacía mi trabajo, así que no tenían por qué saberlo". Su último trabajo fue en 2016 en la EMT, haciendo una sustitución.

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Le pregunto cómo le explicaría a alguien que vive holgadamente cómo es estar en situación de pobreza y exclusión. "¿A alguien que vive en el Barrio de Salamanca aquí en Madrid, por ejemplo? Le diría simplemente que nos cambiáramos las vidas por un día. Que comprobara cómo es vivir con 400 euros. La última vez que estuve en ese barrio, que es uno de los más ricos de Madrid, me cobraron 2,75 por un café y me quedé jodida ya para todo el día. Vi una tienda en la que los abrigos costaban 200 y 300 euros y aluciné".

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El día a día de Antonia consiste en colaborar en dos asociaciones: Realidades, donde participa en los talleres de radio, en la creación de vídeos y escribe en el blog y EAPN, con quienes también participa en actividades como la creación de vídeos y que la han llevado a Barcelona, Canarias o Sevilla para participar como ponente en congresos. "Por las mañanas siempre tengo algo, voy a Realidades, hago papeleo, trabajo en el blog… y por las tardes me vuelvo a casa y me dedico a escribir o a repasar los textos. Me gusta colaborar porque creo que si yo he podido salir de la calle se puede salir de la calle", comenta Antonia, que, además, es voluntaria en Protección Civil. "Con ellos suelo ir sobre todo a carreras populares o de bicicletas. Ayudamos a cortar las calles, asistimos si hay algún accidente o alguna caída".

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El 26,6%, de la población española, un total de 12.338.187 personas, está en riesgo de pobreza y exclusión. "Pero la gente, sobre todo los jóvenes no se dan cuenta de la situación y de cómo vive alguna gente. Además, creo que lo que os pasa es que os dan trabajos a los que decís que no porque os pagan poco o consideráis que os pagan mal y que despilfarráis mucho. Os negáis a vivir acorde al dinero que tenéis: queréis unas zapatillas de marca, ropa de marca, el mejor móvil… Pero sobre todo es que la sociedad no se da cuenta de cómo vive mucha gente, de las situaciones tan duras que hay y de que somos muchos los que vivimos en situación de pobreza.

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Cuando me entero de que una mujer de 65 años se suicidó cuando iba a ser desahuciada se me cae el alma a los pies. Hay un montón de casas vacías, como la urbanización que hizo El Pocero en Seseña, que será lo próximo sobre lo que escriba en el blog de Realidades, y un montón de gente sin casa. Eso es tremendo", dice Antonia.

Cuando le pregunto si la pobreza y la exclusión le han afectado más, o le han afectado de un modo particular por ser mujer niega con la cabeza, se pone seria y me dice "a mí no, pero a muchísimas mujeres sí. Conozco muchísimos casos", añade, "de vejaciones, abusos y violaciones en la calle, incluso en albergues. La violencia machista, que yo también sufrí también está ahí y también causa muchas veces pobreza, pero yo por ejemplo nunca he tenido ningún problema ni ninguna agresión cuando estaba en situación de calle", concluye.

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Antes de despedirnos en su piso de Usera, en su cuarto lleno de peluches y recuerdos, donde cuelga un almanaque lleno de citas próximas, ponencias y cursos le pido a Antonia que me responda las dos últimas preguntas: qué es para ella la pobreza y qué es para ella la felicidad. Porque parece haberla alcanzado. Parece más satisfecha con su vida y desde luego sonríe más que cualquiera de los que vivimos con bastante más de 400 euros cualquier lunes.

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"Para mí la pobreza es no tener para comer y verte obligado a buscar en la basura como le ocurre a mi pareja. No tener un sueldo ni una renta mínima de inserción ni derecho a ella. La felicidad, tener cariño, relación con la gente a la que quieres, sentirte útil para con los demás y hacer el bien", responde. "También saber adaptarte a las situaciones pero saber que puedes salir de ellas. Mis padres, que murieron los dos, no saben que yo y mi hermano estuvimos viviendo en la calle", dice. Señala al cielo y añade "pero desde ahí arriba seguro que vieron que pudimos salir, que salimos de ello".

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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