Diario Fake news sobre Bolsonaro
Foto del periódico vía Flickr. Foto de Jair Bolsonaro: divulgación. Montaje: VICE Brasil.

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Politică

Los riesgos que Jair Bolsonaro representa para la prensa

Al deslegitimar el periodismo, Bolsonaro amenaza la libertad de prensa y da respaldo a las agresiones a reporteros.

Artículo publicado originalmente por VICE Brasil.

A principios de septiembre, publiqué un artículo sobre Eduardo Bolsonaro que tuvo gran repercusión. El texto, que ciertamente escribí con una buena dosis de ironía, discutía el pasado del ahora congresista más votado en la historia de Brasil como un joven de Río de Janeiro que a lo largo de 15 años se ha convertido en un reaccionario. El artículo tuvo un largo alcance y, al día siguiente, cuando abrí mi correo electrónico, media docena de simpatizantes de Eduardo y su padre me habían respondido con ofensas por el texto.

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Uno de los mensajes, titulado "Pasaporte para Venezuela", decía: "¡Acepta al Presidente Bolsonaro en 2019! "[Él] no está feliz con los fracasos de Brasil, pero no lo llena con artículos de bajo nivel". Otra era más personal: "Qué vergüenza. ¡Pésima periodista!"

Quedé sorprendida por los correos electrónicos, pero me di cuenta de que estaba lejos de ser la única periodista en recibir ataques por reportajes sobre la familia Bolsonaro. La reportera Amanda Lima, funcionaria de Rádio Missioneira, de la pequeña ciudad de São Luiz Gonzaga, al interior de Rio Grande do Sul, experimentó algo parecido recientemente. Después de haber hecho un reportaje sobre una comitiva en apoyo a Bolsonaro en el municipio, llegó a los oídos de uno de los superiores de Amanda que ella quería "sabotear" la manifestación. La acusación había sido hecha por el presidente local del PSL, partido de Bolsonaro, que la reportera no quiso identificar por su nombre.

"Él dijo que tenía imágenes mías en la policía, donde —en su mente— fui a pedir que no autorizaran la comitiva. Nunca acudí al lugar y, de todas formas, esas imágenes no podían divulgarse ni enviarse sin autorización", señala Amanda. "Cuando hablé con él [por WhatsApp] nuevamente, después de no haberlo encontrado en la sede del partido, él dijo que fue un descuido. Resulta que sabía que estaba equivocado, pero aún así siguió con la historia y no me informó a mí ni a mi jefe que era una mentira".

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La aversión de Jair Bolsonaro y sus aliados a la prensa no es noticia nueva. En julio, durante el programa Roda Viva, el entonces aspirante presidencial dijo ser víctima de las tan temidas "fake news" cuando lo cuestionaron sobre un reportaje del periódico suizo Genéve Tribune que lo acusaba de ser racista, misógino y homofóbico. El domingo 7 de octubre, cuando empezó a competir con Fernando Haddad (PT) para la presidencia en la segunda vuelta de las elecciones, Bolsonaro faltó a la conferencia de prensa realizada en un hotel en Barra da Tijuca, prefiriendo hacer una declaración en su página de Facebook, en la que prometía acabar con "todo el activismo" en Brasil.

El caso de amenazas a Amanda, junto con otros 136 similares, aparece en la lista de este año de ataques a periodistas en contextos políticos, partidarios y electorales, compilada por la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji, por sus siglas en portugués). De acuerdo con la lista, al menos 30 de los casos estaban relacionados con simpatizantes de Bolsonaro o se produjeron como reacción a reportajes sobre él. De acuerdo con el presidente de la asociación, Daniel Bramatti, el aumento de las agresiones y amenazas contra periodistas ha ocurrido desde las Jornadas de Junio de 2013, pero ha tenido algunos picos desde entonces, como la destitución de Dilma Rousseff de 2016 y la detención del ex presidente Lula a comienzos de 2018.

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"No me gustaría expresar alguna preocupación específica con respecto al candidato A o B, pero estamos preocupados por cualquier tipo de discurso que deslegitima a la prensa y sus profesionales", comenta Bramatti a VICE. "Nos manejamos con mucha preocupación cuando algún político acusa a la prensa de estar trabajando para esparcir informaciones falsas, o de estar favoreciendo a X o Y."

En noviembre de 2017, Bolsonaro criticó a la periodista Miriam Leitão del Globo por una columna publicada en el diario. "Míriam Leitão dice que Bolsonaro no sabe nada sobre economía. Ella le hace justicia al apellido" (Leitão significa lechón en portugués), publicó en Twitter. "Miriam Leitão, la marxista del ayer, sigue siendo la misma. Si llega, querrá lamer mis botas, como lo hizo con todos los que llegaron al poder. Su lugar está en la pocilga de la Historia", decía otro tuit.


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En septiembre de este año, durante la carrera presidencial, el candidato pidió al Tribunal Superior Electoral (TSE) un derecho de réplica y la prohibición de los reportajes publicados por el diario Folha de S. Paulo que denunciaban a una funcionaria fantasma del gabinete de Bolsonaro. El TSE rechazó la petición. En las elecciones del domingo, Bolsonaro y sus familiares propagaron noticias falsas por las redes sociales sobre la manipulación de las urnas. Incluso cuando el Tribunal Electoral y la prensa indicaron que se trataba de montajes y acusaciones vacías, los políticos mantuvieron la posición de que eran víctimas de la conspiración. La estrategia es simple: desacreditar a la instancia jurídica electoral y los medios de comunicación.

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Sin embargo, la incredulidad en la prensa como institución no es exclusiva de los partidarios de Bolsonaro. De acuerdo con los datos compilados por ICJBrasil (Índice de Confianza en la Justicia) el 24 de octubre de 2017, la fiabilidad de las estaciones de televisión (-9 por ciento) y la prensa escrita (-5 por ciento) en Brasil descendió con respecto a 2016. Bramatti destaca tres razones principales para ello: la crisis del modelo de negocios de la prensa tradicional, que encoge las redacciones en vez de crecerlas; la horizontalidad de internet, que abrió la posibilidad de que cualquier persona publique comentarios; y gobiernos autoritarios alrededor del mundo que atacan a la prensa, como lo hace Donald Trump en Estados Unidos.

"[Trump hace] acusaciones que no se basan en datos reales y que tienen objetivos políticos: debilitar ciertos sectores de la prensa, que no son los que concuerdan con todo lo que él hace", señala. "Un gobernante autoritario puede socavar la prensa y hacer que pierda influencia dentro de un régimen con apariencias democráticas, aunque no promueva cambios en la legislación que prohíban la circulación de determinado contenido.

Para Leandro Demori, editor en jefe de The Intercept Brasil, es lo que Jair Bolsonaro trata de hacer. "Bolsonaro capitaliza toda esa incredulidad [en la prensa] y la usa como un arma de guerra política. El discurso es prácticamente un incentivo a la agresión de estos profesionales, no necesariamente por su parte, sino de sus simpatizantes", aclara. "Cuando ya existe esa intención de agredir al periodista por discrepar con lo que publica, o solamente por el hecho de ser periodista, esas personas se sentirán más libres para hacerlo porque tienen a su líder máximo como presidente de la nación. Parece obvio que ese discurso va a ser más naturalizado".

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Demori destaca que hay medidas que pueden tomarse en forma democrática para reprimir la libertad de prensa, como la solicitud de exclusión de los reportajes al TSE por parte de Bolsonaro y la acción directa de inconstitucionalidad presentada por la Asociación Nacional de Diarios (ANJ) en el Supremo Tribunal Federal en 2016, con la petición de clasificar sitios periodísticos de origen internacional como "prensa extranjera", para restringir su actuación en el país.

Más allá de su aversión declarada a la prensa, Bolsonaro tuvo una presencia disminuida por la imposibilidad de participar en los debates debido a la agresión con cuchillo que sufrió durante la campaña, ausencia que tal vez le favoreció al final.

"Todas las veces que confrontan a Bolsonaro, él se enrolla en su propia lengua. Es un tipo absolutamente desprevenido. Es comprensible que alguien como él tenga miedo de la prensa", dice Demori. "Hay buena y mala prensa, prensa honesta y deshonesta, pero el grueso de la prensa sigue siendo buena, honesta y correcta. Si se equivoca, lo hace sin querer. Bolsonaro y sus seguidores quieren dar la impresión de que la prensa se equivoca a propósito, que fabrica noticias falsas a propósito. Esto muestra todo el miedo que Bolsonaro le tiene al escrutinio de la prensa".

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